La Universidad.
En la Universidad yo tenía una profesora de Instituciones Comunitarias. Era una optativa. Me diréis: "Nelly, ¿qué tiene que ver eso con la publicidad?". No mucho. Pero la alternativa era un señor que nos echó una bronca porque vio un reportaje sobre los bosquimanos y nos llamó ignorantes porque ninguno lo vimos. Es más, dijo que "se sentiría feliz si uno solo de sus alumnos lo hubiera visto". Siento ser una decepción, señor, pero vomitar un libro que ha escrito usted no me parece una forma adecuada de progresar en una materia. Ni ver la televisión a la vez que usted es un reflejo de sabiduría.
Así que opté por Instituciones Comunitarias.
Si os digo que la profesora era una pelirroja de treinta años, con faldas de cuero negras, botas hasta las rodillas y ceñidos tops de cuero seguramente no me creeréis. Pero era cierto. La clase la miraba con cierta perplejidad. En serio. Lo único que... por algún motivo misterioso, uno de mis recuerdos imborrables de universidad es verla golpear el suelo con el tacón, apoyarse en la mesa y decir:
-La Comisión Europea tiene como misión velar por los intereses de la UE en su conjunto y no por los intereses de los estados miembro a los cuales pertenecen los comisarios. Si no por el conjunto.
De alguna manera incomprensible, aprendí a fuego lo que era la Comisión Europea. Palabra por palabra. Lo demás, no recuerdo nada. Pero me gustó tanto la idea que pensé: Unidad. Me pareció la institución que mejor "reflejaba" la idea de "vamos a unirnos". Sí, sí, ya sé lo que me vais a decir... Luego vi un debate con los Lobby (¿?) o algo así... del tabaco y ya me deprimí.
Es como el experimento del profesor aquel que nos dijo que los trabajos entrarían en el examen de los demás, pero que si éramos el que más trabajos hacía, no habría examen. El grupo hippie de la tarde pasó del tema (bastante teníamos ya... algunos trabajábamos por la mañana). Pero el grupo de mañana llegó a las manos. ¿Creéis que recuerdo algo de su asignatura? No. No, él no me enseñó eso, precisamente. Recuerdo mirarle ese día al llegar a la clase "de la tarde" y ver a los de la mañana enzarzados en una pelea física. Recuerdo girar la cabeza hacia mi profesor. Su cara y los dos montones de trabajos. Uno, era una pila. El otro eran dos hojas. Y yo: "¿Ah, pero que había que presentar trabajos? ¿Alguien ha hecho algo?" Varios compis se encogieron de hombros. Sí, algo había dicho en la clase, ¿Quién tiene tiempo para eso? La tarde, colaborativa, no había presentado ni uno. La mañana, como idiotas, habían jugado al juego de Nash en máximo beneficio. Yo, y esto nadie lo sabe, saqué un sobresaliente en el examen de economía de selectividad porque fue a caer esa teoría aplicada al ámbito económico. Y ese mendrugo.. perdón, maestro, había enfrentado al curso de la mañana entre sí. ¿Con qué resultado? Una cara fría como el hielo. Señor profesor, por favor, ¿pero qué hace...? ¿Dónde está la ética?
-Lo ha hecho usted a posta -dije.
-Por supuesto.
He ahí, Eva, tu lección de ese profesor. Señoras y señores, el mal existe. Y los borregos, también.
Qué maldad.
De todos modos, va a dar igual.
Total.
Que tengo memoria selectiva con las clases. Por ejemplo, Teoría de la Comunicación. La daba Dani de Vito. Os lo aseguro, era idéntico. Le llamábamos así.
De su clase no recuerdo nada, salvo una cosa que recordamos todos. Toda la promoción.
Estaba dando la clase y de repente hizo un silencio. Se detuvo, nos miró y dijo:
-¿Me permitís que os cuente un chiste? ¡Venga, uno!
Soltó un GRAN SUSPIRO.
Y acto seguido dijo la frase que toda la clase aún hoy recuerda:
-Suspiráis, ¿marquesa?
-No. Me quedo un poco más.
A los dos segundos de verdadero estupor de 99 alumnos (sí, éramos muchos), siguió una carcajada general no por lo bueno del chiste, precisamente, sino de lo malo que era. Era tan malo, tan malo... que 20 años después cuando dos alumnos se juntan, dicen: "¿Suspiráis, marquesa.....?"
Empiezo a pensar que era el mejor profesor de todos. Todos le recordamos con el mismo cariño.
El de Redacción Periodística sale en la tele, en Telemadrid. Y era muy guapo. Así que no os voy a decir quién es. Uno de mis compañeros de pupitre lo veo de tertuliano en la Sexta. La primera vez, casi me caigo del sillón del susto. Llevaba quince años sin verlo.
