Un amigo marino.



Hace unos días estuve en la playa y me invitaron a dar un paseo en barco.
¡Cuál no es mi sorpresa cuando nos encontramos con un grupo muy grande de delfines! Estaban jugando y comiendo. Daban saltos, coletazos en el agua... daba gusto verlos. Hacían unas acrobacias tremendas.
Nos acercamos a una de las familias y se oía como resoplaban cada vez que salían a la superficie. ¡Estaban muy cerca del barco! Como a dos o tres metros, sumergiéndose y saliendo para respirar.
Luego seguimos navegando, a pesar de que el tiempo no acompañaba demasiado, y vimos otro grupo. Pensando que quizá los delfines querrían acercarse a saludar, me descalcé y metí los pies en el agua.Que no iba a servir para mucho, me decían los demás miembros de la tripulación, pues los delfines estaban a lo suyo. Pescando.
Pero en esto que se acercó otro grupo, eran dos adultos y un delfín más pequeño (al decir pequeño os diré que debía medir lo que yo, porque los adultos eran gigantescos). Bueno, pues me puse a mover los pies y de repente ¡¡veo al delfín debajo ellos!! se puso boca arriba, ¡¡tenía toda la barriga blanca!! y  estaba justo debajo de mis pies, me miró y luego se dio la vuelta de nuevo y siguió nadando. ¡Menuda pasada!
- ¡Mira, esta aquí, está aquí! -grité.
Y entonces, para asombro de todos, el delfín dio un salto a treinta centímetros de mí, ¡un salto tremendo! y volvió a sumergirse.
Todos en el barco estaban asombrados.
- Desde luego eso lo ha hecho sólo por ti -me dijeron.
¡Qué sonrisa!
¡Son unos animales preciosos!

Os pongo un enlace para saber más: colonia de delfines mulares.

2 comentarios:

Canhas dijo...

Pero yo estoy convencido de que tus acompañantes no les llamaban delfines, sino "arroases".

Nelly dijo...

Ja,ja,ja,ja, ¡¡cómo lo sabes!! jajajaj

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