Sueños que son historias - El edificio.
¡Me estoy leyendo un libro nuevo que se llama "Aprendiendo de los Lamas"!
Y es maravilloso.
Dice que la mente es una energía y la conciencia misma. Por fin una buena definición de mente. Añade, además, que "meditar" significa "familiarizarse" con nosotros mismos. Y luego dice que actuamos ("sentir" quizá sería más adecuado) de un modo u otro porque nuestro cerebro se ha familiarizado con esa forma de reaccionar. Pues lo voy a traducir a términos científicos: nuestra manera de ser viene determinada por los "carriles" que siguen los impulsos del cerebro año, tras año, tras año, tras año... es decir, no lo sabemos, pero ante cada cosa que ocurre, nuestro cerebro tiene unos nanosegundos de "indecisión". De reacción. Y el cerebro elige según elecciones previas. O sea, una araña venenosa es mala porque lo ha sido anteriormente. Pero cuando la vemos, realmente, el cerebro no tiene una respuesta inmediata. Elige. Las emociones se eligen. Esto es.. importante.
Yo lo sé por un documental de ciencia y porque abre las puertas de la programación neurolingüística y porque me lo he preguntado siempre, ¿qué es antes, la emoción o el pensamiento?. Y me hace gracia... que ahora me lo planteé con un lenguaje diferente una monja budista. De hecho, ¡cielos, ¿cómo lo sabe ella?! jajajaj! El libro está escrito en 1984.
Bien, ¿por qué la entradilla del libro? Porque según la autora, hay varios tipos de conciencia: la sensitiva y la mental. Y los sueños y los pensamientos están en la mental. Y ... no lo iba a escribir pero ya que estoy.... relato el sueño:
CC Image |
Estaba en un edificio. Trabajando. Era sábado... y algunos sábados trabajo. Vi a una compañera con la que hablé ayer y ... bueno, ayudaba a unos y a otros... Cuando de repente, un amigo mío, escritor, que acaba de ganar un premio, entra por la puerta.
Y es curioso: no había puertas.
Así que simplemente atraviesa el umbral del espacio.
- ¡Caramba, Nelly! ¿Qué haces aquí?
Este autor me llama Nelly, siempre. Me llama Nelly en la vida real. Quizá porque... bueno, nos conocimos así. Acaba de ganar un premio muy importante y ha salido en los medios así que no diré su nombre.
- Pues trabajando -le dije-, ¿y tú?
- Estamos celebrando que me han dado el premio (...) ¿Quieres venir?
- Ah... no puedo. Tengo que trabajar.
- Esta bien, como quieras. Estamos ahí al lado.
Justo en ese instante una chica me llamó muy angustiada. Al parecer le había llegado un correo electrónico que no era para ella, de un ex-empleado. Y se asustó. Traté de calmarla y le dije: "mira, ese empleado no te ha escrito a ti, simplemente, mandaría un mail a todos sus contactos y como ha trabajado en la empresa, pues te ha llegado al correo. Nada más"
(** son este tipo de cosas las que hacen que luego, si me llega un correo durante el día que no debe llegarme o si veo a una persona que no he visto en diez años pero aparece en un sueño... y casualmente me la encuentro ese día... en fin, a veces me pasan cosas raras. Como me llegue una comunicación que no era para mí... ya veréis.. jajajaj! me enfadaré)
Por algún motivo que ya no recuerdo abandoné aquel espacio y crucé al otro lado, donde mi amigo escritor seguía de fiesta. Caminé hasta una pequeña cocina y le vi allí, de traje, y rodeado de muchos periodistas, invitados, etc. Bueno, en realidad en la cocina sólo estaba él...¿?y un gato? Pero fuera en el salón o la sala grande había mucha gente feliz de fiesta.
- Nos hemos quedado sin hielo -me dijo el escritor.
- Ah. Yo no tengo -respondí.
Y al cabo de un rato, dije: "será mejor que me vaya".
Y me di la vuelta para volver a la oficina... sólo que entonces entró una tercera planta en escena. Me refiero... a la tercera planta del edificio. (Luego veréis que eran tres). Al darme la vuelta... vi unas escaleras de madera, estrechas pero bonitas, muy bonitas, y en la parte de arriba de aquel edificio diáfano... estaba una amiga. Tampoco voy a decir su nombre. Pero...es mitad asiática. Así que... no me extrañó verla... tan elegante como siempre, tan preciosa como siempre... y me quedé pasmada.
