Martes.

 

Tras levantarme y recoger un poco me subí a la báscula. Alcé las cejas...

-Rumbo a 57 kilos... ¿¿¿¿¿¿Cómo puedes ir a 57 kilos de pesooo????

(¡¡modo drama on!!)

Le escribo a un ser querido. 

-Mándame tu dieta.

¡Jajaja!

Bien. Repasemos. Vamos a jugar a los detectives.


Llevo años pesando 63/64 kilos. Altura 1,69. Según algunas tablas genéricas mi peso ideal son 61 kilos. Yo pesaba 58 en la Facultad. Y si retrocedemos más, de niña era muy delgada (y muy inquieta).

Empecé a ir al gimnasio con 22 años. Mi peso subió. Y luego trabajé de tarde muchos años, con lo que cenaba bien entrada la noche y siempre con bastante pan. Porque me encanta el pan. No me gustan los pasteles, no me gusta la coca-cola, no me gusta prácticamente nada de lo que le gusta a todo el mundo (donuts, tartas, gominolas, vodka, turrón, hojaldre, pasteles, etc) ... salvo el pan. Me como una barra diaria y tan feliz.

En la primera cuarentena (6 meses encerrados) me pusé en 65 kilos de peso. Y ahí, ése día, decidí que había que hacer algo.

El problema no eran los 65... el problema era la cercanía a 70. Y yo, qué queréis que os diga, para mi peso y mi historia, 70 me parecía algo... inadecuado. No entiendo mucho de pesos. Siempre creo que la gente pesa menos de lo que pesa realmente. Pero hay chicos que pesan 70 y poco kilos. Por tanto... igual para una chica no era lo correcto. Me dio respeto, nada más.

Así que dejé el pan una semana y bajé a 62.

Fue la primera vez que vi una relación bastante directa entre lo que como y mi cuerpo.

Y sorprendida dije: vale, fuera pan.

No fuera pan, porque yo pan como. Pero en vez de por barras, lo compraba por panecillos.

Y en 62 me quedé.

Presumía de peso ideal. Y bajé a 61. "Fíjate, estoy en mi peso" "mira mi IMC, qué maravilloso", "qué adecuado", "qué -en la media-" sonrisa. Orgullo. Todo eso.

¿Por qué ahora peso 58,200?

Lo que ha ocurrido es lo siguiente. Antes yo pensaba mucho (o a menudo) en la comida. "Voy a comer esto", "voy a cenar lo otro", pero de un tiempo a esta parte la comida ha dejado de importar.

Escena retrospectiva.

Estoy trabajando, noto cierto malestar. "Ah, es hambre", me digo. Me levanto, voy a la nevera. Voy pensando en mis cosas, abro la nevera, veo la bolsa con ciruelas que compré (ya me había olvidado de ella), alargo la mano, cojo una, la meto bajo el grifo, le doy un mordisco, vuelvo a sentarme frente al ordenador.

En todo este tiempo mi conversación interior (inconsciente) ha sido: ¿Ciruelas? ah, bueno... Vale, está bien.

Ni puñetero caso. Ni siquiera me he dado cuenta de que lo he pensado. Porque estaba a otros menesteres. Ya no es que tenga una cosa en la cabeza, ya que es hay conversaciones por debajo de otras conversaciones. O pensamientos.

Media hora después (o una hora), noto lo mismo, me levanto, me como otra, me siento y punto. Por la noche estoy pensando en otras cosas, me hago una tortilla francesa, me la como y a dormir.

Escena retrospectiva dos.

Llego por la noche a casa, dándole vueltas a mil cosas, me acuesto, miro al techo. Sigo mirando al techo. Y sigo mirando... y mirando. Y mirando. De madrugada me ruge el estómago.

"¡Ay va!... ¿la cena? ¿yo he cenado?"

(*`=(=)8)

Me ruge de nuevo el estómago. Eso es que no.

Al día siguiente a mediodía tengo un antojo de pasta muy notable. Me preparo un plato de spaguettis (sin florituras) y me sabe riquísimo. Sorprendida de lo que siento, caigo en la cuenta de que llevo bastantes horas sin comer.

Escena retrospectiva número tres.

Esta misma mañana. Mi cuerpo me pide pan y chocolate (y ya puestos, una ciruela) porque peso 58 y esto no puede ser. Me siento. "Voy a desayunar como Dios manda". Voy a....

(ains, suspiros..)

"Qué bonita está la ventana". La ventana, los pajaritos, las nubes, las mariposas... Mirada fija en la azotea de enfrente. Me levanto, recojo el vaso, limpio la mesa... miro el pan, ¿¿por qué sobra tanto pan?? ¡Pero si he comido hasta saciarme!

Pues sí, dos rebanas mínimas del panecillo que tenía. 

Y el caso es que no tengo hambre. ¡¿Pero cómo es posible?!

Y claro. Así 57 kilos... y 56 ....

Pues eso es lo que está pasando.

¿Cómo llamo a esta dieta?

Nombre de la dieta: Despiste (y algo +...)

Duración: Indeterminad@.

Efectos: pérdida de peso innecesario, prestar más atención a las señales. Notar con mayor fuerza lo que me apetece...

Y encima los que me ven, se sonríen. :)



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