Sueños que son historias



Esta semana mi mente está muy soñadora. La verdad es que no los iba a escribir, pero por un detalle de hoy, voy a hacerlo:

Sueño de hoy. 

Pues hoy he soñado que iba en coche a una conferencia sobre la felicidad. Una especie de charla, o algo. De esas cosas que se anuncian en un papel por las calles. Y fui en coche, lo cuál es bastante ilógico, porque yo no me suelo mover en coche. Al trabajo sí. Pero al resto de sitios o voy andando o voy en metro. Pero esta vez, decidía ir en coche. Vale. Resultó que la conferencia estaba en un barrio en el que yo vivía de niña. Y las calles eran cuadriculadas, es decir, regulares. Había un parque. Así que llevé el coche a través de la cuadrícula, y leía los carteles: "Calle Ábaco...", "Calle Francisco...", "Calle..." la verdad, habría sido bonito recordarlas. Eran muchas, y cada una con su cartel. No sé cómo a mi cerebro le da por inventar ciudades. Pensé en girar en una de ellas pero estaba prohibido.
"Prohibido a los dos lados" -me dije.- Hum...
Pero no me asusté porque el trazado era regular, lógico, así que bajé una calle más. Las señales de prohibido estaban de espaldas a mí.
- Si pone prohibido a los otros... es que yo lo debo tener permitido -me dije. 
Giré a la derecha y vi un hueco.
- ¡Mira que bien, para aparcar! Ahí cabe mi coche -esto también lo pensé, no lo dije.
Pero, ¿cabe de verdad? Soy muy asustadiza. ¿Y si me equivoco de sentido?
Usé la lógica. Había otro coche aparcado con el morro mirando hacia donde miraría el mío si lo aparcaba, por tanto, ese coche había usado el mismo camino, antes de que yo.Luego la dirección era correcta.  Vale. Entré en la calle y aparqué.
Me bajo del coche. 
Y de pronto:
- ¿¿Nelly??
Toma ya. En un sueño me llaman Nelly. Lo más. Solo los del Foro literario me llaman así. 
Me giró y veo a una chica:
- ¡Nelly, eres tú! 
Lo, entre comillas, "malo", de tener 400 compañeros de trabajo es que no siempre recuerdas el nombre de todos. La chica me sonaba un montón. Muchísimo. Pero ni idea de quién era. Era pelirroja. Igual una amiga de la infancia?. Hum. ¿Del curro? Debía de ser del curro. 
Ella estaba muy asombrada de verme, y me dijo:
- Qué guapa estás. ¿Qué haces para estar tan guapa?
((¿¿?? ¿¿¿¿¿¿ein?????))
Vamos a ver si lo logro explicar. Daba la sensación de que esa persona no me había visto en veinte años, y que le sorprendía mi aspecto. No es que yo estuviera guapa. 
Tenía dos opciones: decirle la verdad: "no tengo ni idea de quién eres", y alargar el momento incómodo, y largarme a toda prisa a la conferencia (era a las 5 y media y ya llegaba tarde, seguro). Opté por la opción dos. Le seguí la corriente:
- Sí, bueno... no hago nada, muchas gracias.
Y cerré la puerta del coche. Bien. Aquí viene el motivo por el que escribo el sueño. El coche era de cristal. Era un espejo. Es decir, al cerrar la puerta y contemplar mi aparcamiento, lo que vi fue una preciosísima imagen del sol...del parque, de la calle... y mi coche lo reflejaba todo. ¡¡¡Y ni siquiera entonces me desperté!!! Eso es lo que ... cielos! ¿¿cómo se puede ver algo así y no darte cuenta de que algo no cuadra????
Claro, me quedé mirando el coche. Era bellísimo. Despareció. ¿Lo entendéis? Al cerrar la puerta (abierta sí veías el interior) el coche y la calle eran lo mismo. Sin serlo. El coche reflejaba la luz. Solo quedaba la cerradura. Como para estar segura de aquello, metí la llave, abrí la puerta, de nuevo vi el interior, y la cerré. Tuvo el mismo efecto. Todo brillaba. El sol que se ponía, y el coche que lo reflejaba todo. 
"Caramba, qué coche tan bonito tengo".
jajajajajaj!!
Vamos, estupefacta mirando mi vehículo.
- ¿Y a dónde vas? -me dijo la chica.
Por cierto, no os lo dije, ella iba con una niña y tenía una bolsa de la compra.
- A una conferencia, pero me tengo que dar prisa.
- Ah, pues muy bien. Yo vengo de la compra -me dijo- y ahora voy a casa...
Echamos andar, parque arriba y entonces pasó otra cosa rara. Tropezamos con otra familia, o sea, nosotras subíamos y ellos bajaban. En la familia había también otra madre que llevaba un niño en brazos.
Solo que aquello no era un niño.
Esto sí casi logra despertarme. Parecía un ser humano, pero... tenía rasgos de animal. Así que me paré. En serio. Me paré y hasta me volví para mirar aquello porque no era normal. ¿Me estaba confundiendo y llevaba en brazos una mascota? Pero no, parecía un niño de tres años...
- ¿Qué pasa? -dijo mi amiga (bueno, la otra chica)
- Esa... -señalé a la otra familia-, esa mujer... lleva...
- ¿Qué?
- No.. nada, déjalo. Me he debido confundir.
Para cambiar de tema, le dije:
- ¿Qué has comprado?
(estaba claro que a la conferencia ya no llegaba)
La pelirroja me dio su bolsa de la compra. Me dijo qué llevaba, no me acuerdo de todo, y lo último que me dijo fue:
- Mira, y estas extensiones de pelo (de esos adornos que venden en algunos bazares)... y unas medias.
Abrí la bolsa en la que iban. De plástico.
- ¿Extensiones de pelo y medias? -miré el envoltorio-, esto viene de China. (de pronto me entró la risa), ¿quién puñetas embala unas extensiones de pelo y unas medias juntas? ¿para qué fin se venden dos productos tan distintos...en una misma bolsa?
Y me desperté. 

