Un día en el campo

foto tomada en el Cañón del Río Dulce


Hoy he pasado el día en el campo. Y ha sido maravilloso. A pesar de las piedras, los resbalones, las picaduras, las ramas enganchadas, las zarzas picajosas, el sol, el calor, las pendientes y el esfuerzo.

"Vamos a dar un paseo en llano".

La primera parte del camino era todo, menos llano. No obstante, debo reconocer que se me hizo un poco raro ver que el sendero empezaba con.. una mariposa.



"Qué casualidad" pensé. Bueno,no lo pensé sin más. Sentí algo raro, algo sin palabras, pero a esa parte de mi cerebro que siempre está ahí no le suelo hacer mucho caso. Y le contesté: "Casualidad".

El camino era precioso aunque costaba un poco recorrerlo. Comenzaba con una cuesta muy empinada (saltando una valla). Después, bajabas por una ladera llena de piedras. No tenía el calzado adecuado y soy temerosa así que opté por usar manos y pies y rodillas y lo que hiciera falta. En un momento dado del camino me sorprendí pensando: "La cuestión no es esa, la cuestión es el peso y el punto de apoyo. Luego es ciencia" me dije a mi misma "si sobrepaso un punto con cierta inclinación me caeré rodando. Y ya está: es el peso, la inclinación y las matemáticas. No hay nada más". Me dije esto a mi misma y al caminar los siguientes dos pasos me di cuenta de que... ese argumento parecía estar respondiendo a otra cosa. Pero, ¿qué cosa? ¿Por qué había empezado un pensamiento contradiciendo algo? Me centré. Y busqué esa otra cosa en mi interior. Busqué en mi mente a qué le estaba llevando la contraria. A qué sensación, percepción o "cosa sin palabras", y lo encontré. Lo que me estaba diciendo esa otra parte del cerebro, traducido a palabras era:  "No te asustes. Ten fé"

Como si algo dijera: "sabes que no te vas a caer. Ya lo sabes". Como si se pudiera sentir o presentir. Y yo me respondía: "la cuestión no es sentirlo, la cuestión son las matemáticas y la ciencia. No es fé, es ciencia". 

Seguí bajando. Luego subimos, y luego llegamos a la cascada.

La cascada era maravillosa. Muy alta. En la foto no se aprecian bien sus dimensiones. Y sobre todo me gustó que podías caminar por detrás de la cortina de agua. Después de hacer fotos, avancé hasta el lugar en el que la corriente se precipitaba hasta el lecho del estanque a sus pies. Se estrellaba contra las piedras haciendo un ruido característico. Y caía desde tan alto que parecía una tormenta fuerte. De esas primaverales y refrescantes. Y al estar allí abajo pensé en el concepto de la pureza. De la pureza natural de las cosas. Y claro, ... puede que se me escapara algún grito de esos liberadores, de todo lo hermoso y natural que había allí. Daba gusto estar bajo esa cascada. Era como un torrente natural y limpio. Era maravilloso.



Y seguimos avanzando. Caminé hasta una subida sin camino. Allí había unas cadenas. Alguien dijo: "A ver, no te preocupes e intenta subir, ¿cómo lo harías?" y yo me pegué a la roca como si quisiera fundirme con ella. Eso provoco risa. "Bueno, no sé, yo no veo ningún lugar por el que subir". Traté de agarrarme con las manos pero ... era una pared lisa y empinada. ¿Con una cadena? Entonces alguien dijo: "Olvídate de las piernas. Agarra la cadena". A ver, ¿cómo voy a olvidarme de las piernas? Se camina con las piernas. Parece poco lógico pensar en olvidarse de ellas.

- Agárrate a la cadena y pon las piernas contra la roca.

Visualicé un montón de finales para la escena. Ninguno acababa bien. 

- Pero que no...

- Hazlo.

- Pero que mira que...

- ¡Venga!

- ¿¡ Pero como voy a...?!

-¡¡¡Vamos!!!!

Esta bien. Agarré la cadena. Y subí colocando las plantas de los pies contra la roca. "Ahí va", si me sujeto bien. No era tan difícil. De hecho, ¡era divertido! Llegué arriba y una bandada de pájaros negros empezaron a dar vueltas y cantar sobre nuestras cabezas. Igualito que en un libro de Tolkien.

El resto de la senda era más sencilla. 




Siempre acompañando el río. Vimos un cangrejo, golondrinas, mariposas, abejas, un primo lejano de las mariquitas, buitres leonados, cuervos, la casa de Felix Rodríguez de la Fuente (una de ellas) y además comí cerezas silvestres. Qué ricas

En un momento concreto del camino me llevé por delante un tocón de árbol, o raíz, o piedra, no estoy segura y me dije a mi misma: "A ver, si todo ocurre por algo... y este golpe, ¿a qué obedece?" y esa cosa sin palabras interior como que me devolvió la pregunta y yo misma contesté: "bueno, es verdad que no estaba atenta al camino, estaba pensando en otras cosas... ¡y ahora con lo que duele es difícil no estar presente!" jajajaj! Y sí, tengo un moratón para recordarlo. 

En resumen, que ha sido un buen día.





^_^ Saludos!!

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