La ecuación - Cuentos del niño mensajero

- "Todos los seres humanos te fallan" -leyó Memphis en su pizarra de desarrollo de teorías.
La alcaldesa de la ciudad estaba escribiendo con los rotuladores negros de la científica. 
- ¿Te duele algo? -le preguntó.
Pero Nelly no contestó. En lugar de eso, siguió escribiendo:

"Cuando alguien te falla, eso provoca sufrimiento". Añadió un signo que significaba "por tanto" y concluyó su ecuación: "Luego lo mejor es no tener cerca a nadie". "Cero seres humanos = cero dolor". Y subrayó el resultado. 

- Interesante -contestó Memphis-. Mmm... pero creo que es inexacto. Tu premisa sería correcta si los seres humanos no fueran seres sociales. Por el contrario, podría mostrarte una gráfica en la que la felicidad de los que te rodean y la tuya mantiene un relación directamente proporcional. Lo que me lleva a repetir la pregunta: ¿te duele algo?


Nelly dio media vuelta y cerró su alcoba de un portazo. Intentó cerrar con llave pero esta se atrancó en la cerradura. Observó el mecanismo con pupilas inmensas porque a través de las lágrimas parecían más grandes. 

- La ecuación es correcta -gimió Nelly-. La he comprobado miles de veces.

Memphis sabía que el Muso había estado en la Ciudad por la mañana y se preguntó si aquel derrumbe emocional no tendría que ver con él. Apareció sin que le hubieran llamado y pasó la mañana en el ayuntamiento. La científica expuso a Nelly una premisa muy corta, muy cierta, y apenas dicha en voz baja para no molestarla. "Pero él te ha echado una mano, ¿no?". La alcaldesa giró la llave y se asomó: "Ese es el problema". Ella no lo había pedido. Apareció con sus aires de semi-clandestinidad, como si fuera un pirata o un vampiro, y trajo flores. Claro que a la alcaldesa le encantaban las flores. Pero después de invitarla a desayunar, ella empezó a animarse demasiado. Le regaló un unicornio de colores. Luego puso un barco de papel a navegar en una bañera, después le enseñó a atrapar rumores y meterlos en un frasco de cristal y por último pintó una telaraña con rotuladores.

Bastó un gesto, un leve gesto, y que se marchara sin una palabra para que la alcaldesa se quedara absolutamente desolada. Sintiéndose abandonada como un frasco de purpurina al que no le quedaba brillo.

Memphis intentaba comprender a Nelly. Como científica, a ella no le importaban demasiado los sentimientos sino por qué ocurrían. Y el misterioso caso era que una persona se había portado bien y eso solo había traído tristeza. Luego algo estaba mal. Algo había que corregir.

La llegada del cartero habría llenado la casa consistorial de alegría de no ser porque nunca lo había visto tan enfadado. 

- Se ha encerrado -dijo señalando la puerta- Habla tú con ella porque está muy rara.

- Cuando está así no hablo. No me escucha. Solo puedes acompañarla. 

- ¿Y entonces qué haces aquí?

El niño mensajero levantó una carta y esperó paciente a que Memphis, sentada en el sofá, la leyera.

- Recibo peticiones a diario pero nunca había leído algo tan estúpido como esto.

"¿Para qué sirve el amor?" leyó Memphis.
La letra era de Nelly, sin duda.

- Lo que ha escrito a continuación mejor no lo leas. Puede que a ella le parezca sensato en este momento, pero no sabe lo que está pidiendo...

- ¡Hombre, no sé! -exclamó Memphis-. Al paso que va se hará realidad. Tiene su lógica.

- ¡Nelly, sal de ahí! -gritó el cartero llamando a su puerta- Necesitas urgentemente que hablemos.

- ¡¡No necesito nada!! -gritó la alcaldesa- Además, he perdido mis gafas.

- Como no salgas de ahí haré realidad tu deseo. Y te advierto que hasta las piedras "aman", así que no te gustaría saber en qué ibas a convertirte. 

Hubo un silencio. Al poco rato, una Nelly llorosa precedida de unos zapatos mojados se asomó al salón del ayuntamiento.

- ¿Tan dolida estás?

- ¡Sí!

Se dejó caer en el sofá tristemente, pero en esta ocasión sin rastro de cólera. 

- Sé razonable... algo habrás aprendido.


La alcaldesa se cruzó de brazos, arqueó la espalda, y un pájaro se posó en ese instante en la ventana. Comenzó a danzar pero nadie le hizo caso.

- ¡¡Quiero una ecuación que evite el sufrimiento!!

El cartero se frotó las cejas con una mano. 

- ¿Te refieres al tuyo?

Ella asintió.

- Quieres una ecuación que evite el abandono.

- ¡Ahí le has dado! -dijo Nelly. Y se echó a reír.

En espera de que las cosas mejorasen, Memphis se puso a idear ecuaciones, a cada cuál más disparatada, mientras el niño mensajero le preguntaba a la alcaldesa si prefería feldespato o cuarzo para hacerle un trasplante de corazón. 

Al caer el sol, el tic-tac del reloj acompasaba sus respiraciones en medio de un silencio tranquilo. La alcaldesa juzgo oportuno disolver la reunión.

- Crees que se va a rendir.. -dijo el mensajero a la alcaldesa, mientras le acompañaba hasta la puerta.

- Cuando algo no tiene remedio...  -Nelly asintió - Además, no me fío. Sólo es trabajo.

- No le conoces...; que estás empeñada en ser infeliz él ya lo sabe. 

- ¡¡¡Yo no estoy empeñada en nada!!! -de un empujó sacó al cartero de la casa consistorial y cerró. 

Giró la llave tres veces.

La compasión que emanaba de los ojos del niño era infinita cuando alzó la vista al cielo plagado de estrellas. Después metió una mano en el bolsillo de su pantalón y acarició la llave que abría todas las puertas de la ciudad. Por el momento, sería mejor guardar el secreto.

FIN. 


  

2 comentarios:

José Cruz dijo...

Me gusta.

Nelly dijo...

Muchas gracias, José. 😊
Se lo diré al Muso : "Mira cuánto lloro x tu culpa y salen cuentos hermosos". Seguro que se rìe.

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