Sueños que son historias: La Muralla

He tenido un sueño muy raro.
Vamos a ordenarlo:

Había un doctor muy, muy, muy importante. Un médico. Era tan importante, que todo el mundo le iba a ver. Y por algún motivo extraño, yo tenía que ir al dentista así que me dirigí hacia donde estaba ese famoso médico. Digo que es un motivo extraño porque no tengo una sola caries. A juzgar por el lugar en el que vivía, le rodeaba toda una comunidad de facultativos. Se dice, así, ¿verdad? Los doctores, o médicos o facultativos. Era como una ciudad donde vivían "seres" que entendían de medicina. 

Para ver a este doctor había largas colas de espera, yo me puse en una cola y mientras esperábamos, charlaba animadamente con mis amigos. Pasada una muralla, la cola se dividió en dos. Yo seguí la principal mientras un grupo se fue hacia la derecha, hacia la propia muralla, y continuó por allí (por dentro de la muralla). Unas escaleras se internaban en la misma.

- ¡Que te has equivocado, no es por ahí! -dijo alguien. 




- ¿Cómo que no? Aquellas casas son del médico -contesté-, luego será por aquí.

- Ahí no es -me dijo otra persona.

Pregunté al que tenía delante:

- Disculpa, ¿esto es para ver al médico, no?

Y esa persona me contestó:

- ¡Oh, sí, para el dolor de espalda! Voy al fisio. ¡Qué dolor tengo!

- No, no... yo voy al dentista.

- ¡Ah, al dentista es por allí! -y señaló a los que se habían por la otra cola.

¡¡¡Vaya!!!! 

Refunfuñando me dirigí hacia allí. ¡Jobar, me había confundido! 

Llegué a las escaleras, llegué a la muralla, avancé un par de pasos y me detuve.

Allí había algo raro.

No es que la muralla fuera fea, o tenebrosa... o vieja, que sin duda lo era. No es eso. Es el viento que venía del interior de la muralla. Me quedé parada. Apenas dos pasos dentro del edificio. Y entonces algo de fuera me llamó la atención.

Era una chica. Estaba en lo alto de la muralla y debía ser una de mis amigas. Como este era "uno de esos sueños", me acerqué volando hasta arriba. No es habitual volar en los sueños, pero en estos... sí. 

- ¡Hola! ¿Ya has visto al médico?

- Había mucha gente -me contestó.

Ya lo creo, colas y colas de miles de millones de personas y "seres". 

- Bueno, pero querías ir a verle, ¿no?

La chica se sentó en el suelo. Allí tenía unos cojines, una tetera. En fin, me pareció bastante acomodada. Vivía donde  la pared de la muralla dibujaba esos cuadrados tan típicos. Se llama "parapeto". En la parte de arriba. Junto al "adarve" (qué cosas aprendo por los sueños).

- ¿Quieres un té? -me preguntó.

Me rasqué la cabeza. Y luego me encogí de hombros y me senté a su lado. 

- ¡Mira es una amiga mía! -señaló abajo. Luego la invitó a unirse a nosotras. Y luego cuando llevábamos un buen rato de cháchara (yo miraba hacia abajo), ella dijo-. ¿Sabes que aquí viven vampiros?

- ¿Dónde? -pregunté alarmada-. ¿En la ciudad?

Ya os dije que el médico vivía rodeado de unas casas muy raras (por llamarlas así) y que parecía tener a su alrededor toda una comunidad de facultativos.

- Sí, pero no son vampiros de los que muerden  -me contestó la chica.

Luego despierta pensé: ¿¿y qué son, de los que brillan?? jajajaja!! Sólo conozco dos tipos de vampiros: los clásicos y los Cullen. Y como todos sabéis, los pobres Cullen (versión moderna, a fin de cuentas, de Romeo y Julieta) han recibido muchas críticas porque son brillantes jajajajaj! 

En el sueño no parecían malos. Simplemente, pasaban por allí de vez en cuando. Como presencias transparentes.

- Oye, ¿no deberías moverte de aquí? -le dije, acabando mi té.

- Estoy muy cómoda -me contestó.

Ya. Se lo había montado bien, de eso no cabía duda. Pero ir a ver a un médico y quedarte parapetada tras una muralla no tenía mucho sentido.

- ¿Te gusta aquel mueble? -me preguntó.

Junto a una puerta en el adarve (como mola eso de aprender palabras. A-D-A-R-V-E) había un precioso mueble antiguo (sospechosamente similar a uno de mis joyeros) que era básicamente una imitación de un mueble de caoba compuesto de quince cajones verticales. Hace años se pusieron de moda. Claro, como mueble es precioso.

- ¡Ah, sí, era mío! -le dije.

Supongo que estaba un poco confundida.

- Queda bien ahí, pero está muy lejos -dijo la chica de la muralla tomando té-. Ojalá pudiera alcanzarlo.

Me acerqué volando a él y abrí una de los cajones. Estaba vacío. A la chica de la muralla pareció sorprenderle gratamente que yo pudiera volar. Y le dije: "es la costumbre" jajajaja! ¡jajaja! qué respuesta tan tonta. En fin.

Volví junto a ella y junto a su amiga.

- Oye, mira -le dije-, no creo que sea bueno que te quedes aquí. Yo me voy.

Avancé de nuevo hasta la puerta y de nuevo estaban las escaleras, en el interior de la muralla.

Di dos pasos y me paré.

Era imposible no notar aquello. No era miedo, no era... nada aparentemente malo. Era vacío.
¿Alguno ha pensado alguna vez en el vacío? ¿Alguna vez habéis entrado en una habitación en la que sentís el ambiente con mucha nitidez, con mucha claridad? Bien, pues imaginad que no es un ambiente cargado, ni un ambiente "eléctrico", ni un ambiente de "barullo", ni un ambiente "de verano". Imaginad que es vacío. Un vacío fresco. Pero vacío a fin de cuentas.

Me quedé parada y me desperté. 

Total: que no conseguí atravesar la muralla JAJAJAJAJ! jajajaja!!!


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