"- Escribes bien -me dijo Marcos sin apartar su intensa mirada de mi en la cafetería-, eres fluida, usas palabras sencillas, se comprende todo muy bien, tienes mucho vocabulario y buen ritmo. Pero te falta una cosa.

- ¿Qué?

- Tus personajes... están hechos para servir a la historia, para encajar con ella. Lo que realmente me gustaría de ti, Nelly, es que en vez de crear personajes para que encajen en la historia hagas una historia que sirva a los personajes. Déjate llevar por ellos."

Hace.... como tres años de eso. Marcos tiene (me matará si lee esto) ciertos momentos importantes conmigo. El primero fue el día que me senté en un café con él y empecé a criticar un relato anónimo de un concurso. Marcos apenas levantó una ceja y en su rostro ni el más leve cambio, quitando esa ceja picuda, ese micro gesto que no por ello le impidió mantener la mirada fija e intensa que muestra siempre.

- ¿No te gusta? ¿Por qué? -me preguntó, con su voz grave.

Dije de todo, que no respondía al canon pedido por el jurado, que era transgresor, que se metía con esto y con aquello y que no estaba bien. ¿Quién podía haber escrito semejante... ataque, al género? ¡Un escritor malísimo, sin duda! Un desastre de cuento, mucha gracia hacia a los lectores pero... a mí no me gustaba.  

Dos semanas después desvelaron quién había escrito cada historia. Gané el certamen con "La última profecía", si no me equivoco, aunque no fue el favorito del jurado popular.

El relato que yo había vilipendiado era de Marcos.

Roja como un tomate volvimos a tomar un café.

- ¡¡¡¡¡¡¡¡Pero cómo no me dices nada!!!!!!!

- ¿Bromeas? ¿Sabes lo que me divertí aquel día?

- Dos horas atacando el cuento. Que era malo, que no me gustaba el estilo, que un elfo diciendo palabrotas, que no había por donde tomarlo,... ¡Y todo el rato eras tú el autor y no dijiste ni pío!

Por fin una sonrisa, distendida, amplia:

- Fue genial -dijo-, estabas enfadadísima con el cuento. 

- No tienes perdón.

Ese es uno de los grandes momentos con mi amigo Marcos.

El momento dos fue cuando quedamos por primera vez con mi cámara de fotos (ganada al poco de entrar a trabajar donde estoy ahora).

Ni que deciros que la cámara y yo no nos entendemos mucho. Sin embargo a Marcos es raro verlo sin la cámara. Él, la música, el periodismo y la cámara de fotos son una misma cosa. Yo miraba aquel aparato y todos sus Fs, sus luces, sus marcadores y no comprendía nada. Entonces llegó Marcos y dijo:

- La fotografía es luz.

De pronto todo el rollo mecánico desapareció de un plumazo.

- Imagínate un canal de agua y una acequia, ¿de acuerdo?

- Sí.

- La acequia tiene una compuerta, llamada diafragma, y el agua es la cantidad de luz que tú quieres que entre. La fotografía consiste en jugar con eso. Es como un canal y el agua es la luz.

Genial. Tras no se cuántas quedadas fotográficas Marcos me dijo: "eres estupenda como fotógrafa realista, pero, ¿qué tal si juegas un poco? Esta bien que las fotos se parezcan a las cosas que sacas, es fabuloso, pero... prueba a jugar con la cámara!".

Si yo juego. Aquí pájaro aquí cámara. Foto. Ya está. Todo bien cuadradito en su enfoque, con mucho equilibrio y con el fondo distorsionado para resaltar lo estoy viendo.

Claro, Marcos hace cosas como esta:

O todas las fotos mías de las notas de prensa, y demás. Son suyas. De hecho, las fotos de las contraportadas de mis libros van a ser suyas también, jajajajjaa....

Él me dijo, "escribe de personajes" y le doy tantas vueltas al asunto porque ayer me escribió el agente literario del que os hablé, y me quiere representar y ahora estoy trabajando en algo distinto al juvenil y no sé. No hago más que darle vueltas al asunto de los personajes. 

¿Cómo captar su esencia, qué cámara fotográfica necesito para penetrar las mentes de un sinfín de creaciones que no existen? Cómo ser el bueno, el malo, el gris, la chica con la que no comparto nada, el hombre que ha vivido mil cosas distintas a las mías. En juvenil es sencillo, en novela adulta, un misterio.

