Cuando no sabes qué te pasa...

Una de las grandes situaciones de estar desconectada de ti misma es cuando lloras y no tienes la menor idea del porqué.

Vamos a repasar los hechos, a ver si lo averiguamos.

Anoche un impedimento temporal propició una situación en la que tuve que lidiar con las emociones de otras personas, de manera tal que, sin intención de que me entendieran, relegué las mías y me fui a dormir. Esto es una cosa que los humanos hacen todos los días. No se explican, no tratan de que todo el universo esté en armonía con ellos, etc. etc. Simplemente, se hacen cargo, y se van. 

Soñé lo siguiente:

El Muso me decía algo (algo que no podía saber, algo de conectarse por tanto conmigo), y yo me enfadaba muchísimo con él. Tanto, que no leí su respuesta en el messenger, porque estaba atendiendo otra cosa. Pensé: "¡Pues ahora ya no creo! ¡Porque no puedes hacer esas cosas! ¡No tienes derecho a mirar las cosas que no puedes saber y saberlas!".

Empezó a brillar el messenger, lo que significa que me estaba contestando. Pero atendí mis labores y no lo leí. Hasta que esa otra parte de mí me dijo sin palabras que .... bueno, que por qué no lo leía. Y yo me contesté mentalmente y con palabras (mis pensamientos son palabras, lo de "esa otra cosa interior", generalmente no. No suelen ser palabras salvo que la situación sea realmente importante) me contesté que ya lo leería, pues como ser humano hacía labores humanas, y para lo otro ya habría tiempo. "A fin de cuentas, el mensaje va a seguir ahí". Hago lo mío, y luego lo leo. Que no se va a ir a ningún lado. 

Y JUSTO ENTONCES SONÓ EL DESPERTADOR.

Imaginad. Me desperté... y fue como si tuviera el estómago en Canadá y el corazón en China. Me costó "reunificarme". Mi mente estaba muy metida en el sueño y yo, estúpida de mí, no había querido leer el mensaje porque... había tiempo. Me dije: "hay tiempo, no se va a ningún lado".

Estaba soñando y no lo sabía. Me enfadé mucho. Me enfadé muchísimo con el Muso. Y lo peor de todo es que nada de esto era real. 

Cabreada, salí de casa y donde antes había miedos, ahora había concentración. No concentración sino diálogo. Entre emociones y lógica. Nelly aprendiendo a usar este cerebro y este sistema límbico que todos llevamos, y que tanta guerra da.

Enojada, conducí pensando que ya estaba bien con los sueños. El día anterior había soñado con la historia de vida del joven cuyo retrato vi colgado en la galería Ufizzi. No puedo tener esos sueños, son demasiado reales. Me confunden, me vuelven loca. Soñé con la Florencia del medievo. Soñé con la vida de ese tío y sus problemas... ¡YA ESTÁ BIEN! 

En el trabajo gestioné bien los tiempos. Pero a medida que me volvía más eficaz, veía cosas de mí, y también las veía en los demás. Y no me gustaron.

Cuando más enfadaba estaba, pensé en cómo darle su regalo al Muso si había tenido ese sueño con él. Y cuando mi cosa interior dijo algo, yo contesté: "¡Qué más te da, si no va enterarse de lo cabreada que estás!" y entonces justo entró él por la sala. Jopetas. No hay manera. Me llevo cada susto con él de tres pares de narices. Me sentí un poco avergonzada, pero el hecho coincidió con la noticia sobre un error administrativo con mi coche, lo que hizo que tuviera que llamar al concesionario, lo que hizo que me enojara aún más. Y cuando esa cosa interior me preguntó algo, yo respondí: "¿Acaso a él le has visto happy siempre? ¿No le has visto muchas veces serio y gestionando?".

Dicho de otro modo: me permití ser. Me permití estar enojada y gestionar enojada el jaleo de Tráfico.

Así que pude dejar de volverme loca conmigo misma y poner en guardia a los del concesionario porque según la ley, mi coche no existe. Movida para arriba, error para abajo, movida para un lado, error para otro....

Y me vais a permitir que continué en tiempo presente:

En apenas un momento de paz me acerco al Muso, le dejo sobre la mesa una bolsa con unos regalos y vuelvo a mi sitio. Está ocupado pero lo he hecho con toda la intención del mundo, en cuanto me siento un pensamiento sí se materializa en palabras:

"Qué rara eres".

Y mentalmente, me contesto: "Pues sí. Le he dado un regalo cuando estaba ocupado, doy medio vuelta y me siento. Es lo que que quiero. Ni siquiera quiero hablar con él. Ya tiene su regalo, yo me siento y volvemos al mega cabreo universal... y a la porra todo!".

