Resolviendo puzzles del Profesor Layton
En "La Llamada del Espectro" hay un apartado de trenes. Tenéis que montar un circuito de forma que no choque con otros trenes y todos lleguen pasando por sus estaciones a la meta.
Algunos circuitos son fáciles y otros puñeteramente complicados. Tanto, que en alguna ocasión anterior los dejaba sin resolver.
Pero como ya es el cuarto juego opté por un planteamiento diferente. Siempre que me enfrento a un problema me digo: "como el problema existe, tiene necesariamente que existir la solución".
Otra cosa es dar con ella.
Pero la lógica es bastante obvia, ¿no? Es decir, si yo tengo 2 + 3 - X = 4. Necesariamente X existe. No sabemos cuánto mide el Universo pero necesariamente tendrá que medir algo. No hemos encontrado cura a algunas enfermedades pero necesariamente ha de existir.
Vale, os voy a contar para qué sirve y para qué no este planteamiento. Para los juegos de Layton, sirve. ¡¡45 minutos ayer intentando resolver un circuito!! Y lo logré. La clave es, tanto en este como en otros puzzles, no hagáis dos veces algo que sabéis que no funciona. Lo malo del problema del "acuario" y de los "trenes" es que te vuelves loca porque cuando te cansas repites una y otra vez lo mismo.
Así que, en cada intento, y aunque pareciera absurda la idea, colocaba las vías de un modo totalmente diferente. Y así me he resuelto ya siete circuitos. No os paréis en lo "mecánico", antes de poneros a situar vías, visualizar caminos, alternativas diferentes. Es algo más general.
Para qué no sirve este planteamiento.
Bueno. Vamos a ver si consigo explicarlo bien. Este planteamiento no sirve cuando el resultado no depende de vosotros.
Y hay que tener cuidado con eso. Os voy a poner un ejemplo: imaginaros que sois cocineros, ¿vale? Bien, vuestra labor consiste en hacer postres que les encanten a vuestros clientes, ¿de acuerdo?
Parte del aliciente del acertijo es que debéis descubrir qué tipo de dulce (¡¡mira, como en Chocolat, de Joanne Harris, jajajajaj) le gusta al que va al restaurante.
Como os digo esto son puzzles y por tato, se puede enfocar así. Pero, imaginad que de repente -utilizando este planteamiento-, los postres no le gustan a nadie. Absolutamente a nadie. Podéis cambiar los ingredientes, podéis gastaros un buen dinero en un horno distinto, etc. Y os podéis frustrar. Es lógico. E inevitable.
Cuanto más os guiéis por este planteamiento: todo depende de mí y por tanto, puedo controlarlo y resolverlo, mejor científicos, investigadores y seguramente documentalistas y arqueólogos seréis.
Pero lo vais a pasar muy mal.
Porque es posible, quizá, que en ese pueblo en el que tenéis la pastelería se haya difundido un virus que haga a la gente alérgica al dulce (por ejemplo); o puede pasar que el párroco de la iglesia les diga a sus feligreses que no caigan en la tentación del chocolate (mmmh, ¿en el libro era el párroco o el alcalde?)
Puede ocurrir mil cosas.
La clave de este misterio esta en: ¿entonces, qué hacemos?
¿Abandono la idea de "todo problema, por el mero hecho de existir, ha de tener una solución y si no la encuentras es que no eres lo bastante hábil como para ello"?
Nope. Ya sé dónde está la clave. En conocer todos los factores. Pero eso nos lleva a otro problema porque no puedo (mal que me pese, con algunos) conocer todos los factores.
¡Lo tengo! Olvidarme de videojuegos de pensamiento lateral y escribir más libros.
jajajaja.
Es coña.
Supongo que la clave está en... en... mmmmh. ¿En el libro de "Quién se ha llevado mi queso"? (no pensar tanto y más pragmatismo). ¡Ah, no, espera! Sí está en ese libro. Ese libro dice: tú céntrate en lo que te tienes que centrar y el resto ya vendrá solo.
Así que la clave para resolver puzzles (si bien en la vida no va a ser encontrar la solución que queremos sino la solución adecuada), está en no desanimarse.
Un abrazo,
Nell.
Posdata: os advierto que como os compréis el juego os pueden pasar este tipo de cosas. Tanto acertijo, tanto acertijo...
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