Caramba, un coche de cristal... un coche-espejo. Para ir a todas partes, ¿os imagináis?

Vamos con el sueño de ayer (es más corto)

Sueño de las etiquetas.

Ayer no lo habría llamado así, pero bueno. Es más corto. Estaba en el trabajo. Quería tomar un café. Pero no tenía monedas sueltas. Esto es habitual. Llevo un par de días preguntándome sino sería mejor comprar un calentador de agua portátil, porque yo soy de té, más que de café. 
Me acerqué a la sala de descanso y al ver que no tenía monedas, digo, bah! pues sin café. Y entonces alguien me dice:
- Eva, mira, aquí tenemos cosas para tomar.
Eva sí es un nombre cotidiano. Más normal que ser llamada Nelly. Nelly es un nombre especial.
Bien, me doy la vuelta y veo que una máquina sirve agua, ¡¡¡y tengo mil sobrecitos para elegir!!!
Café express, café descafeinado, té, poleo... ¡la gloria!
Me sirvo agua. Selecciono el sobre de café descafeinado Nescafé (con marca y todo, me encanta). Lo abro, echó el contenido del sobre en el agua.
¿¿??
Desilusión. 
- Pero... pero esto no es café. Es azúcar!
Agua con azúcar. Puaj!!!
Me miran, miran el sobre, miran el contenido.
- Ah, sí, es azúcar -me dice otro compi-. Es azúcar.
AAAAh.
Vale.
(Intento captar la lógica del asunto pero en ese punto del sueño no la pillo)
- Vale, pues pruebo con té negro o té rojo.
Otro vaso de agua. Leo la etiqueta. Abro el sobre. Lo echo.
- ¡Pero esto no es té! ¿qué puñetas es esto?
A nadie parece importarle, de mis compañeros, que en las cosas de la mesa ponga una cosa, y en verdad sean otra. Cosa, por cierto, que a mí no me hace pizca de gracia. A mí me gusta que las cosas sean lo que las cosas dicen ser.
¡Puñetas!
Tengo agua mezclada con unos polvos negros que no son té. Y el café, resulta ser azúcar. 
Llega otro compi:
- ¿Qué tenemos? 
- ¡¡Nada!! -exploto-, nada porque el café es azúcar.... y ahí pone té, pero no lo es. 
Espera un momento. ¡Lo acabo de pillar! (eso creí), en los sobres vienen las cosas que sirven para... no lo que las cosas son. ¿No? ¿Es eso? el del café tiene azúcar para el café.. y el del té polvos negros que no sé ni lo que son...pero alguna utilidad tendrá.
Le explico a mi compi que allí no hay nada que hacer. Otro compi me dice:
- Eva, ¿te invito? yo tengo unas monedas..
- No, no -le contestó. Ya estaba bastante contrariada. 
Si no hace falta, le dije. El café ya es lo de menos. Lo que hay que hacer es ordenar el mundo.
A esas alturas ya no sabía qué me apetecía, y me sentía de lo más frustrada. Pero era anecdótico y divertido.
Y me desperté.
A este sueño sí que le di vueltas porque no sé qué significa. 


0 comentarios:

Publicar un comentario

 

 

 

Creative Commons License
contador de visitas para blogger por paises