Algo interior me interpela sobre algún gesto noble. ¿¿??

Algo interior me interpela sobre si es necesario tanto enfado.

Ese mismo algo interior me trae a la mente mi estado de ánimo en su presencia.

Me recuerda quién soy.

Eso cambia las cosas.

Y es entonces cuando echo una mano a una compañera de finanzas, a la que en otro momento no había podido atender (no tenía toda mi atención). Obviamente, la compañera ... lo agradece. En esos momentos de gesto noble en marcha, el Muso se acerca. Me habla y me agradece usando un mudra que yo uso a veces para no volverme loca. Y yo, como estoy hablando con la compi, le hago mímica indicando que no puedo atenderle. Ni antes podía él.

Y se va.

De algún modo contrario A TODA LÓGICA, el hecho de que me haya interrumpido en vez de enojarme o estresarme... a ese algo interior le parece perfecto. Es más, le ha devuelto el equilibrio al universo. Es entonces cuando yo pienso: "Tú estas loca". Me digo eso a mi misma. Si te sienta bien que te haya interrumpido -siendo él tan observador-, del mismo modo que tú le has interrumpido antes, es que se te va la pinza... más.

Meto prisa a los del concesionario, regalo los bolígrafos a mis amigos del trabajo. Les tengo cariño a todos. Me despido de la jefa. Nuevamente, detecto errores de comunicación que a mí, personalmente, me entristecen. Pero esta vez me doy cuenta de que no soy responsable de los mismos. Lo que hace que no tenga que justificarme. A la pregunta de, "¿esto está bien?" Sí, lo está. 
Donde antes conducía con miedo, ahora voy con más seguridad. Lo que me permite automatizar ciertos procesos que ya no se aprecian como un gran peligro.

A mitad de camino, tanta igualdad con el resto de la Humanidad me abruma y me enfada por igual. Se suponía que todos deberían ser más listos que yo, gestionar mejor que yo, saber más que yo... Y eso es incorrecto. Lo que hace que esa otra parte de mí tome más el mando y es directiva. Lo que hace que la escuche más, lo que deja mucho espacio libre para darme cuenta de cosas que me apenan.

Echo de menos Florencia.

No consigo entender cómo podemos hacer algo como el David de Miguel Ángel y luego hacer otras cosas tan horribles. Al regresar, en Madrid llovía muchísimo. Pero encima de las nubes había un cielo increíble, unos dibujos alucinantes, volando en un avión, ¡gracias a la ciencia!

Al volver del viaje, Youtube me mandó un vídeo que hablaba de el "éxito". Decía de dónde venía la palabra, decía que significaba en su origen salida. Y decía que si pretendes valorar la vida en éxito o fracaso, vas un poco mal, pues es bastante compleja como para reducirla sólo a eso. Por no mencionar que vincula, yo creo, el éxito a ser feliz. Lo que hace que puedas tener mucho éxito dedicándote a cultivar margaritas, si es lo que te hace ilusión, o a barrer las escaleras de un templo. No acabé el vídeo, es... importante como para escucharlo con sueño.

Quiero pensar que el Muso es un ser humano y que mi cabeza me engaña y no hay nada más. Que lo que siento es obra de un cerebro de escritor, algo desequilibrado, y que aunque está bien soñar un poco, en demasía es.. malo.

Pero no puedo terminar esta entrada sin hacer referencia a una pregunta que me hizo:

- ¿Viste la tortuga?

Estando en Florencia hubo un momento en que vi una tortuga, aplastada, por el pie de una estatua y me pregunté a mi misma sobre qué significaba, en uno de mis diálogos internos. Lo que no hice fue  hacerle la pregunta a mi compañero de viaje. Que posiblemente lo sabía. Pero recuerdo muy bien el momento. Pensando ¿qué significa esa tortuga?

Pregúntalo. No. ¿Por qué no? Pues porque ya ha pasado el momento.. y qué más da, ¡es una tortuga! A quién le importa la tortuga...

"Vi la tortuga", respondí al Muso. Y él se echó a reír. Como si ya supiera que yo iba a ver una pequeña tortuga entre miles de... cosas. 

Y ahí volvemos a enlazar con mi universo interno. Nada de esto explica que se me hayan caído cuatro lágrimas al llegar a casa.

Pero está claro que ya se me ha pasado. Sea lo que sea con lo que estaba enfadada, se fue...

Y acaba de sonar el teléfono:

-Mira, lo de tu coche es un misterio -dice el que me lo vendió-. No entendemos como ha pasado lo que dices que ha pasado.

Pues nada, mi coche no existe.
Ahora, a llamar a tráfico... 



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