Sueños que son historias: El sueño de los zombies.


Pues que seguimos con las mismas... jajaja!
Soñando cosas "mu raras"

El sueño de los zombies.

De algún modo incomprensible llegaba a una realidad paralela en las que los seres humanos comían mucha carne. Sí, ya sé que suena ridículo. Pero comían tanta, tanta... que se habían vuelto unas criaturas ansiosas, sin sentido común, y que acababan por comerse unos a otros. Era una sociedad de carnívoros caníbales, ansiosos. 
¿Por qué sueño estas cosas?
Se habían idiotizado. Andaban por las calles buscando comida y dando tumbos, como si fueran zombies. Eran agresivos.  
Y tenían un jefe.
Yo llegué hasta allí con una amiga. Por algún motivo incomprensible, el jefe se encapricha de mi amiga, así que terminamos las dos en la Casa Presidencial del jefe zombie.
Imaginaos.
Y para salir de allí... nos lo teníamos que cargar.
***Bien, cabe destacar una cosa. No todos los personajes eran de esa naturaleza. Había uno que se parecía a cierto actor en cierta película que no voy a nombrar (bueno, vale, sí, era Morgan Freeman en "Como Dios", o sea, hacía de Dios... ¿no? ) Bueno, fuera como fuese, había un personaje que hacía de guía. Pero no sé para qué puñetas nos lleva un supuesto guía llegar hasta semejante infierno. Qué queréis que os diga. Existía algún motivo pero a mí se me ha olvidado. Era algo que teníamos que hacer o que descubrir.  
El caso es que yo no era capaz de matar al jefe zombie y mi amiga creo que tampoco. Así que me puse a barrer su casa. Habría que poner orden allí y mientras yo barría, una horda de zombies come-carne empujaban unas rejas de metal, pidiendo y gritando. Comida, carne. Empujaban las rejas una y otra vez. Es curioso. Iban vestidos de traje. Tanto ellos, como ellas. 
- Vaya sociedad esta -pensé mirando para abajo.
No os lo he dicho, la casa del jefe zombie estaba en una torre.
Por algún motivo había que matarle antes de no se qué hora. Pero ni yo podía y mi amiga no sé ya ni donde estaba. Sólo sé que en un momento dado los zombies echaron abajo las rejas y yo me dije: "Me voy".
Me voy, me largo, a la porra los planes.
Intenté ir a por mi amiga pero dos zombies me cortaron el paso. Y alguien (¿ella?) me dijo:
- ¡Vete, da igual! ¡¡VETE YA, VENGA CORRE!!
Y me fui.
Si el plan era matar a un zombie yo desde luego no valía para eso. Me fui. Me largué. Intentaban atraparme. ¡Menudos caníbales!
Y poco después topé con el personaje que no era malo.
- ¡¡¡¡Ayúdame a salir de aquí!!!! ¡¡¡no sé por donde salir!!!
A lo que él contestó con toda la tranquilidad del mundo:
- Ya. Como si tuvieras algún problema para escapar de un sitio, volando. 

Dijo eso y se fue. Paseando tranquilamente. Como si nada.
Volando. Hum. 
Sí, claro, me paso muchos sueños volando. En eso soy una experta. 
- Ah, pues vale.

Me subí a un tejado. Salté. 
¡¡¡¡Como mola!!!!!
jajajaja!!! Me encanta, me encanta volar!!!
Pero volar tiene una cosa. No es fácil. Como no tengas cierto estado de ánimo, no vuelas. Así que fui a saltos de un tejado a otro tejado. Con muchos zombies allá abajo en el suelo. Pero cada vez eran menos porque me escapaba y no es fácil seguirme por las azoteas. Y entonces llego una zombie muy pesada que me empezó a seguir por todas partes.

- ¡¡Déjame en paz!! -le dije-, ¡yo no voy a arreglar tu mundo! ¡No pienso volver!

Vete tú a saber porqué puñetas teníamos que estar en esa realidad extraña de zombies.
La zombie no sé qué me dijo. Este es un sueño confuso. Algo de regresar. Creo.
De un salto me subí a un edificio más alto aún. Y miré hacia el norte. Creo que era el norte. El atardecer quedaba a mi izquierda. Pero no es que fuera atardecer. Ni mucho menos. Me di cuenta de que mi casa estaba en cierta dirección, pasada la ciudad, cruzado un río.
Pues "pa´lla" que voy.
Ahora sí, el salto se las traía. Debía de estar en el edificio más alto del universo. O algo así, jajajaja. No, tampoco tanto. Era una ciudad con rascacielos, moderna, pero cada vez... ey, espera un momento, durante todo el sueño la ciudad zombie estaba limpia. ¿¿¿Cómo podían aquellos seres ansiosos y ambiciosos tener una ciudad tan limpia???
¿¿??
Bueno, da igual. El caso es que más me valía volar bien hasta mi casa. 
Cada salto, cuando vuelas, es un salto al vacío. De hecho empieza como un salto al vacío. 
Respiré hondo. 
Me dije: "vamos que puedes hacerlo".
Y salté. 
Y claro, volaba. Es genial. Volé y volé y volé más hasta que casi llego al río. Allí había mucha naturaleza. Y vi un perro. Un perro revolcándose en un césped verde.
"Qué suerte tiene" pensé "mírale, está ahí sin hacer nada, más que revolcarse. La vida de un perro debe ser fenomenal. Me pregunto cómo sería mi vida si solo tuviera que hacer eso".

Pasé por encima de él, y dije: "hola perrito, ¿qué haces?" en ese tono que los humanos usamos para decirle algo a un ser estúpido. Y entonces va el perro y me contesta!:

- Buenas tardes.

Toma. JAJAJAJAJA! jajajaja! Lo más.
Pues no me quedé cortada ni nada. Era un labrador.

- Me estoy revolcando en el césped -me dijo-. Y tú vas para tu casa.

- Sí... sí...

Ay madre, ¡pues no era un perro listo!. Mi casa estaba ya muy cerca. Era bonita, por cierto, de madera. Sobrevolé el río y me desperté.


Conclusión: nunca os dirijáis a un perro como si fuera tonto.
JAJAJAJA!



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