De visita por París...

Hay quién cuando se deprime se compra una tableta de chocolate o se va de compras. Yo hice una maleta y me fui a ver a una amiga mía a...

¿Lo adivináis?
Todas las fotos de la entrada las hice yo durante el viaje. La verdad es que echaba de menos cambiar de aires, la echaba de menos a ella y me apetecía... o más bien, diría que me hacía falta, el viaje

A diferencia de otra vez anterior en la que fui a la ciudad como turista, con objetivos de visita muy claros, ésta vez mi intención era simplemente pasar unos días con una amiga muy, muy lejos, de mi vida cotidiana. 

Aunque sorprende que a veces, vayamos donde vayamos, las realidades humanas son parecidas. 

La ciudad de París tiene 10 millones de habitantes. Y eso se nota. Se nota en los Boulevards abarrotados de gente que corre de aquí para allá. Si te apartas, bien. Si no, te pisan. También, me ha dicho mi amiga, te pueden dedicar unos insultos en francés. Que suenan más suaves y hasta da gusto oírlos, ja ja ja...

El idioma es... raro. Pero más raro es aún la cara con la que te sonríen cuando hablas español. Que sí, que vengo de sur. Que no se decir "mercy" con ese acento raro, ni "d´acord" porque no dispongo de ese sutil modo de arrastrar las palabras. Me gustaría aprenderlo, no digo que no. Mi profesora de la E.G.B decía que mis tildes sobre las palabras eran francesas. No hubo manera de quitarme esa costumbre que aún mantengo (escribo las tildes del revés, desde que empecé a escribir), pero aparte de eso, el idioma es un gran desconocido.

La calle es como treinta veces más multicultural que la de Madrid. Ves religiones mezcladas, razas mezcladas, idiomas mezclados... a los parisinos se les distingue por la prisa (no importa raza, edad o religión) todos van con prisa. Me he dado cuenta de que Madrid copia a París. Y una amiga mía desde España me dijo: ¿es que no te has dado cuenta de que los primeros Borbones trataron de imitar la corte aquí?

De La Corte, hablamos luego. Porque tela. 

Las avenidas más grandes de Madrid, sus barrios más cuadriculados y planeados, las casas, las ventanas, las buhardillas donde dormía el servicio... se parecen a las de París, pero a mucha menor escala. (Y ojo, que Madrid es grande) Así que podéis imaginaros que París es ENORME.








Mi amiga es una guía estupenda porque vive y trabaja en la ciudad. Conoce bien el espíritu parisino y el ajetreo cotidiano que conlleva. Y me llevó a Versalles. Es un palacio enorme donde vivía la Corte. Pero es tan grande, que resulta fácil imaginar que sus habitantes no salían mucho de allí. 

- A ti que te gusta mucho leer, te gustará Versalles porque Los Mosqueteros y todas esas obras hablan de ese lugar.

La verdad es que defiendo a Dumas en las tertulias literarias pero nunca he sentido especial interés por esas historias. Hasta que vi los escenarios (de Versalles no tengo fotos, llevaba sólo el móvil ya que la cámara con la que saqué las fotos de arriba pesa una barbaridad y teniendo en cuenta las distancias....) Os dejo unos links para que podáis ver cómo es:



Hice algunas de la Galería de los Espejos que es muy famosa (me puedo imaginar el por qué, con lo coquetos que debían ser) y de la capilla, esta sí la puedo poner ya que no me quedó mal del todo:



A Versalles se llega en tren. Es como si vas a Nuevos Ministerios (en Madrid) y subes a un tren para llegar a las ciudades de alrededor. Las que están muy cerca, quiero decir. Se tarda como unos veinte minutos. El billete de ida y vuelta cuesta alrededor de 7 €. Es una excursión recomendable.

Cómo os decía al ver las verjas de Versalles me acordé de la película El Hombre de la Máscara de Hierro, por la escena esa en la que D´Artagnan coge una fruta, la muerde y le dice al pueblo: "Tenéis razón, está podrida, informaré al rey".
Bien. Si le echas un vistazo a las verjas doradas la verdad es que sorprende la diferencia entre ricos y pobres de la época, pero es que ya si entras en el Palacio comprendes del todo lo que pasó. 

- El pueblo se moría de hambre -me dijo mi amiga-, y mira ellos como vivían.

Si no paseas por el palacio no se capta la esencia de lo que quiero decir. Hay unos cuadros, todos, o casi todos, que son autenticamente asombrosos. ¡¡¡Se daban unos aires!!! Hay que estar allí para verlo. De verdad. La imagen que pretendían proyectar era de... uuuuaaahoooo, aquí estoy. Soy el rey. El Duque, soy... la releche, ja ja ja. 
Ahora es gracioso pero de verdad era el espíritu de toda una época. Así que merece la pena, solo por sentirlo, viajar hasta allí. Concretamente, me estoy refiriendo a dos cuadros en particular, pero no voy a entrar en más detalles. En uno de ellos hay hombres importantes a caballo que más que hombres son retratados como... no sé, si llegaran de conquistar el planeta Marte. Captar eso, ese...matiz que no os puedo explicar mejor, ante los cuadros fue especial. 
En fin. Ahora tengo muchas ganas de ver pelís de mosqueteros, ja ja ja...

De vuelta a la ciudad, tengo que decir que hay un lugar que siempre me ha parecido amigable en París. Y no sé por qué:




Montmartre. Igual que os digo que el resto de la city me parece abrumadora, este barrio bohemio de calles estrechas me tranquiliza muchísimo. Desde la pequeña colina se puede ver toda la ciudad.



Hay muchas calles pequeñas tras la iglesia de la foto con cafeterías para descansar y disfrutar del entorno. Me resulta como más "recogido", acogedor... no sé, si tuviera que esconderme en algún lugar, creo que una callecita de Montmartre, una casa pequeña, unos lienzos y a vivir... ja ja ja!

Podría seguir hablando del centro, recomendaros cenar en Chartier (Grand Boulevards) o hablar de las galerías, de la vorágine, del idioma extraño. Del Sava y el Bon...jour? o del A Demain, que me lleva diciendo el muso casa día casi desde hace cinco años y yo pensaba que era alemán. Y mi amiga me dijo: se pronuncia "a demá" (de un modo mucho más suave) y viene a ser: hasta mañana.

Pero es mejor que visitéis vosotros París y saquéis vuestra propia experiencia.

Yo admiro a mi amiga porque es valiente para vivir en un lugar tan estresante y abrumador como París. Pero también reconozco que aunque el viaje ha sido maravilloso, lo ha sido también porque al volver agradeces lo cotidiano. Lo que antes te parecía grande (que Madrid es grande), ahora resulta al menos "asequible" y manejable. Y eso me hacía mucha falta. Antes de emprender el viaje estaba triste y desanimada. Ahora vuelvo con una ilusión tremenda, sintiéndome agradecida de todo lo que tengo y con muchas ganas de hacer un montón de cosas.

Espero que os haya gustado este pequeño relato de la sección Cuadernos de Viaje.
Saludos!!

1 comentarios:

Victoria dijo...

Viajar nos hace coger perspectiva :D

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