En el que me sale todo al revés.
Hace unas semanas estaba sentada observando el paisaje cuando ante mis ojos se posó un pájaro. Alcé las cejas y pensé:
"Qué pena no tener la cámara de fotos... podría hacer fotos bonitas de animales, ya que siempre me quejo de no tener contenido para las redes basadas en imágenes. Pues puedes poner fotos de pájaros en Instagram, o algo así...".
En el silencio que prosiguió al pensamiento se posó a pocos pasos un colirrojo tizón.
"Claro que..." continué pensando, "tampoco vas a ver nada especial. Es decir,... vale, sí, hay gorriones. Tendrás fotos de gorriones y de un colirrojo tizón. Bueno, no te esperes nada más. Pero está bien...".
Es entonces cuando una abubilla se posó en el jardín de mi vecino. La abubilla, como seguro sabréis, es naranja, negra, tiene cresta y las alas como las cebras. Llama muchísimo la atención.
Ignoraba que hubiera abubillas a mi alrededor.
-Haaaaaaaaaaaalaaaaaaaaaaaaaaaaaaa..... -corrí en busca de la cámara-, ¡¡abubiiiillllllllasss!! ¡¡¡¡¡¡abubillas!!!!
Nunca se vio tanta emoción desde el avistamiento de un Martín Pescador sobre una rama.
Pues bien, a la mañana siguiente me senté con la cámara en el regazo, los ojos bien abiertos, la batería cargada, la mirada de velociraptor al acecho en la pradera y todo listo para sacar buenas imágenes... Y ni un sólo pájaro.
Fruncí el ceño.
Lo intenté de nuevo otro día, con el mismo resultado. Tuve más éxito en El Retiro. Allí había pica-pinos verdes.
Sólo conseguí un vago triunfo cuando puse un reclamo y el colirrojo tizón que ya me conozco de tanto verlo de lejos, se posó a unos pocos pasos de mis pies. Se estiró mucho y me miró porque el canto decía Aquí estoy yo y no encontraba al "yo" por ningún lado. Solo un humano de patas largas y gafas.
Y yo lo miré pensando: "Sí, pequeño pájaro, soy un SER HUMANO y domino tu idioma, SI QUIERO".
Quitando ese breve momento, por lo demás, ninguno se posó al alcance del objetivo.
Al día siguiente me senté en un rincón silencioso, cerca de un árbol, a dibujar. ("Paso de la cámara, no es lo mío...")
Mientras hacía veinte dibujitos naive en un bloc (un dibujo cada día) descubrí cómo pintar árboles y me emocioné un montón (lenguaje/técnica) y entonces al levantar la cabeza, sin gafas, descubrí sobre mi hombro la borrosa pero innegable silueta de un colirrojo tizón. Pegado a mí. El pájaro más esquivo de toda la zona se había posado a mi lado y me observaba y menudo susto me dio.
Miré al pájaro y el pájaro siguió mirándome.
Y no se iba. Lentamente, tomé mis gafas en la mano y me las puse.
Y allí siguía el pájaro. "Si alargo la mano, lo toco", pensé sorprendida "¿pero qué está haciendo?"
Al ratito se marchó.
"Bueno, casualidad", pensé. "En fin, no es muy normal que hagan eso..."
Seguí dibujando hasta que dos gorriones se lanzaron en picado contra mí. Uno me dió en la cabeza con el ala.
-¿¿Pero qué??
Los gorriones se posan en una rama cercana.
Se han asustado.
"Y yo".
"¿Qué pasa, soy invisible?" pensé.
Seguí dibujando. Tranquilamente.
No habían pasado ni cinco minutos cuando otros dos pájaros se posaron en la mesa, me vieron y salieron volando.
Suspiré.
"A ver si lo entiendo" pensé, "quiero hacer fotos a pájaros y no sale ni uno. Pero me siento a dibujar tranquilamente sin pretensiones, y poco menos que pintan ellos la acuarela. ¿Es así?"
Silencio.
"¿Dibujando desparezco? ¿no me ven? ¿Por qué no me ven?"
(Silencio)
"Bueno... será mejor que me ponga con la novela".
La novela es un problema desde hace tres días. Quizás por eso me ha dado por el dibujo. Mirad, no tengo móvil del malo.
Todas las historias son sencillas si pones el esquema sobre el papel. Señor sube al tren, doce personas quieren matarlo, intromisión de viajero no previsto que es detective. Ya está.
No consigo simplificar mi historia. Y llevo 26.000 palabras. Es un poco tarde para no saber el móvil. Solo hay que seguir los pasos del villano.
Ningún pajarito me visita mientras intento desenmarañar la historia. Sí que recibo la visita de un abejorro que me hace salir huyendo como Jack Sparrow y el mismo colirrojo tizón se acerca justo cuando más inspirada estoy pero lo asusta un obstáculo y el obstáculo, riendo, dice: "¡Ese era tu Muso!" sin tener la menor idea de la "referencia" que tiene para mí y la palabra y veo alejarse el colirrojo y mi inspiración.
Me hundo en la depresión del creativ@.
En serio, lanzo el portátil al vacío y empiezo desde cero.
Pero no. Con casi 30.000 palabras uno no lanza la novela al vacío, se esfuerza en darle sentido.
Qué injusto, todo del revés. Al menos, puedo pintar.
Saludos.
Os dejo algunas de mis fotos, un poco antiguas, la verdad:
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