Así que buscando respuestas me puse a ver "Los Miserables" en DVD, no la versión cantada, sino mi versión favorita, aquella protagonizada por Liam Neeson y Geofrey Rush. Y qué personajes. El callejón, por ejemplo: ahí tenemos a Javert. Va a morir pero como todo encaja en su mentalidad de culpables y no culpables, le da igual. ¿Cómo describir esa escena? ¿Cómo construir así un personaje? Alguien incapaz de entender el perdón, que vive sólo con la idea de hacer cumplir la ley, y enfrente un antagonista que esta en otro nivel de existencia y cuya vida es la prueba irrefutable de que Javert está confundido. Cuando saca la navaja dice el inspector: "ah, claro, una navaja... en tu estilo" y el otro le libera y le dice Javert: "pero tú me odias". Y Liam Neeson que no sabe ya cómo explicarle que lo único que él quiere es vivir en paz y que todas esas ideas de Javert están equivocadas.

¿Y cómo un mismo escritor es capaz de captar tan bien la esencia de dos personas tan dispares?

Se puede escribir de lo que se conoce. "Vive", me dijo ayer alguien. Y me dijo también que (jajaja..), Dostoyevski no asesinó a una anciana para escribir Crimen y Castigo. Pero qué buena ocurrencia. Ciertamente, escribir requiere imaginación. Pero me estaba hablando de otra cosa... de poner nuestra vivencia en un personaje. Es trabajar al revés, no del personaje hacia mí, sino de mi hacia el personaje. 

Discutimos en el foro literario, ¿cómo describir escenas de peleas?, pues mira, lo mejor es ensayándolas. Pero no se trata de documentarse, o ensayar en este aspecto del que os hablo; no se trata de notar el peso de una espada... eso se puede buscar. La documentación es labor que todos empleamos y la verosimilitud el objetivo a la hora de incluirla en una historia con gracia. Hay cosas que no son veraces pero descritas con verosimilitud engañan al lector, mantienen la fantasía. Gané un certamen de Venecia sin haber puesto un pie en la ciudad.

Ahora bien, ¿cómo hago eso con la psicología de un personaje? Sobre todo si es actual. A día de hoy la respuesta es: me resulta imposible. 

No tengo ni idea de qué falla así que tampoco lo puedo solucionar. 

Pero vamos a empezar por lo conocido: ¿cómo lo hago con la fantasía? es fácil, siempre lo digo, lo que veo es lo que me inspira. Mis personajes están basados en gente, sólo que... son rasgos superficiales. La belicosa, el práctico, el ambicioso, el valiente... a grandes rasgos. En las novelas de fantasía es suficiente. Y a medida que avanzas y ganas pericia puedes aprender más y hacer mejores personajes. Pero lo que decía Marcos es algo distinto, es trabajar desde dentro. 

¿Cómo diantres voy a poner mis vivencias en un personaje? ¡Eso es una locura! jajajaj.

O igual no, pero a ver quién se atreve... 

¡Lo siento, pero no lo consigo! Podré copiar, imitar, recrear, documentar, construir un personaje... vale, de acuerdo. Pero esas historias... tan intensas, en las que nos metemos en la piel de otra persona. No hablo del juvenil, no hablo de la aventura.. hablo de las historias que son de los personajes en sí. No consigo crearlas.

Bien, de deberes me propongo a mi misma leer a Ana Gavalda, Victor Hugo, ese otro que no soporto...quizá debería echarle un vistazo (La conjura de los necios), historias que un escritor crea y cuyo punto de vista no tiene que ser necesariamente alguien con el que el escritor esté de acuerdo. A ver, ¿la Conjura de los Necios va en primera persona? Sería estupendo poder hacer eso, un ejercicio de describir a un personaje, o un día de un personaje, contado por él mismo, con absoluta consistencia. Y que uno fuera un asesino, el otro un filántropo, uno una mujer, el otro un niño...

Pero coherentes. Y no hablo de coherentes con su propio discurso sino con el personaje. Es decir, con el personaje visto desde fuera, ¿cuántos malos hay que se pasan el día diciendo voy a hacer esto y no lo hacen? Un buen escritor captaría eso también de los personajes. Lo captaría todo. 

^_^  No tengo ni puñetera idea de cómo solucionar este enigma.

Salu2!

Nell.