El caso de la señora amable.


Me ha ocurrido una cosa hoy que me ha llamado la atención. Estaba en el super-mercado. Debo decir que iba "bastante apurada", pero sin darme cuenta. De hecho, me molestaron dos o tres personas, en especial dos, que obstaculizaban el camino. Casualmente, me las volví a encontrar en un pasillo estrecho. Estaba todo lleno de obstáculos.

"Anda, qué casualidad. Si son los mismos" me dije.

- Disculpeeen.... -dije, pero de nada servía "no me entienden" pensé. Bueno, "a lo mejor entienden el contexto y el tono de la palabra". Eso sí lo entendieron y yo crucé con mi pequeño carrito pero, aquí viene lo raro, al apartarme para dejar paso a un carro mayor que venía enfrente... tropecé con una señora.

De hecho, yo avancé sin dejar paso al carro más grande, porque era obvio que el carro, la pareja, mi cesta de ruedas y yo no cabíamos de ningún modo. Y en vez de ceder el paso, ya harta, aceleré, pasé, y me aparté para dejar paso al carro mayor. Y justo entonces tropecé. Más bien, nuestras espaldas se dieron y ambas... en fin.. jajaja, digamos que nos dimos espalda con espalda y ambas nos movimos un poco a causa del golpe.

Me giré, pensando "ya verás..." y entonces la señora dice:

- Ay, discúlpame. Lo siento muchísimo.

¿¿??
En ese tono de voz.



No estaba enfadada. Nos habíamos golpeado las dos. No ella a mí. De hecho, como llevaba una enorme silla de jardín o una bandeja plegada o algo en una caja...de forma plana... más que un golpe había sido como un movimiento sutil y acolchado. Y yo estaba segura de que nos dimos las dos. Ella y yo. De hecho, ambas nos dimos la vuelta. O sea que ... no sé, no entiendo bien lo que ha pasado. La he tenido que empujar como ella me ha empujado a mí. Nos hemos empujado sin querer con la espalda.

- Te pido disculpas, de verdad -añadió-. Lo lamento de corazón.

Sonreí. Y me di cuenta de yo que iba como... una loca impaciente por los pasillos (puede que desde fuera no lo pareciera pero... no sé, ese toque lo cambió todo). De hecho cuando me giré esperaba un gesto enfadado y... madre mía, ella no estaba enfadada en absoluto.

- No es nada, al revés -le dije (creo). A saber que farfullé. 


Caminé unos pasos con el mayor de los cuidados mientras mi mente, al llegar al siguiente pasillo me vino a decir algo pero sin palabras. Un "venga ya, deja de fingir"  y me aceleré mucho más y me reí para mis adentros. Sí, vale, tenía prisa (sin razón) pero procuré... ceder el paso. No tenía prisa, estaba enfadada porque había obstáculos en el camino.

Llegué a la caja. Rápidamente, identifiqué a la cajera más veloz. La conozco de otra anécdota. Siempre es amable. Elegí su cola. Y entonces oí a otro cajero decir: "Señora, esta caja está cerrada". A una persona con una planta y una flor roja.

- Casi no llevo nada... -dijo.

- Pero esta cerrada.

Y ahí estalló la tormenta. "Que venga el encargado" "cómo me hablas así". Mirando la escena, desde mi fila del super, pensé: "en algún lugar tiene que poner el tope" y como yo discuto con mi mente pero mi mente rara vez usa palabras, interiormente, añadí: "si a esa señora, a su hora de volver a casa, le dijeran, anda ven y me haces un informe, que es poco, seguramente se enfadaría" Mi mente contestó sin palabras: (...)  y yo le contesté a mi mente: "¡Pero es que no es la cantidad! ¡Es la norma!" (repliqué a mi pensamiento) "Vamos a ver, si es pura lógica, si él dice aquí se cierra, ¿qué hacemos si lleva poco, atenderla? ¿Y si el siguiente sólo lleva una barra de pan? ¿y entonces, se cierra en algún momento?"

Cabe destacar que esta línea de pensamiento a mi me alteró. Mientras tanto, la señora se puso en la fila de al lado, y de repente oigo:

- ¿Quiere usted pasar?

¿Adivináis?

Sí, era ella. La señora con la que yo había tropezado. Su voz cortó mi pensamiento.

Le cedía el paso.

¿¿??

Es decir, aquella buena mujer, con su mesa para flores o lo que sea que llevara entre las manos con una elegancia... y una manera de sostener el objeto que hacía pensar en un tesoro, le cedía el paso a la señora gritona que amenazaba dejar sin trabajo al cajero que le había dicho que "No". Y mientras una gritaba "que venga el encargado" y otra en la misma fila decía "tiene usted razón, qué mal la han tratado" y yo discutía con mi mente (sin palabras) diciéndome a mi misma: "¡Esa señora gritona no tiene razón y me dan ganas de explicarle la lógica irrefutable del asunto a ver si se entera!"... mientras todo esto pasaba... la señora elegante (no la imaginéis vestida de punto en blanco, era elegante su presencia) va y le ofrece su lugar en la cola.

Y entonces pensé observándola, ¿qué le pasará por la cabeza?

¿No le molesta el ruido y la discordia a su alrededor? 

Y luego me hizo gracia que ninguno de los presentes sabía de dónde venía esa señora, y que antes de cederle el paso a otra enfadada, se había chocado conmigo. Ninguno tenía ni idea de la tremenda paciencia y cortesía que demostraba. Me pregunté... en qué pensaría.

Y... decidí, de verdad, ser amable el resto del día, por lo amable que había sido ella.

Pero esto, claro, nadie de los presentes lo sabe. En realidad no ha sido más que una escena cotidiana de un supermercado.

Saludos!!! 


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