Escribiendo la novela del Muso




Estoy repasando el capítulo 3 y ... me di cuenta de que la dedicatoria podía ser perfectamente con el apellido. El apellido de un personaje y el apellido del Muso, que a su vez es Muso de esta historia, son el mismo. El nombre del personaje, no. El nombre pertenece a un compañero de trabajo que siempre pide cosas por e-mail con una sonrisa. Fijaos que acción tan pequeña para salir en un libro.

Así que volví a la portada, bajé el título, vi mi nombre justo debajo lo que me provocó un amago de sensación extraña sobre el corazón. Página uno en blanco y a mitad de ella, la dedicatoria. Pensé en el lector: "sí, ... muchos me preguntaban quién era Martha. Pero ahora se van a sorprender más cuando un personaje y la persona a la que va dedicado este libro... compartan apellido". Es bonito, me dije. Pone un texto bajo el nombre, pero ... no lo voy a desvelar. 

Y justo entonces, nada más completar la dedicatoria... se ha posado un pájaro en la ventana.

Ha sido curioso. ¡Una visita!

Por otro lado, os cuento una anécdota: dejé el libro a una lectora. La historia le encantó aunque matizó cosas. Y una de las cosas que me dijo fue: "Nelly, no puedes nombrar a esta persona si esta persona es famosa". Se refería al personaje del Muso. No lo podía creer, le había dado tanto empaque a la historia ¡que la lectora creía que ese personaje ERA DE VERDAD!

- ¡Jajajaj! No te preocupes -le dije-. No existe. No estoy nombrando a nadie famoso. 

Luego me pondré con el otro libro pero antes, ¡una pausa!

posdata: esto que os he contado es secreto. La novela no tiene por qué salir y nadie sabrá nunca (igual que con la otra) a santo de qué pongo yo las dedicatorias. Cuando me preguntan por ellas, siempre digo: "ah, una amiga..." "ah, un amigo..." Así es más fácil.  

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