Sueños que son historias: La universidad, otra vez.

Mi cerebro me odia.
He vuelto a soñar con la universidad de ayer. Parece que ahora sueño por entregas.
No lo entiendo. He meditado 10 minutos... ¿no debería no soñar o soñar con cosas bien hermosas? Unicornios, lagos con cisnes...

Pero retrocedamos un poco más, ya que esta noche -inexplicablemente-, mi mascota de cien años (para su especie es bastante mayor) ha decidido volverse nocturna. Y en vez de dejarme dormir se ha puesto a saltar, brincar, y lo mejor de todo, golpear el armario con el bebedero.
La primera vez, no actué.
Ni la segunda, ni la tercera...
A la quinta me levanté. No tenía ni idea de la hora pero por mi reloj interno diría que pasaba un rato de las cinco de la mañana.

-Pero Puca, ¿¿¿qué te pasa hoy???

Saqué la comida de una semana entera y se la puse ¡ZAS! en su jaula.

-Toma, ahí tienes... ahora, déjame dormir.

Y ya amaneciendo, soñé de nuevo con la universidad de ayer. Había muchas clases, y estaba el que me enseña Dharma (que es budismo). 

¿Y qué hago yo cuando le veo? pues ¡PING! de toco con un dedo en el brazo. Así como en plan ¿eres de verdad? Y él se va. Llevaba una camisa azul y ... era más joven. 
Me pongo a curiosear clases. ¿Quién pueñetas da una "Clase de Éxito" en un centro educativo? 
Clase de Historia...
Clase de...

Estoy sentada en un aula, con una algarabía tremenda de humanos cada cual a su bola, cuando de repente me entero que el que me enseña cosas de budismo también da clase.

"Ah, pues yo esa no me la pierdo"

- ¿De qué la da?
- De Economía.
-¿Ah? ¿Sí?
-Sí.
-¡Pues me apunto!

Total, no pertenezco a la Universidad. Salgo del aula justo cuando entra el profesor de ayer. El de la culpa y la responsabilidad. Supongo que era Derecho.

Por algún motivo extraño creo que el que me enseña cosas a mí, además de dar clase, también recibe clase. No sé, tengo la sensación de que es alumno y profesor. Bueno, total, cuando le veo, me saluda muy jovialmente y se pone a hablar conmigo.

- ¿Quieres un café? -le pregunto.
- ¡Oh, claro! -contestó.
- Venga, vamos... 

Había que subir unas escaleras.
Pero antes de hacerlo yo alargo el brazo y PING! le toco con el dedo... a ver si es de verdad, ¿no? Y él se va.
En realidad no era ese el motivo de tocarle con el dedo. Pero ya da igual porque se ha ido enfadado. Supongo.

"Vaya. Esto te pasa por andar tocando a la gente con el dedo... ¡además, a él especialmente no debes!"

Entonces, el que me enseña Dharma vuelve. Y está sonriendo. 

-Vamos a por ese café -dice.

Subimos, nos sentamos en una mesa demasiado pequeña, lo que le obliga a juntarse mucho, y entonces va y me dice, sonriendo:

- Oh, (mi nombre), ¿de verdad para reconocerte tú necesitas tocarme a mí? ¿Hemos llegado a eso?

Me puse muy, muy, muy, muy roja. Así como siete veces más roja del color más rojo en el que penséis.

- Yo... bueno, es que.... ¿cómo sabes dónde están las cosas o qué eres sino es por los demás? 

Se echa a reír.

Al bajar entro a la clase (la misma que la de ayer) se lo digo a una alumna.

- A ver... ¿cómo sabemos lo que somos...? es decir, toca algo con el dedo. ¿Ves? Eso me dice dónde está el dedo, dónde está el algo, cómo es mi dedo (tacto), cómo es el "algo". ¿Verdad? ¿Tú sí que me entiendes, verdad?

La alumna me mira y se encoge de hombros.

-¡Que sí! (suspiro) Nadie me entiende....

Entonces alguien me dice que el que me enseña cosas da clase de Economía y decido ir de oyente. 
Pero me pierdo en esa escuela "de locos" y me desperté antes de encontrar su clase.


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