Cuaderno de viaje: Tokyo (Japón) ¡Sí, habéis leído bien! ¡JAPÓN!



Voy a empezar por Tokyo porque es lo que tengo más reciente y porque la ciudad me ha impactado tanto que se merece dividir el cuaderno en 2 partes. Esta primera, para la antigua Edo y también para Osaka. La segunda parte será para Kyoto, Miyayima, Hiroshima, Hakone, Takayama, Gero y Nikko. 

El gran inconveniente de viajar de España a Japón son las horas de vuelo. Unas 18 aproximadamente, y por lo menos un transbordo en China, donde por cierto hicimos colas de 4 horas para pasar controles y controles, un poco más y no nos sobra tiempo para tomar el avión a Osaka. Por suerte íbamos con bastante margen.

Aunque no aterrizamos en Tokyo, como he dicho voy a empezar el cuaderno de viaje por aquí. Yo pensaba que la ciudad no me iba a gustar. Cuando alguien decía Tokyo me venía a la cabeza una macro ciudad, llena de edificios y con gente como sardinas en lata. Gente apiñada y si veis la foto del santuario Meiji en el parque que rodea el palacio imperial (arriba)... veis que hay bastante espacio. Fijaros en los suelos, Japón no tiene papeleras y no hay un solo papel en el suelo. Es... como si lo acabaran de limpiar. Tampoco hay boina de contaminación. La verdad es que resulta maravilloso caminar por calles con tanto civismo. Otra de las cosas que os van a llamar la atención es el número de trabajadores públicos que hay, destinados a decirte por donde caminar, señalar el tráfico, llamarte la atención si te asomas al andén para hacerle una foto al tren bala (no me pasó a mí, pero el vigilante se puso a tocar el silbato). Lo vigilan todo, lo ordenan todo. Y también tienen otra cosa especial: son los más educados del mundo, pero la firmeza del gesto cuando te saltas una norma... impresiona. Quiero decir que son como elegantes pero... no sé. A mí me dejan patidifusa. El idioma también es tremendo: tres abecedarios, el de kanji es Chino  (¡Toma ya! ¡No tienen escritura propia!) De ahí que un chino y un japonés puedan entenderse escribiendo pero no hablando. Es como si escribimos "gato" igual, pero yo digo "gato" y el chino dice "cat". Fijaros qué curioso, el punto común es la escritura. 

Su segundo abecedario es fonético y el tercero es katakana (empleado sólo para traducir nuestros nombres occidentales o palabras extranjeras). El fonético es hiragana (lo que empiezan a aprender los niños, es como el nuestro, sonidos que juntan palabras. Cuando yo descubrí eso me volví loca con tres o cuatro años, pasé un buen rato jugando a tener todos los conceptos del mundo sólo con nombrarlos. Por cierto, lo aprendí con Ra-na) Na-ra Na-na - Ra-na ¡¡Rana!! croak jajajajaj!!! Sí, bueno, imaginaos, era el mejor invento del mundo, garabatos en el papel hacían magia en mi cabeza porque visualizaba el significado. Y ya la segunda parte de la magia de la escritura es cuando puedes hacer que otro lo visualice.

Bien, sigamos. Llegamos a Tokyo, nos hospedamos en el hotel. Miramos la hora... vamos un poco justos de tiempo. ¿Qué hacemos?

 ¡¡El barrio friki!!

Akihabara

La calle "electrica". El paraíso del Otaku: allá que vamos con nuevos amigos hechos en el viaje. Entramos en una tienda y... mil millones de figuritas. Entramos en un pachinko (casa de juego japonesa, algo así como unos recreativos) y mil millones de figuritas y premios. Todo luces, neón, vitrinas, escaleras mecánicas, hileras y más hileras de productos: Goku, Bulma, Vegeta.. Evangelión, oh cielos, Evangelion.... unas figuritas preciosas, un comparador de robots de todas las épocas por su tamaño, llaveros, colgantes, peluches, totoros, ... y más, y más y más y más.




Tres tiendas. Nos dio tiempo a ver tres tiendas porque, de verdad, era algo que saturaba. Si Japón, en su entorno de gran ciudad, tiene algo impactante es la cantidad de estímulos visuales y sonoros que puedes tener en un metro cuadrado. Eso y que los baños se tiran de la cadena solos. 

Las figuras japonesas son bellísimas y están muy baratas. El muñequito de merchandising que en Madrid te vale 60 € aquí vale 18. A cambio, un kilo de manzanas en Madrid vale 3 € y aquí se vende la fruta por unidades y una manzana vale 2€. Un mango vale 10 €.  Yo escuchaba los precios y me daban ganas de reír. ¡Está todo cambiado! 

