Self Care y la Casualidad.

Ayer doné un montón de ropa. Y en una presentación literaria, gratuita,regalé un montón de libros. Como reacción a estos hechos, hoy alguien estaba muy feliz con mi regalo y me llenaron la casa de flores.
Es por esto que empecé (por mi cuenta) un curso sobre la filosofía del karma. No porque me vuelva supersticiosa, que lo soy, (por si aca.. jajajajaj), es porque realmente creo que hay alguna extraña relación entre nosotros y el mundo.

He descubierto que el trabajo (si es Formación, sobre todo) puede ser un refugio maravilloso. Porque estás ahí por los demás y realmente, la enseñanza es una comunicación muy especial. A mí me relaja. Algunos se estresan pero a mí me causa el efecto contrario, me hace olvidarme de mi misma. No soy más que un canal emisor para que otros aprendan más fácilmente lo que yo sé, y así ellos lo sabrán y le podrán enseñara a otros...

Además, enseñar es como una forma de estar en contacto estupenda. 

A última hora me abrió un messenger una compañera que trabaja con el que me enseñaba cosas. Que ya no.
Su messenger decía:

"Nelly, ¿dónde estás? Tengo un regalo para ti".

- ¿Un regalo? ¿Qué regalo?

"Vente, porfa, ya sabes dónde estamos".

La compañera insistió mientras yo me decía a mi misma: "Ya es casualidad". Trabajan juntos, así que estarán sentados juntos. Y ni de coña me voy a poner yo en la presencia del otro... 

"¡Ven, porfa! ¡Vente a por el regalo!"

Miré el messenger y me acordé de las flores y de mi casa. Y del programa SelfCare (Google Play) que llegó hasta mí por casualidad. 
Por casualidad en dos días todo eran flores y regalos. Es como si todo el mundo se pusiera de acuerdo para devolverme cosas  buenas.
Cuando estoy triste.

Me rasqué la barbilla. Pensando.

"No, no puedo ir" escribí. "Con la intención ya cuenta!"

"Porfa, Nelly, ven a por el regalo. Lo tengo aquí para dártelo, pero ¡Tienes que venir!".

Bien, esto, queridos lectores no es más que una casualidad cósmica. Esa compañera me hace el regalo porque yo la llevo encantada a casa en mi coche. Y jajaja! ella me quiere agradecer. Pero da la casualidad de que durante seis meses trabaja junto a cierta persona que no debo ver. Su insistencia (¡ella es ajena a todo!) me hizo retraerme unos segundos a una conversación interior. Entre mi parte lógica y la cosa esa que siempre está ... silenciosa. Salvo ocasiones especiales como esta.


(¿No vas a ir?
No. 
¿Por qué?
Ya sabes porqué, porque está él. Y no puedo ir.
Es un regalo que te hace el Universo, ¿no vas a tomar el regalo?
No. Si fuera un regalo que me hace el Universo, el regalo estaría aquí.
Tienes que ir tú.)

Me quedé pensando. ¿Qué tengo que ir yo, por qué? Es como una especie de... ¿gesto? ¿Tengo que ir yo? No me da la gana. Ya me cansé de ir yo a buscar conocimientos y sabiduría.

Tras tres segundos en los que visualicé la escena pues mi compi seguía insistiendo, le dije a mi mente: "¿De verdad quieres ir y volver a ese círculo en el que tarde o temprano te dice cualquier cosa y tú lo pasas fatal y es todo un debacle de sufrimiento?" 

Silencio de mi otra parte (cada vez estoy más convencida de que tengo dos conciencias, jajaja)

Tienes razón.

 ¡¡¡SÍIIIIIIIII!!!! jajajaj, ¡por fin! La tengo. Por fin vemos las casualidades como son. CASUALIDADES.

Escribo a mi compañera:

"Muchísimas gracias, eres un amor. Ya me darás el regalo cuando nos veamos, pero de verdad que no hace falta...."

Cortesía, cortesía, buenos deseos, y despedida.

¡Fiuuu!

Ya está. 

No, en serio, alguno dirá que es una locura pero... yo me entiendo. Son estos encuentros y esas cosas raras que me he ido encontrando en el camino las que me hacen sentir que hay algo más que la lógica y la razón y la soledad y el "apáñatelas como puedas que es lo que hace todo el mundo". Y, vale, no digo que deje de estudiar filosofías orientales o de meditar, ya que hasta la ciencia recomienda sus múltiples beneficios. Pero hay cosas básicas como que el entorno nos influye, que hay que huir de lo malo y que nos pongamos como nos pongamos las cosas nos van a doler y es así y es lo que hay.

Y lo voy a dejar aquí porque se ha puesto a cantar un vecino ¡JAJAJAJA! y es un canto religioso...("Canta, ay señor, señor... y sigue diciendo no se qué de la piedad...)

¡jajajaja!
Todos locos. 


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