Y los sueños, sueños son: La Montaña.


Era un sueño más largo pero de verdad, quiero contar esta parte:

"Viajaba por una carretera de montaña del norte del país. Está en Asturias. Tú puedes elegir entre ir por la autopista o, si te apetece algo más de aventura, ir por la carretera antigua que sube el puerto. Sé que era esa montaña, aunque en el sueño no se nombra...

Pero había una tormenta de nieve terrible.

-¿Por qué vamos por aquí? -pregunté.

Estaba en el coche, con mi familia.

-¡Vamos! ¿No quieres ver el paisaje?

-Sí, pero...con este tiempo.

Nevaba, hacía frío, había niebla. Los aledaños de la carretera estaban blancos. El cielo, si es que era cielo, lucía gris y desvaído. De pronto:

-¡Cuidado! ¡¿Qué es eso?!

El coche describió una curva pronunciada. Una maniobra evasiva.

-¡Un burro! -dijo la copiloto.

-¿Qué? -el impulso me empujó contra una ventana, pero enseguida recuperé el equilibrio y miré hacia el otro lado-, ¿¿un burro?? 

Efectivamente, un burrito blanco subía la montaña. Con un paisano delante. De esos de sombrero de paja y andares sin prisa. Bajo la tormenta. Por el arcén.

Y ahí iban, tan panchos. Un frío "del carajo" y ellos subiendo como si tal cosa.

-¡Mira, hay más! ¡Cuidado!

Debía haber una docena de burros, pero yo esos no los vi. Me agobié un poco y dije:

-¡¡¿No podemos ir por la carretera normal como todo el mundo?!!! La carretera cómoda, la carretera habitual... -miré un plano, no sé por qué tenía un plano. Y me alegré de lo que encontré-. ¡Mirad! Aquí la carretera del puerto y la autopista se unen. ¿Veis? Podemos ir a la autopista. ¿Lo hacemos, verdad?

Claro que estaba pasado el pico de la montaña. ¿Acaso no era el final del puerto? Es normal que al final del puerto las carreteras se unan. Pero eso no me evitaba cruzar el puerto.

-¡Nelly, mira! -dijo la copiloto.

Miré por la ventana.

-¡Mira la niebla! -dijo el conductor.

Yo soy muy de paisajes. Me gusta mucho el aire libre, si hay naturaleza. Es verdad que luego salgo corriendo en cuando oigo un zumbido...  Lo que me recuerda una anécdota muy simpática en la que yo iba paseando con un amigo, hace años, y vimos un conejo. "¡Mira, un conejo!" Nos quedamos hechos piedra. Inmóviles. "Aaay, qué bonito...". Le daba la luz del sol del atardecer y se levantó sobre sus dos patas traseras. De repente... algo que yo no había visto nunca en libertad (un zorro), salió como un rayo hacia el conejo, desde un lateral del camino. El caso es que yo vi una cola roja peluda enorme (en un ser muy bajito, no sabía que los zorros eran tan pequeños, ni que eran todo cola, por lo que no lo identifiqué) que salió al camino justo delante de mis pies y me llevé un susto del copón. El conejo, a su vez, se llevó un susto del copón, y el zorro (y esta fue la parte más graciosa) se llevó otro susto del copón. De tal manera que los tres dimos un brinco absolutamente visible en la mitad del sendero (es decir, teníais que ver al zorro frenando en seco la carrera) y salimos corriendo cada uno en una dirección. El conejo se metió en el bosque, yo volví gritando a la carretera y el zorro que casi se tropieza con sus propias patas, salió pitando hacia otro lado. Luego a mí me entró una ataque de risa. ¡Vaya tres imbéciles! jajajaja, el zorro, la humana y el conejo. 

Volviendo al sueño, y este ese el motivo por el que lo cuento, pegué las manos al cristal de la ventanilla y me admiré del paisaje. Eran las piedras del pico de la montaña, que ya conozco, la niebla, y el sol. Como había viento, las nubes trataban de superar el pico de roca, pero no siempre podían y parece que lo sobrevolaban manteniéndose al margen y brillando cada vez más, porque había mucho sol (la tormenta, por lo visto, y el banco de niebla, había quedado a menos altura). 

Aquel paisaje era bellísimo. Pero bellísimo. Las piedras, cada arista, cada planta, las nubes. El cielo. Era espectacular. 

Y me dije: "Jo, no hay nada que iguale a la realidad". En el sentido de: ningún cuadro, ninguna película, ninguna creación humana puede alcanzar tal nivel de perfección y belleza. 

Y me desperté.

Sí, amigos míos, así funciona mi cerebro!!!! "No hay nada que iguale a la realidad!" ¡Toma, es un sueño!
O sea, que mi subconsciente ha hecho todo esto para fardar de engaños. Es como si dices "jo, ese caballo es increíble, ningún ingeniero podría hacer una máquina así" y entonces resulta que es un caballo falso que lleva pilas. ¡Muy simpático, cerebro! ¡Me has engañado muy bien! 

"No hay nada que iguale a la realidad..." Y era un sueño.
Me voy a hacer un café. Que espero sea real y no de Matrix. Aunque... viendo que no hay diferencia...

fuente: https://www.pinterest.com.mx/pin/311592867952470821/


0 comentarios:

Publicar un comentario

 

 

 

Creative Commons License
contador de visitas para blogger por paises