Te compras una cafetera pensando que no viene acompañada de café, sino de un bote repleto de "ser cool", en cápsulas. O por lo menos, que cada vez que te hagas un café vas a ver al caballero de la foto, con expresión de "quien mira más allá" y está por encima del mundanal ruido, aparecer con sus cejas pobladas y  su gran presencia por la puerta de la cocina.

(Y eso que no me gusta George Clooney)

Te dices a ti misma que eres una estrella, que no volverán a cerrarte una puerta cuando llueva y estés en la calle. Que vas a comprar en boutiques donde no venden café -del que tu madre compraba toda la vida a treinta pesetas los 200 gramos- sino una variedad infinita de sabores y texturas de intensidad inigualable que te van a hacer darte cuenta de que estás viv@.

¡Maldita publicidad!

Luego claro, te tomas el café en bata, con los rulos puestos y aún así tienes la ilusión de ser una belleza de sonrisa fácil que cualquier día se va a encontrar con George Clooney...

Y yo digo: ¡¡uníos contra la terrorífica maldad de MacCan Erikson!! (^^ odiadles conmigo. No me dieron un puesto de copy hace muuuuchos años. Mi "aspecto" iba más para Ejecutiva de Cuentas, ¡¡pfffff!!)

¡Cuánto más auténtica era la maquinilla de moler café de mi abuela! ¡Que no tenía ese envoltorio tan espectacular pero lo que cuenta es el "alma"!