No puedo leer a Stephen King de noche.

Durante las últimas dos semanas he desterrado la televisión de mi vida para dedicar ese espacio a la lectura. Debido además a mi horario de trabajo me despertaba todos los días recordando mis sueños (algunos los he publicado, otros no). Seguramente, el mes que viene no me de tiempo a recordarlos (eso espero, se estaban poniendo muy pesados). Pero he podido constatar que hay al menos un cambio en ellos, bastante extraño. Consiste en que donde antes el miedo me despertaba... ahora me da tiempo a investigar un poco más. Es curioso, yo no he hecho nada para provocar estos cambios. Es como si sueñas con un túnel que te da mucho miedo durante veinte años y de repente...avanzas dentro de él. 

El sueño de hoy supongo que será el último de estas dos extrañas y misteriosas semanas oníricas. 

Estaba en el Oeste americano. Sólo recuerdo el final de la historia, y es una pena, pero como ha sido un sueño (en comparación con los anteriores) bastante tranquilo, no me quejaré jajajaj...!!

Resulta que era más joven de lo que soy ahora y resulta que un puñado de chicos y yo vivíamos en la calle. Hasta que llega un pistolero. Sobre todo, recuerdo al chico que era más o menos de mi misma edad, un poco mayor quizá. El pistolero se pasaba el día ordenándome cosas. "Haz esto", "hay que hacer lo otro", "mira no se qué". No recuerdo todo, pero al final, subimos a un tren de vapor. Yo creo que íbamos a asaltarlo, pero no estoy segura. 

Recuerdo que estábamos en el vagón que hay detrás de la locomotora. O puede que fueran vagones de carga, el caso es que a diferencia de los demás vagones, estaban al descubierto, sin techo, y en este caso repletos de troncos de madera. Nosotros habíamos saltado sobre el tren. A saber con qué intenciones, jajajaj!!

El caso es que debido al movimiento (recuerdo el ruido, el olor de la madera ¿¿¿cómo se puede soñar con olores??? esto da miedo...), el tacto de la superficie irregular bajo mis botas. Y el viento. Debido a todo ese ajetreo, al pistolero se le cayó la pistola. Y el chico que estaba justo delante de mí la recogió. 

"¡¡¡Qué bien, se acabó su tiranía!!!!"

Pero el chico no sabía que hacer con la pistola. Le apuntó, luego no se decidía a actuar.... se le cayó entre los troncos. Yo la recogí.

Apunté al pistolero.

- ¡¡¡Ahora mando yo!!! -dije-. ¡Se acabó, te voy a disparar!

- ¿Quieres matarme? -me preguntó.

¿Sabéis? No parecía asustado en absoluto.

- ¡Yo tengo la pistola! ¡Ahora se hace lo que digo yo!

- Todo lo que he hecho es enseñarte -me contestó.

Titubeé. ¿De qué habla ese loco? Hasta donde sé, éramos chicos criados en la calle... en el oeste americano. Y aquel idiota engreído había formado una banda con nosotros. ¡Pero ahora la pistola era mía!

- Te voy a matar -le dije.

Entonces recordé algunas cosas... y de repente no me pareció que aquel pistolero fuera malo en absoluto. Había sido duro..., pero ... de todo se aprendía algo. Bajé el arma. Una parte de mí quería matarlo y otra no. Y creo que el personaje del sueño lo sabía. 

Lo terrible de tener el mando para desafiar al maestro y cuando lo consigues ver que todo lo que ha hecho lo ha hecho por ti.... ufff! qué momento. Miré la pistola, el otro me dio la espalda.

"Bien, vamos..." -dijo.

No sé qué se supone que íbamos a hacer en el tren. Pero...me di cuenta de que había cambiado algo. Hasta ese momento del sueño parecía que los chavales que estábamos allí, lo estábamos por obligación. Pero no era cierto, nos había dado cobijo y comida. Nos había enseñado a ensillar caballos, a quitar herraduras, a ir a por agua al pozo. En realidad el sueño no iba de un villano malvado, iba de un vaquero al cargo de todos nosotros. 

Di un primer paso sobre la madera y fue el primero siendo consciente de que le seguía. De que confiaba en él. Eso me hizo despertarme.

Y así acaba mi sueño. 

Me desperté muy tranquila, por cierto.