Sueños que son historias: no sé qué nombre ponerle a este.






Ayer llegué a casa. Me leí un par de cuentos de un foro literario. Y encendí la tele pero era ruido.

Así que la apagué. Algo interior me decía "medita, medita" "medita aunque sea un rato" y yo pensaba: "¡ay, no, qué pereza!"

- Estaaaa biennn.

Tengo un cojín naranja para meditar, lo tengo desde hace años. Así que lo lancé al suelo, me senté y ... ¿qué fueron? ¿treinta segundos? ¿dos minutos? ¡jajaj! Estaba cansadísima. Me levanté. Agarré el cojín. Y me fui a la cama.

Lo usé de almohada. Yo no sé qué pasa que cuando uso el cojín e almohada duermo muy, muy bien. Se me ocurren tres posible causas: 

a) El cojín tiene una textura y volumen ideales para favorecer el sueño profundo.
b) Casualidad
c) Los objetos guardan la energía (o un rastro) de la causa para la cual la gente los usa. Digámoslo así: si en una sala se junta la gente para reírse y ... no sé, ¡hablar de jardinería!... es posible que el ambiente se cargue de esa energía. Del mismo modo que el cojín de meditación está cargado de vete tú a saber qué...

Sea como fuere, siempre duermo muy, muy bien.

Pero a las 8 la luz (y lo que sentía) me despertó. Estaba soñando con el trabajo, donde se había roto algo técnico. A raíz de eso, nuestros jefes nos proponían una tarea nueva. 
Yo no sabía qué hacer.
En este sueño, son más importantes las emociones que la historia en sí.
Recuerdo que... miré para todo el mundo porque... no sé, estaba un poco... asustada. Luego sé que tenía que devolver un plato vacío en la cafetería. Pero antes de llegar, una gran mesa me bloqueaba el paso. Así que... intenté bordearla por un lado, lo que me acercaba a un corro de compañeros que estaban hablando de sus vidas. "No, no, no..." que no. YO no quería acercarme a nadie. 

Tampoco quería molestar.

Me escabullí y justo oí a uno que le decía a otro: " Pues bien, salvo por eso... me he quedado sorprendido al ver lo que ella ha hecho. Y..., claro tío, no le he hablado". Estaba enfadado con alguien. Creo. Era de marketing.

Yo pensé: "¿Lo ves? Todo el mundo tiene su vida... todo el mundo tiene algo que contarte sobre algo, o alguien, todos tienen problemas..."

Devolví el plato, subí corriendo y ahí me desperté. 

Sentía muchas cosas. Como muchas historias y me daba miedo. Lo malo es que al despertar, con la cabeza apoyada en el cojín (¡casi, ni me había movido!) sentí lo mismo. Un mundo lleno de historias. Y de gente que avanza. 

Me tapé con la manta.

¡NOOOOOOO! (me escondo) 

jajajaj!

Mi mascota hizo: ¿Cuiii? ¡cuii cuiii!

Y me dije: "ssssh, ni respires. No estoy, no existo. ¡Yo me quedo en la cama!"

La mascota enmudeció.

Aún pasé quince minutos con la cabeza apoyada en el cojín. Y la luz entrando en el cuarto. Cambios. Por todas partes notaba cambios. Pero yo no cambio, creo. Tapada con la colcha, me escondí. Sin querer moverme. Se estaba tan a gusto con la cabeza apoyada en el cojín. Hasta que, al fin, tuve que echar mano de la única cosa que vence mi miedo. La curiosidad. 

Me dije a mi misma:

"Oh, venga, ¿no quieres cotillear todo lo que va pasar hoy?"

Y ahí, sí, me levanté. 

No sé qué título ponerle al sueño: ¿el plato vacío?

^-^ Da igual! 

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