Para que os hagáis una idea 800 € son unos 100.000 yenes. Los yenes son como las pesetas antiguas. Nosotros en España teníamos una moneda que manejaba cantidades similares. Algo te costaba 2000 pesetas (un taxi) y aquí vale 2000 yenes.

Si quieres saber el precio aproximado de los billetes en relación a los euros, quita los dos últimos ceros. Un billete de 5000 yenes son unos 50 € (menos, unos 47 o 48) Para que te hagas una idea de lo que estás pagando por las cosas. Japón no es caro, al menos de vacaciones. Hay restaurantes fantásticos por 1000 yenes. O sea que comes por 9 € como en España, menú del día y a correr.

Al cabo de 3 tiendas frikis yo ya no podía más y buscamos un burguer japonés, jajajaja. Es que cuando lo vimos en la propia calle no pudimos resistirnos: salsa de teriyaki con queso en el whopper. Comimos fenomenal.

Al día siguiente teníamos una visita guiada. Es buena idea apuntarse a alguna excursión con guía. Aunque el metro es muy claro (está lleno de detalles geniales, por ejemplo, pone lo que se tarda entre estación y estación, pero te tienes que fijar mucho) puede asustar al principio por la barrera del idioma. Otra cosa: en las horas punta la gente entra aunque el vagón esté repleto. Me explico: ¿sabéis eso de un señor uniformado que empuja a los viajeros para que la gente quepa en el vagón? Pues es así. Ya no se ven (dijo la guía) pero cuando tomamos el metro esa tarde, ¡alucinamos! Es que literalmente está lleno pero te empujan igual hasta que todo el mundo va pegado a la espalda del otro. Por eso hay vagones para mujeres. La hora punta es entre las 17,30 y las 18:30 aprox. En Japón se come a las 12:30 y se cena a las 18:00 o 19:00 horas. Los restaurantes cierran a las 21:30. Por algún motivo extraño e inexplicable resulta que en España yo llevo el horario de comidas de Japón. Así que me daba igual (sí, sería feliz cenando a las 8 todos los días y soy de comer sobre las 13:00 horas, cosa que en España es bastante rara. La gente come a las 15:00 y cena a las 22:00)

El motivo quizá de esta aglomeración es que en Tokyo no te venden coche sino demuestras que tienes donde aparcarlo. Hay 69 millones de coches y 120 millones de personas. Y no tienen espacio. No usan el coche en Tokyo para ir a trabajar, no hace falta. Van en metro. Hay metros sin conductor, se cierran solas las puertas cada 50 segundos, ni más, ni menos, es todo automático. Pero la mayoría si tienen conductor.

La visita guiada comenzó en un bosque cerca del Palacio Imperial, donde hay un...

Santuario sintoísta Meiji. Dedicado al bisabuelo del emperador, que fue el que tomó el poder tras caer el último Shogún, o más bien tras cederlo. Tokugawa, seguro que os suena. Me leí la novela Shogún con 14 años pero en cuanto me sea posible la voy a releer de nuevo porque ahora va a ser muy especial. El emperador desciende de un dios sintoísta (una diosa, el sol) y siempre ha sido un símbolo en Japón al que reverenciaban todos (la diosa les trajo el arroz). Ahora bien, los señores feudales (daimíos) peleaban entre ellos, con sus samurais. Y al que era más poderoso el emperador le daba título de Shogún. En la práctica, el Shogún gobernaba Japón. Hubo tres familias... hasta que el último shogún devolvió el poder al emperador y entonces empezó el periodo Meiji. Tras la Segunda Guerra Mundial se decidió que el poder ya no fuera de una sola persona. Se escribió una constitución y el emperador pasó a ser lo que el rey de España: un símbolo. Se encarga de representar el país. Pero no toma decisiones. Los japoneses dicen que nacen sintoistas y mueren budistas porque su religión es ecléctica. El sintoismo adora la naturaleza y cree en ocho millones de dioses relativos a ella. No tienen libro escrito, no existe o no saben quién dio origen a esta religión. Cuando nace un niño van al santuario sinto a dar las gracias. Sin embargo, esta fe no habla de la muerte. Por ello, cuando mueren, toman como creencia el budismo que sí habla de lo que pasa al morir y del ciclo de renacer. Al ser creyentes de ambas cosas, aceptan celebrar la Navidad, por ejemplo. Aceptan la posibilidad de creer en varias cosas a la vez.





