A los bobos idealistas...

Quiero dedicar esta entrada a todos los idiotas que, por ser demasiado empáticos, agradables o ingenuos tengan que soportar continuamente que los demás los pisen.
Quiero decirles que su amabilidad, contrarresta las injusticias del mundo. Así que si hoy te has ido a casa pensando: "Hay que ver, que bobo he sido", yo, Nelly, te dedico esta entrada en nombre del mundo para agradecerte que tu respeto por los derechos de los demás haya contrarrestado que una gran mayoría de energúmenos hagan de este mundo un lugar peor.
A decir verdad, puedes sentirte orgulloso u orgullosa de evitar el desgarramiento del Universo a causa de tanta animosidad/injusticia contenida.
Así que si se te cuelan en la cola del supermercado, si consultas algo y te responden de malas maneras, si haces un favor y te lo agradecen con gritos... no te desanimes. No es que tú hagas las cosas mal, es que el mundo está loco. Luego podrás poner el telediario y no extrañarte de las noticias. Sí, la gente es así. Se pisan, se muerden, tratan mal a los que les tratan bien y, por lo general, aquel que es amable es porque quiere venderte algo.
Consejo: pon en duda todo cuanto te rodeé y no confíes en cuasi-nadie.
Saludos,
Nelly. 

6 comentarios:

Janendra Cien Pájaros dijo...

Yo les diría que espabilen, que no desperdicien sus buenas intenciones, su tiempo y su amabilidad con quienes no lo aprecian. Ese dicho de “no le tires margaritas a los cerdos” tiene mucha razón. Entre más dejados son unos, más perros son los otros. En vez de escurrir el bulto pensando que los otros están mal, hay que ver porque permitimos que nos pisoteen, nos insulten y nos maltraten, eso no es amor ni algún tipo retorcido de altruismo y para nada mejora el mundo.

Nelly dijo...

Ya.
Tienes toda la razón.
Pero es que ... digamos que... bueno. No se me da bien hacer eso que dices.
Lo de escurrir el bulto, sin embargooooo, jejejejej...
Eso sí sé hacerlo.
jajaja, gracias por contestarme, Janendra. Muy buena tu aportación.
Besos,
Nelly.

Janendra Cien Pájaros dijo...

Escurrir el bulto se nos da a todos de forma perfecta xD mucha cosas nos pueden fallar, pero esa no. Sabes yo estoy muy impresionada con una amiga, ella es la persona más dulce, más amable y serena que yo conozco. Tú la ves y dices *-* ternurita. Cuando entró a su último trabajo se topó con una jefa grosera y pedante, el primer día la saludó, no le respondió. Le dio una segunda oportunidad y tampoco. Sus compañeros le dijeron: la jefa es así con todos. Mi amiga pudo resignarse y hacer como todos, ir detrás de la jefa moviendo la cola aunque esta le tirara la patada. Mi amiga decidió dejar de saludarla. Si ella era amable y educada, esperaba que la jefa correspondiera por simple y mera buena educación. Con el tiempo la jefa empezó a saludarla y ella le devolvió el gesto.

Esa jefa grita todo el tiempo, a todo el mundo, hace llorar a su empleadas, y mi amiga fue la única que le dijo “a mí no me vas a gritar, no eres nadie para tratarme mal”. Supusimos que la correrían, no fue así. La jefa dejó de hablarle, cuando necesitaba algo lo pedía a través de terceros, finalmente decidió tratar a mi amiga con respeto, le pide las cosas por favor y no le grita.

Hablando alguna vez sobre esta experiencia ella me comentaba algo que su maestra espiritual le dijo (ella cree en la religión del amor): a veces debemos dar un grito para restablecer el equilibrio. Confrontar a las personas que te pasan por encima es dar ese grito. No permitir que se desquiten contigo es dar ese grito. No es ir con la pistola desenfundada, es darle aliento a tu voz y poner bien clarito el respeto hacía tu persona.

Nelly dijo...

