En el que el mar me hace un regalo.

Pues estaba nadando y conversando sobre cuidar la Tierra y los microplásticos y todo eso y mis interlocutores dijeron: "No tiene remedio".

-Los ricos se irán a Marte... y punto.

-¡Jajajajajaj! 

A ver, sí lo tiene. Yo erre que erre comparando la Tierra y sus habitantes con un organismo vivo y sus células. Si muchas células deciden no tener móvil nuevo cada 2 años, no comprarse doce toneladas de ropa que acaba tirada en medio de desiertos, no usar el coche para ir a por el pan, etc.... algo siempre se notará. 

No logré hacer cambiar de opinión a los demás, así que metí la cara hasta la nariz mientras nadaba y pensé: "No te preocupes, Océano, yo voy a cuidarte".

Frase muy estúpida y muy absurda, habida cuenta que le estaba hablando al mar.

Salgo del agua y voy caminando y de repente al mirar hacia abajo veo...un ojo azul. Tremendamente dilatado.

Me fijo más porque primero pensé en esa piedra que llevan algunos colgantes, pero como estaba en la playa, me dije: "No puede ser, ¿será algún tipo de animal?"

Y, tiene gracia, porque el ojo mirando para mí, yo mirando para el ojo, de repente pensé que La Tierra me estaba mirando. Tal cual.

-¿¿Qué es esto?? -dije en alta voz.

Una amiga se acerca:

-¿Es...? -frunce el ceño porque tal como está enterrado en la arena... es un ojo mirando.

-Será un molusco.

-¿¿¿De color azul????

Me agacho y lo saco de la arena y tras el ojo azul van unas cuentas de madera.

-¡Ah! ¡Jajajajaj! ¡Mirad, es una pulsera!

(¿No había pedido yo un "mala" para meditar?)


Que por un momento había pensado que la tierra me estaba mirando. Pues solo el ojo sobresalía de la arena, mirando para mí y yo mirando para él. 

¡Jajajajaj!

"Pues muy bien. Un regalo".

¿De dónde vendrá esa pulsera? ¿A quién pertenecía? ¿Por qué la dejó caer al océano? ¿Se percató de su pérdida?

Ay, son tantas las preguntas. ¿Cuántos kilómetros habrá recorrido? Las cuentas de madera están muy gastadas, así que no es de esa orilla. Quizás se le cayó a alguien durante un crucero... En fin, nunca lo sabremos. Ahora la pulsera está a 650 kilómetros de esa playa. Justo delante de dos figuritas de Buda.


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