En el que mi vecino toca la guitarra y yo tengo 3 décimas de fiebre...


Una semana antes de empezar todo esto de la cuarentena, yo tuve un pequeño disgusto (vale, grande, soy muy emocional) y por la noche fui al cine con un amigo que además se tomó un té en mi casa y me enseñó pasos de baile.

Se fue pasadas las doce de la noche. Yo me desperté de madrugada y notaba dos cosas. Aunque en verdad, llevaba algunos días notando cosas raras. La primera cosa rara que notaba días anteriores es que tenía los ojos como si ... tuviera algún tipo de conjuntivitis, sin tenerlo. O sea, notaba los ojos raros. La segunda cosa es que notaba la boca rara. Como si las cosas no supieran a nada. Lo siguiente que pasó esa noche de viernes al sábado es que yo me desperté de madrugada y tenía escalofríos por todo el cuerpo. Y una sensación de no haber pasado por algo así, nunca antes.

Lo que tenía era fiebre. Pero no lo asocié.

Me levanté a beber un vaso de agua pensando en qué había hecho mal. Tengo una amiga (varias) que me dicen que soy muy intuitiva, que tengo una parte sensible muy sensible, pero que en vez de hacerle caso a esa parte, me dedico a aplastarla. Porque me pone muy nerviosa. 

Me levanté y bebí un vaso de agua. Sentía que tenía el gusto raro. No el agua, es que me sabía todo como si no tuviera gusto. Tenía la tripa toda hinchada y sobre todo, notaba algo rarísimo por el cuerpo. Era fiebre. Sólo que no lo asocié. 

Al día siguiente, sábado, me levanté pero apenas me movía del salón (sofá) a la habitación y quería estar tumbada. Yo la fiebre la noto mucho. No os podéis ni imaginar. Pero seguí sin asociarlo. No había tos, no había mocos. No había estornudos.

Llegadas las 13 horas, allí tumbada, me dije: "No puede ser pero... a ver, me voy a poner el termómetro".

Tenía 38,7.

Me quedé mirando el termómetro idiotizada. ¿¿¿Quéeeee???

Fui a urgencias el domingo. Pero porque un familiar me dijo: "fiebre sin otros síntomas no es nada bueno".

Y el de urgencias dijo: "Un cuadro vírico". O sea, cualquier cosa. Eso luego me lo aclaró un familiar. Y yo volví a casa diciéndole a mi yo interior: "¿Puedes intentar tomarte las cosas de otra manera? ¿podemos intentar no llevarnos disgustos por cosas pequeñas que luego acabas poniéndote mala?".

No es casualidad, disgustarte y ponerte enferma. No lo es.

Lo que sí, hubo una cosa en esos dos días, de hecho el sábado, y la madrugada del sábado, que sentí y pensé. "Esto es nuevo". Es como si mi cuerpo de algún modo me dijera: "tienes algo que es nuevo". 

Una semana más tarde, estalló todo esto del coronavirus.

Pero no, no tengo coronavirus. Aunque a lo mejor el coronavirus lleva campando meses a sus anchas y ha intentado "morder" a más de uno, que se ha quedado sólo en días sin síntomas o toses sin relevancia. O intentos de fiebre y luego ha pasado a otro...

Lo importante, a lo que voy, no es eso.

A lo que voy es que aprendí que cuando algo parece fiebre, es fiebre. 

Hoy he dormido poco, me he cansado bastante en el trabajo, y al desconectar la oficina virtual, me eché la siesta. Me despertó el vecino con su guitarra eléctrica.

Recibí dos mensajes en ese momento. Por un lado, algo interior me decía "no estás bien aún". O "Necesitas dormir más". Por otro yo dije: "¡Aaayyy! vecino, qué latazo!" y apenas pensé eso, me alegré de que me despertara y le dije a mi yo interior: "No, de eso nada, no se duerme ahora. ¿Qué hora es? Si te pasas la tarde durmiendo, ¡luego no dormirás de noche!"

