En el que ya sé lo que es el "karma"


El budismo es muy difícil. Hay libros y libros y cientos de enseñanzas e ideas que pueden parecer sencillas pero como empieces a profundizar un poco en corrientes, sutras y demás... da para estudiar toda una vida.
Digo esto porque ahora está muy de moda (lo cuál es bueno) y se mezclan un montón de ideas y tenemos muchos términos en el lenguaje coloquial pero... es una corriente ideológica tremendamente "metafísica". De ideas y filosofía e historia. Quiero decir que no es para tomar a la ligera. Y os digo esto porque yo, personalmente, no entendía lo que era el "Karma".

Que estamos hartos de oírlo y leerlo. Incluso hay libros que lo llevan en el título y cuando a alguien le curre algo malo, se dice: "¡uy, qué mal Karma tiene!" y ya está. Lo que a mí me sonaba a: "hay gente con mala pata" o... "puede quizá que haya una relación entre el estado mental de una persona y los sucesos que atrae". Eso era todo.




Entonces empecé a leer de estos temas y me enfadé porque la filosofía budista viene a decir que nuestro karma hace que nos sucedan las cosas que nos suceden. Ejemplo (inventado): un niño inocente muere en Singapur y si lo que dice el libro es cierto la culpa es de él porque tiene un karma negativo.

Imaginaros mi enfado. Para empezar, no es justo. Desde ese instante, la idea de Karma y yo estábamos peleados. Me parecía una opción absurda para explicar que a todos nos pueden ocurrir cosas malas. Y no lo entendía. Si un loco sale a la calle y mata a cinco personas, decir encima: "eso es el mal karma de esas personas"... pues no. No es justo. Un karma, encima, labrado en sus vidas pasadas.

Bueno, os cuento esto por algo que me ha pasado ayer y que me hizo comprender, en 24 horas, la idea o concepto de karma.

Viajaba en el metro. Algo vulgar y nada extraordinario. Y en un momento dado un joven se levantó de un asiento. Yo vi el asiento pero en vez de precipitarme sobre él como un león -cosa que hacen algunos de mis conciudadanos-, miré antes a otro chico que estaba de pie, justo enfrente, apoyado en la pared del vagón. Ese viajero estaba más cerca que yo del asiento pero como miraba enfrascado su móvil, no parecía interesado en ocuparlo.

"Esta bien", pensé yo, "ya que él no lo quiere, podré ir más cómoda, sentada el resto del viaje..."

Atención a lo que pasó: justo cuando yo iniciaba el movimiento de desplazarme hacia el asiento el metro describió una curva que pilló por sorpresa al joven que abandonaba el sitio, de forma que el joven casi se cae, y se inclinó en el pasillo ocupando el hueco por el que yo debía pasar, lo que abortó en el instante de su inicio mi propio movimiento. El joven no se llegó a caer, pero su amago, su inclinación, basto para que yo me detuviera. Esos segundos, y fui consciente de ello, iban a hacerme perder el asiento.

El viajero enfrascado en su móvil, durante aquel... instante eterno de inmovilidad mía y del otro viajero que trataba de mantener el equilibrio, se percató del sillón vacío, de la ausencia de aspirantes a ocuparlo (no me había visto) y con mucha calma se sentó.

No pasa absolutamente nada, pensé. Todo había transcurrido con elegancia y como a cámara lenta. Pero miré al viajero y me di cuenta de algo: "Ahí podía estar sentada yo". Es más, estaba ocupando mi sitio. Entonces me di cuenta de que si el joven no hubiera perdido el equilibrio, el asiento sería mío. Y entonces caí en la cuenta de otra cosa: el joven había perdido el equilibrio porque el metro, algo totalmente externo a nosotros, algo que iba por otros derroteros, había descrito la curva en el instante justo y preciso para provocar aquella consecuencia.
Factores totalmente independientes se mezclaban de un modo tan... increíble para hacer que él estuviera sentado (el otro viajero) y yo no.
Siempre me ha fascinado el hecho de que ocupar uno u otro espacio (en la Tierra) pueda tener consecuencias tan importantes para nosotros: pasar o no pasar hambre, ser o no atropellados, etc. Eso siempre me ha llamado la atención. El espacio.

Bueno, como esto es un hecho de lo más cotidiano: me olvidé.

Pero por la noche, regresé sentada yo en un asiento. Y un matrimonio entró, extranjero, cansado, con bolsas de tiendas caras, y vi que en otro idioma, el marido y la mujer intercambiaban unas palabras, buscando donde ponerse. El vagón iba hasta arriba.
Me acordé de esa persona que yo llamo mi muso, que me dijo una vez que hay que ser educada.

Déjales sentarse. Pensé.
Aaaay, no, me contesté al instante. Estoy cansada, soy una trabajadora agotada, tengo sueño, no me apetece, yo llegué antes, voy muy cargada....

Me di como ocho mil excusas.

Pero entonces pensé, o caí en la cuenta de algo: de mi pensamiento dependía que esa señora agotada ocupara o no mi puesto. Y me acordé del metro de la mañana. Y pensé: ¿no será que esa idea del karma viene a decir que de algún modo, factores independientes pueden incidir en nuestra propia vida si nosotros actuamos con buena intención?
¡Lo había entendido!
La clave son los "factores independientes". No es que una persona tenga la culpa de todas sus desgracias, eso no es verdad. La teoría, la creencia, lo que dice es que de algún modo misterioso... las casualidades, los factores independientes se van a combinar propiciando situaciones buenas o malas para nosotros. Y que de algún modo que seguramente tendrá una explicación científica algún día, los efectos de nuestras acciones influyen en esa corriente gigantesca de hechos y sucesos del Universo que nos puede llevar a ocupar un lugar a salvo y benévolo, o un lugar horrible y atroz.
Eso no significa, claro, que si alguien hace algo malo, el receptor de esa mala acción tenga culpa de nada. No tiene porqué tener culpa. 

Creo que el karma es algo como más general.

Así que lo he entendido.
Me ha costado como dos años y dos viajes en metro. 
^_^ No se trata de un intercambio directo de "buena acción", por "buena consecuencia" o de medir lo justo y lo injusto, es una especie de creencia en que lo casual, lo independiente... de alguna manera está conectado.

Saludos filosóficos,
Nell. 


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