Janendra... tú tienes razón y yo no.
Tienes tanta razón, que tengo una amiga que intenta ayudarme precisamente a "reestablecer" ese equilibro, porque según ella lo mío son los movimientos pendulares, jajajajaja, de aguantar, aguantar, aguantar... explotar, luego sentirme mal y vuelta al principio.
Curiosamente, al hacerla caso a ella... mi vida ha ido mejor. Pero hay cosas con las que no puedo.
La principal duda es ¿cuándo enfrentarse?
Nunca lo he contado aquí, pero me crié en un instituto de salvajes. He visto enfrentamientos con navaja, con puños, he tenido que acompañar a casa a profesores llorando...
Jamás vi la ventaja de enfrentarse, si bien escurrir el bulto era -aunque práctico-, un tanto limitante.
Mi mejor amiga sí se enfrentó, una vez, y cuando le pregunté porqué lo había hecho (teníamos trece años), me contestó: "Porque a mí me van a respetar".
Esa frase se me quedó grabada.
No le dieron una paliza.
La chica en cuestión que la amenazó se quedó embarazada de un toxicómano de 35 años unos meses después.
Y no le dio una paliza.
Curioso.
Otra de las veces un compañero casi se corta las venas porque jugando a las peleas le lanzaron contra una ventana,...
Otra de las veces la policía vino al centro porque mi ex-novio y sus amigos intentaron quemar los laboratorios con gasolina,...
En fin.
¿Chiquilladas?
En cierta ocasión, hace unos meses, una persona me obligó a enfrentarme a otra y decirle lo que pensaba. Lo pasé fatal, realmente fatal, y la otra persona no me creyó, ni tampoco el hecho sirvió para que las cosas se normalizaran.
Al menos entonces.
Superar la idea de que las broncas conllevan peleas y las peleas jamás han traído nada bueno, me resulta complicado.
Además, la gente que se enfrenta, por lo general la despiden. En general. Nadie quiere a nadie que cause problemas.
Así que, si el enfrentamiento no es lo tuyo, ¿qué queda?
El camuflaje, jajajajjaa.
Besis,
Nelly. :D

Janendra Cien Pájaros dijo...

Yo allí le entraría por otro lado. Cuando creces en un ambiente con tanta violencia tu nivel de tolerancia a la agresión y al abuso es muy alto. Mientras a cualquier otro los gritos le parecerían fuera de lugar, puede ser que tú los estés viviendo como otro viviría ese tono con que te dicen “tenemos que hablar”. Tu aprendizaje es: cuando saquen los cuchillos, eso si es violencia y allí lo que hay que hacer es correr xD ¿Qué cosas de esa etapa tan violenta traes al presente cuando debes confrontar a alguien?

Ya no estás en la escuela, no te van a sacar un cuchillo, ni arrojarte contra una ventana. ¿Por qué entonces sigues apresada por el miedo? Por que eso es miedo y lo entiendo perfectamente. Si vivías con el jesús en la boca pensando, esperando, que te tocara a ti, ¿como aprendes a defenderte? Quizá entendiste que defenderse era pelear con los puños, meterse en problemas, empeorar las cosas, etc., etc. Pero eso fue ayer, ¿es así lo que vives hoy? Ya no estás allí, tu pintura de camuflaje, tan útil entonces, quizá sea un estorbo ahora.

Quítate el casco y mira si lo que viviste antes es lo que vives hoy. Y si lo es ¡¿qué haces allí?! Alguna vez escuché a un conocido comentar lo que debió tolerar para trabajar en un gran corporativo. Sobornos a las secretarias para que no te hicieran la vida imposible, acosos sexuales de los jefes, entrarle si o si a la bebida y otras sustancias, etc., etc. Los que escuchábamos estábamos horrorizados y él decía, es que así es, si tú quieres trabajar allí y es el empleo soñado de muchos, debes aguantar. Él se salió porque lo tronaron emocionalmente. ¿Vale la pena un trabajo que puede pagarte muy bien, pero que te consume por dentro? Luego de un tiempo esta persona nos comentó que de niño sufrió mucha violencia y todo lo que vio en el trabajo le parecía parte natural de la existencia.

Tu cuerpo, tu cerebro, tiene bien aprendido que para sobrevivir la mejor estrategia es escurrir el bulto. Cuando acabé la prepa entré a trabajar a la misma escuela donde estudié y era un martirio. No me podía defender, no me podía hacer valer. Veía a los maestros, ahora mis compañeros de trabajo, y me sentía mal, como si hiciera algo indebido. Se lo comenté a un amigo terapeuta y me enseñó un proceso de cuatro pasos para enfrentarlo:

Primera esquina: establece tu aprendizaje de la situación. Yo aprendí durante años que los maestros eran figuras de autoridad, que debía respetarlos y obedecerlos.
Esquina dos: define la situación actual que te causa conflicto. Cuando yo me convertí en parte del personal me sentía mal, inferior. Mi cuerpo se revelaba, me decía tú no deberías estar aquí, ni hacerles frente, tú no tienes esa autoridad.
Esquina tres: respira profundo y se consciente de que la situación ya cambió. Yo ya no era su alumna, era una compañera de trabajo, tenía el mismo nivel y autoridad que ellos y así debía actuar.
Esquina cuatro: desde esta nueva posición actúa en consecuencia. Siendo una más del equipo pude tomar mi lugar entre ellos.

A mí me funcionó, me llevó un rato romper el esquema, los aprendizajes corporales son muy fuertes. Pero haciéndolos conscientes es posible. Has la prueba, ve de esquina a esquina con tu tolerancia al pisoteó, nada se pierde por intentar.

Nelly dijo...

Janendra, palabra por palabra, lo de los aprendizajes me lo habían dicho ya.
Intentaré lo de las fases...
estoy en el trabajo, me gustaría volver a leerte en casa y estudiar detenidamente lo que me dices.

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