Un día muy poco "terráqueo"


 Dormí de maravilla, me despertó el despertador y empecé a rumiar cosas mentalmente, algunas de las cuáles iban en un devenir de...

-¡¡DING,DONG!!

"¿La puerta?" "¿Eso es la puerta? ¿¿¿A las siete de la mañana pero qué...?"

Claro, así no podía pensar. Pero tampoco me vino mal que me interrumpieran porque me estaba enfadando yo sola.

Era un mensajero.

Ni tiempo me dio a ponerme la mascarilla, "¿a quién se le ocurre?" Abro. Soñolienta, en mini-pantalón, con el pelo delante de la cara, a duras penas había encontrado las gafas...

-¿Repartís tan pronto?

-¿Señorita Nelly?

-Sí,... 

Me entregó el paquete y se fue.

(Sé que son sábanas japonesas)

"Bueno, da igual". Eso me pasa por contar 7 respiraciones "en plan meditación" cuando me estaba cabreando por muchas cosas... una de las cuáles mi cabreo me va a durar hasta el infinito. 

El caso es que me giró, levanto la persiana y me quedo sorprendidísima.

"¿¿Pero qué??"

Me dio la sensación de que aquel no era "un cielo de los de la Tierra".

¿¿¿???? ¿Qué le pasa al cielo?

No era "naranja" exactamente. No. No lo sé definir. Sí que tenía algo claro. En la Tierra no.

No es que haya estado yo en Marte o en Júpiter pero (en la Tierra no) ese color....

Me asomo a la ventana. Por un lado es azul, por el otro... la palabra no es naranja. Necesitaríais un invierno nuclear para tener un cielo de ese color, alumbrado por una enana blanca...

¿¿¿Pero qué puñetas????

Voy a la otra ventana. Me asomo. Y pienso. A ver, ¿amanece y la atmósfera está turbia? ¿es el cielo encapotado? ¿qué es?

Total, sin descubrirlo, dejo el paquete en el salón y justo cuando enciendo el ordenador suena un tremendo trueno.

Aaaaaaaaah! Es el amanecer, ¡con tormenta!

Me asomo de nuevo a la ventana, algo da un salto lejos de mi mano. Es una araña saltarina.

(hola, araña)

La araña salta y se escapa hacia el borde de la repisa y hacia la tormenta. Salta. Salta. Salta, se fue.

Me pregunto por qué se ira. 

Si te paras a pensarlo, es curioso vivir en un planeta que a veces semeja a otros. 

Pero, claro, si son todo planetas... No sé, de repente, bajo la lluvia, viendo dar saltitos a esa diminuta araña, me pareció que teníamos una joya en el Universo.

¿No creéis? 



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