Ayer vi un trozo de Hancok, la película de Will Smith. 

Había dado clase durante 6 horas. Llegué a casa, dejé las cosas sobre el sillón, me quité la cazadora, me senté en el sofá y puse el televisor. Nunca me ha llamado especialmente la atención esa película pero, no sé por qué, simpaticé mucho con el personaje.

"Qué solo está", me dije.

Preparé una sopa de verduras casera, decidí pasar de la cuchara, la eché en un cuenco y me senté con las piernas subidas al sofá. Tenía la garganta un poco irritada. Me acordé de Japón al sorber mi sopa del cuenco.

Por algún motivo, presté atención a la historia hasta que descubre por fin quién es. Y más o menos a la altura de los tornados, y sobre todo cuando se vuelve mortal, la quité. Lo que quería ver, ya lo había visto. Y lo más interesante del film es lo deprimido que estaba. 

Me fui a la cama. Soñé con una historia increíblemente verosímil, sobre un juicio en un pequeño pueblo del medio oeste americano. Era una comunidad rural, estaba cerca de un bosque de árboles muy altos, y debía de ser hace algunos años, por la ropa de los personajes. La historia trataba sobre un juicio moral, a uno de los habitantes. Recuerdo que hablé con un personaje, muy parecido a la actriz Meryl Streep, que me estaba explicando por qué lo que había hecho esa persona a la que juzgaban estaba tan mal. Sin embargo, a mí no me parecía que fuera algo que mereciera un juicio. No era un delito sino... contradecir las normas sociales de lo "bien visto" de la época. 

Me desperté, mi mascota quería comer.

Me levanté medio zombie, caminé hasta la cocina, saqué una zanahoria del frigorífico.

Le di la zanahoria, me dejé caer sobre la cama.

Soñé con una familia de vampiros.

Y un fantasma.

Me desperté. Algo más  agitada.

Levanté la persiana, me senté en una esquina de la cama y pensé: "Tengo la sensación de que a la vida le falta algo". No sabía qué era.

Sobre el espejo móvil del cuarto tenía mi pañuelo favorito. Lo encontré por casualidad, es multicolor y se fabricó en China. No se sabe si es un pañuelo o una auténtica manta, pero como tiene los siete colores del arco-iris y es tornasolado.... la verdad es que me encanta. 

Retirar el pañuelo y verme en el espejo no fue algo... fácil.

Pensé en la meditación. Yo ya sé que dejar el budismo es algo que me duele mucho. Pero volvemos a lo de "puedes meditar sola". También me he leído el libro tibetano de la vida y la muerte (es tan gordo como una enciclopedia) y otros ochocientos mil libros y textos. No vivo en una época en la que no haya información al alcance de la mano. 

Pensé en el Muso. El ex-profesor. Le vi el otro día y la verdad, me dio la sensación de que yo tenía una tormenta interior muy fuerte dirigida contra un algo exterior inexistente. ¿Qué como llegué a esa conclusión? Ni idea. Simplemente lo vi y me di cuenta (esa cosa sin palabras más bien) de que todo el mal rollo interior no tenía relación con el objeto de mi mal rollo. Es como si te pasas diez días evitando un camino porque crees que hay un lobo y cuando pasas cerca te das cuenta de que el lobo es la sombra de una cerca. 

Jo, me sentí fatal.

Y claro, dije: "¡¡Venga, vamos a ser cordiales y maravillosos!! Tú sonríes, yo sonrío. Lo del Dharma no funciono pero, ¡vamos ser muy cordiales, como los japoneses!"

Pues... no contestó.

"Bueno, tú te lo has buscado" me dije, sentada en la esquina de la cama otra vez.

Decidí desayunar. Tenía dolor de garganta.

Y mientras desayunaba, decidí meditar.

Antes de hacerlo abrí el cajón de los calcetines (me encantan los calcetines), y me puse unos que fueran calentitos. También me encanta andar descalza por la casa (con calcetines, claro). Y, no hago ruido. Hay gente que cuando camina parece que se estuviera moviendo un elefante por el piso. No es mi caso.

Tiré, y sí, fue gesto significativo, el cojín de meditación frente a mi budita. Mientras me ponía los calcetines algo en mi interior me pregunto si veía correcto lo de "voy a meditar para aislarme de todos" a lo que yo respondí: "¿Se te ocurre algo mejor?" No estoy en condiciones de confiar en nadie. Y no tengo maestro. 

No lo necesito.

Pero esa cosa interna seguía insistiendo. Al cabo de un ratito de tratar de centrarme solo en mi respiración, opté por hacer una pausa. Tengo un cuenco tibetano pequeño, regalo de un buen amigo. Lo apoyé en la palma de la mano izquierda y lo hice vibrar. El sonido era precioso. Era bajo. Cada vez suena de una manera, supongo que según estés. Pues este sonaba bajo... y como un corazón. La frecuencia era regular, subía y bajaba, como un corazón, y muy bajo. "Mira, debe señalar como estás". Y estoy que sonar sueno, jajajaja, otra cosa es que no suene como sé que puede sonar. El profe del curso de cuencos, y yo también en esa época, me dijo que subía a una frecuencia altísima, para ser un instrumento tan pequeño. Y es verdad, si quieres puedes hacer que suene muy muy muy agudo, y muy muy muy alto. Pero hoy, el cuenco estaba tímido.

Cerré de nuevo los ojos.

Me acordé de las dedicatorias. Y me dije: "¡no hace falta, yo no tengo método, ¿recuerdas?!" Mi cosa interior sin palabras me preguntó entonces que por qué puñetas era yo tan terca. A lo que me dije: "Vale, está bien. Pido por la gente idiota que no tiene con quién aprender... ¿te mola?".

A veces me peleo conmigo misma. Es muy divertido.

Creo que gano y luego se caen jarrones de las estanterías.

jajaja!

No, ahora en serio.

(solo fue un vaso)

Decidí pedir por una cosa que siempre es agradable. La felicidad (causas y condiciones) porque todo depende de las causas, que nos dicen que depende de nosotros y no es verdad, de todos los seres. 

(¿hasta de la cobaya?) me preguntó mi pensamiento.

Sí, de la cobaya también. ¡JAJAJAJ!

Y de los cáctus.

Pero tampoco logré meditar mucho.

Pensé que igual era por los mudras. Es la forma en la que ponemos las manos.

Sólo funcionó unos minutos cuando uní pulgar y dedo corazón. Eso sí me ayudó a meditar. Pero no sabía lo que significa. Y es lo que voy a buscar ahora.

=) Feliz viernes!!!