Esperar una ciudad abarrotada y encontrarme en medio de un bosque centenario de 120.000 cedros, azaleas y pinos japoneses (pino negro) fue una gran sorpresa. Y luego está esa puerta. Yo sé que si la miráis veis una puerta. Sí, impresionante, . En Japón hay muchos toris. Ahora yo os invito a que paséis por debajo. Porque ahí hay algo especial. Yo no sé si será la densidad de la madera.. el bosque o qué. Pero os aseguro que pasar por ahí es como si algo saludara a otro algo. Así me sentí yo. Más o menos, no lo tengo muy claro. Sé que no tiene mucho sentido. Tú pasas por ahí y se siente algo muy raro. De verdad, es como sentir algo fuera y dentro a la vez. Es extraño. Y tiene que ver con esa puerta porque me acerqué a ella y os digo que en esa madera hay algo. Ya sea su peso, ya sea otra cosa. Si te acercas a esa puerta se siente algo especial. 

Ninguno de los otros toris me produjo efecto alguno. Salvo ese.
Se nota que el bosque es muy antiguo. Y tiene mucha paz. A lo mejor eran los árboles.

Luego caminas hasta el santuario (foto que abre esta entrada) y allí hay un árbol de alcanfor que tenéis que ver. Está a un lado del lugar en el que se hacen las plegarias, haciendo esquina. Y yo no he visto cosa igual. Es el árbol más increíble, más... es que es como una esmeralda. De verdad, es perfecto. Es tan perfecto que en vez de poner foto, os invito a ir a verlo. Fijáos si debe de ser bonito. Es armonioso, es... maravilloso.

Siguiendo el rito sintoista de hacer una reverencia, dar dos palmadas, pedir un deseo y luego dos reverencias o algo así, pues pedí... ¡¡Ah, secreto!! jajaja! No, es broma: pedí bienestar y felicidad para todo el mundo, incluida yo.

Tras esto, fuimos al templo de Asakusa Kannon, que no me gustó. Por dos motivos: primero, estaba abarrotado. Segundo: es un mercado. Yo sé que esto es algo personal, pero... era como el rastro de Madrid. A todo el mundo le encantó, compramos cosas, está muy animado, pero yo me quedo con el sintoísta y el bosque. Eso sí, conseguí esta bella imagen:



De ahí fuimos a ...

Ginza. La milla de oro de Tokyo, el equivalente a la Calle Serrano de la capital nipona. Vimos un prototipo de Nissan que es algo impresionante. Muchas tiendas, mucho Prada, "mucho caro todo"... Que si aquí compra Brad Pitt, que si allí monta en el bus un jugador de fútbol y nadie le molesta porque en Japón somos muy respetuosos. Todo genial, pero a mí las tiendas no me interesan.

Allí acabó la visita y nos juntamos cuatro viajeros y decidimos... ir a Daiba.

Daiba es una isla artificial, donde los japoneses van a cenar, al cine, etc. Tiene una estatua de la Libertad de mentira y un muñeco Gundam de no sé cuantos metros. Poner "Gundam de Daiba" en google. Es... bueno, uno de esos muñecos. Era divertido compararlo con un Eva (de la serie Evangelion) y con los posteriores monstruos de distintas series: que si un Transformer mide 8 metros, que si un kaiju mide el doble...

Empezó a llover, nos metimos por una puerta y nos encontramos una exposición alucinante de coches antiguos, entre los que había un Delorean y alguna otra rareza:


Y cuando ya crees que es imposible llevarte más sorpresas, sales al exterior y de repente ves esto:



Y ahí te quedas ya con cara de idiota, estupefacta, pensando: ¿pero... pero Tokyo era así? ¿¿?? ¿Tokyo tiene estas vistas? Los cuatro que decidimos ir a Daiba no nos lo podíamos creer. ¡Qué bonito era todo!

Entre medias, los huecos libres del día, habíamos aprovechado para comer en los alrededores del mercado de pescado (el más grande del mundo, por lo visto, ¿y a que no sabéis? ¡la segunda lonja más grande es Madrid!!!!)

Y también el chaparrón nos hizo refugiarnos en un templo budista por pura casualidad y ver parte de una ceremonia.

Yo no esperaba que me gustara Tokyo. Y apenas han sido dos días en Tokyo lo que hemos pasado pero... tengo que reconocer que es una ciudad desconocida y amplia. Yo no esperaba una ciudad amplia. Fijaros que bahía. 

En fin, tras esto, llegará otra entrada con Osaka (mejor lo dejo para la segunda parte) y el resto del viaje.

Saludos !!! 
Oyasuminasai!!!

2 comentarios:

Davidel dijo...

Qué bien escrito y que interesante resulta. Creo que has transmitido algo de allí y es la calma y tranquilidad al leer 😊 esperamos la segunda parte.
Qué sigas disfrutando!!

Nelly dijo...

Tengo una morriña que no la entiendo ni yo...Japòn tiene tanto para descubrir!!!
Gracias, David!!
En breve retomamos nuestro proyecto 😜

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