Bajó las escaleras la mar de tranquila. Creo que iba hablando por teléfono. Y al llegar a la planta de la fiesta, continuó andando tras saludarme. Llevaba puesta una bata... sólo que era un kimono. Las escaleras que conducían a su casa estaban adornadas con algunos objetos: macetas, flores. Todo era como muy natural. Madera.
"¿Has visto?" pensé (muchas veces pienso para mí misma en estos términos) "Lleva un "kimono-bata". Es precioso. Me pregunto si se pondrá de moda. Debería ponerse de moda algo así, parece muy cómodo..."
No, en serio, el traje era una maravilla. Parecía futurista. Imaginaros un kimono pero de un material más grueso, más "achuchable". Rollo albornoz de baño. Pero corto. Y precioso. Debería dibujar ese kimono.
Mi amiga siguió hablando y bajando escaleras... y así la seguí... hasta la primera planta.
Por eso os digo que había tres plantas.
La primera planta era una tienda. Una tienda friki. Y allí me encontré con algunos amigos.
- ¡Hombre, (usaron mi nombre real para llamarme)! ¿Qué tal?
- Hola -contesté.
Me quedé admirada mirando la tienda. Mis amigos me dijeron que ya que estaba allí, que por qué no quedábamos con otros amigos, que si nos íbamos a tomar algo, etc. etc. Mi otra amiga se había ido. La del kimono.
- Yo no puedo -dije-, estoy regresando del trabajo -añadí-. De verdad que no puedo.
- ¡¡Oh, venga ya!! -contestaron. Sí, esto es como la vida real.- ¡Venga, hace meses que no nos vemos!
Jo.
- Bueno, esta bien... no sé.
Que hicieran lo que quisieran. Yo me iba a ir. Antes de marcharme curioseé las estanterías. Estaban repletas de objetos. Miles, cientos. Naranjas. Había figuritas de ocho mil cosas. Pero preciosas, muy... armoniosas, ¿no? Como esas tiendas de figuritas en las que todo queda bien... porque son tiendas.
"¿Debería llevarme algo?" me pregunté. "¿Debería llevarme algo de esto? ¿Necesito algo de esto?".
((No lo hagas.))
Hum. Mi pensamiento despertó por fin.
Me responde sin palabras, no os penséis. Pero me responde.
"¿Por qué? Aquí queda bonito" me dije, mirando los artículos. Había tantas cosas. Tantas cosas absurdas. Tanto para comprar. Dudé. Pensé que igual necesitaba algo de eso. Figuritas de adorno, jarrones, cajas, cofres, recuerdos, cosas frikis, comics. Cientos de comics...
(estas tirando trastos de casa porque buscas algo)
Uy. Eso era verdad. Si estaba regalando y despejando la casa (de hecho, vaciándola de un modo absurdo), ¿qué sentido tenía comprar algo solo por el impulso consumista que despiertan los lineales de las tiendas?
Ninguno.
Justo en ese momento se me acercó un señor mayor. Un viejo. Vamos a entendernos. Se me acercó un viejo desconocido.
- Hola -me dijo.
Ufff, genial. Yo con ganas de irme a casa y se me acerca un extraño. Si, mire, bien, "hola y adiós".
Salí a la calle. Mis amigos iban detrás pero ya no les hacía ni caso.
Y entonces el señor, antes de despertarme, me dijo:
- ¿Sabes que Madrid está lleno de lugares preciosos y secretos para fotografíar... a cada paso?
Y me desperté.
aaaaaaah....
hum.
Luego hice esta valoración del sueño: "mi amigo escritor y el trabajo (carrera profesional/ y libros), estaban ambos en la segunda planta. Y eran lo mismo en cuanto a valoración. El trabajo, mi carrera de escritora. Lo valoro igual. Por encima de eso... esta la belleza de lo que admiro. Las escaleras de madera... Japón. Todo lo que admiro, todo lo que quiero ser... todo aquel del que quiero aprender (y ya sabéis bien de qué hablo). Eso está por encima de mi trabajo, que si os fijáis, era la planta en la que se desarrolla casi todo el sueño. En lo que yo estoy centrada: libros/y mi profesión. La planta en la que yo me muevo es la segunda. Ocupa mi tiempo, mi esfuerzo, me gusta claro. Por encima está lo que admiro. Y debajo de eso... una tienda. Una tienda repleta de cosas bonitas pero innecesarias.
Este sueño, y creo que lo he comprendido, ha sido muy importante para mí.
Si según el libro es la experiencia "mental" o la conciencia mental, debo decir, ¡bien, por una vez, cabeza, te comprendo!!!!!
Es mi escala de valores actual.
Interesante.
Saludos!!!!
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