Me puse en pie. Pero en vez de ignorar esa sensación interior, le presté atención.

((No-estás-bien-aún))

Fruncí el ceño. Abrí el cajón. Saqué el termómetro.

-Veras....

Me pongo el termómetro. 37,3

Hala, toma!!
jajajaj!

3 décimas.

Voy a mirarme al espejo, saco la lengua... síp, lengua ligeramente blancuzca de constipado común.

A ver, sé que mi temperatura corporal son 37 grados. Y sé que no pasa nada si tengo 36,8, por ejemplo. 
37,3 no es fiebre (o yo no lo considero fiebre)... pero 37,5 os aseguro que sí. 

Como todo esto sea por un chico... jajaja!
Os voy a contar una anécdota. Al poco de hablar con el actor y viendo la diferencia de criterios en cuanto a lo que se considera aceptable y lo que yo considero ideal, me dije a mi misma que ni hablar. Y esa semana... se me puso la piel echa un desastre. Es verdad que, desde que iba a mi segundo insti, en los examenes, yo tenía una especie de escamación pequeñita, que salía de vez en cuando. Fui al dermatólogo y me dijo: "ah, pues no puedes hacer nada". Otro dermatólgo me dijo: "cuidado que tu estado de ánimo me lo dice tu piel. Como te lleves un disgusto grande...". 
Bueno, hace un tiempo dejé de usar maquillajes (no me van bien) y más o menos, si me estreso en el curro, pues sí, me puedo escamar un poquito. Me queda piel seca, etc.

Esa semana, la semana que le dije que no al actor... se me puso la piel tan mal... que mirándome al espejo, pensé: "ni siquiera intentes ocultarlo". Porque era una lucha perdida. Fue la semana que más hablé con operadores y más gente conocí. Por algún motivo, todos venían a contarme las cosas que les habían pasado a ellos. Y en vez de huir, yo les miraba y decía: "Pues sí, tengo la piel hecha un desastre". Y me encogía de hombros.

Una amiga que me quiere mucho me vio y le dio un ataque de risa. "Te gusta mucho, ¿verdad?" me dijo.

Noooooo.

Bien, pues... la cosa es que todas las conversaciones empezaban por: "Ay, ¿qué te ha pasado? ¿has tenido algún disgusto?" Fijaos que la gente no es tonta, yo me encogía de hombros y acto seguido ellos me contaban cosas. Que si su hija esto, que si cuando su mujer le abandonó lo otro, que si cuando su hijo se fugo de casa, no se qué... Todo el mundo me contaba cosas. Cosas increíbles. La gente tiene unas vidas... intensas.

En una de estas, vino un operador y me dijo:

"Aaay, ¿qué te ha pasado, cariño? ¿Algún disgusto?"

Y yo ya, tomándomelo a broma y dejándolo correr, le dije:

-¿Quieres saber la verdad? La verdad es que estoy así por un chico.

A la operadora le dio un ataque de risa. A mí, también. Y los que pasaban por allí nos miraban como diciendo: "¿Y este par de locas?".

Sí, hijos sí. Le dices que no a un chico y te llenas de ronchas. No descansas y te da fiebre.
Pienso que "mis sentimientos no son más que algo pasajero" y se caen los DVDs de la estantería.
El sábado pasado me dije: "No pienso hacer caso a ninguna emoción hoy" y tal cual lo pensé tuve la mala suerte de que saqué una taza del armario que empujó otra y se estrelló contra el suelo mi tapa favorita de porcelana. Y allí se quedó, hecha añicos. Muy fragmentada y muy mona.

¡jajajaj!
Así no se puede. 

Y luego tenemos el camino de la meditación. 
¿Sabéis qué? Tengo un taller literario y tengo que leerme Tuareg, así que me voy al desierto con el personaje de Vázquez-Figueroa, que lo va a pasar tan mal y es un personaje tan alejado de mi contexto que sé que me va a servir para que se me pase la fiebre... de tres ligeras décimas.

Saludos !!! 

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