-¡Toma! ¡Pero qué fuerte!
Yo dejé de trabajar en publicidad a los 27/28 años. Ya lo sabéis. Acabé la licenciatura de cinco años con 23 y ese mismo verano ya empecé en TAPSA, unas prácticas. Luego otra agencia más pequeña.
Mi facultad es una copia de una cárcel de mujeres de Michigan. Nada más entrar, un cartel descolgado de cuatro plantas (imaginad el tamaño) rezaba: ¿crees que eres el único gay/lesbiana de la Facul?". Un buen día, en una optativa, encontramos una mesa donde ponía esto: "¿Crees que eres el único hetero de la Facul?" y muchas Xs, debajo ¡Jajajajaja!, porque madre mía, ¡allí eran todos gays! De una clase de 90 personas, 78 eran chicas. De los 12 restantes, nueve eran gays... te quedaban dos heterosexuales y con suerte... Los de ingeniería de Caminos venían allí a ligar.
Mi novio era ingeniero de Caminos. Estudiante.
Nos reíamos mucho, mi facultad era obviamente liberal/moderna/progresista. Pero tenía cosas que llegaban a ser ridículas. Un día, primeros de curso, dos chicos empezaron a besarse en la puerta de la clase. Cuando digo EN me refiero a que NO DEJABAN PASAR. Y era... lo más apasionado que podáis imaginar. Mis amigas y yo... mis cuatro amigas y yo, paradas en el umbral.. esperamos.
Y esperamos
Y esperamos
-Eh... perdona.
Los dos chicos nos miran. Con asco.
-Eh... -dice una de mis amigas-, ¿me dejas... porfa?
-¡Ah, que te piensas que... blablablablablablablbal!
Mis amigas y yo, perplejas.
Porque la discriminación...
Porque el no se qué....
Mis amigas y yo, en silencio.
Finalmente, mi mejor amiga dice:
-NO, si todo eso está genial, pero es que estáis ocupando la puerta por completo, no podemos atravesaros....
Os aseguro que... era tan absurdo... que realmente si no se hubieran puesto en medio de la puerta, se habrían puesto en medio de la escalera del metro de Madrid. El tema era tener oportunidad para soltar toooodo el discurso. No, hijos, no, no tenemos ningún problema con que os estéis besando. NO, hijos no, si mi mejor amigo es gay. Que sí, que sois monísimos los dos... si a mí me da igual que os llamarais Juan y Laura. A Juan y Laura tampoco podemos atravesarlos si se plantan en la mitad de un espacio.
El porcentaje de heterosexuales de la facultad era de 12%. Así que NO, tranquilo, que no me ofendo. Si la que está en minoría aquí no eres tú, precisamente. Todos los de ingeniería se venían a mi facultad a estudiar. La mar de felices. Los de Teleco, también.
Yo, claro, me pasé muchos años enamorada de un chico gay. Que era guapo como él solo.
Aunque me eché un novio de Caminos, que era serio y guapo y sereno y bailaba bien.
Pero esa es otra historia...
Un día entró alguien en clase diciendo que por favor viéramos una película gratis en la Sala de Conferencias. Nos invitaban a todos. "Por favor, bajad y vedla. Es al terminar la clase. Os invitamos a todos"
Yo bajé, la vimos y salí del cine/sala pensando... "¿Pero qué acabo de ver?"
Acababa de ver Tigre y Dragón.
Sí, en su preestreno. Antes de cualquier sala de cine.
Me acuerdo subir las escaleras grises y esa película me había resbalado por completo.
¿Sabéis la cantidad de veces que la he visto? Doscientas. Jajajajaj, no tantas, no. No deja de ser raro que me importara un pepino y unos diez años después la compré para verla en bucle (cuando conocí al maestro) una y otra y otra y otra vez y qué pena la chica... y bueno, menos mal que vuela.
Y entonces, volviendo en un viaje familiar hace apenas unos pocos años, mi hermano mayor dijo: "Ah, como ese dramón de Tigre y Dragón".
Yo giré la cabeza y dije:
-¿Dramón?
-Sí.
-No... -dije-, ¿dramón? No.... hombre, es triste claro pero...
En estas mi hermano me mira fijamente y dice:
-Eva, ¿cómo acaba esa película?
Y yo:
-Bueno, pues ella se junta con su amado y pide un deseo.
Y mi hermano:
-Y se suicida.
Y yo:
-No... ¡noooo! ¡¡¡¡SE PASA LA PELÍCULA VOLANDO!!!!
-¡Sí... pero no desde tan alto!
¡¡¡¡VAMOS A VER!!!!!
Pues que sepáis que en realidad, la vi con 18 años, sí. Una primavera. El año que entré en la Universidad.
Nunca aprendí a jugar al mus.
Las mejores fiestas eran las de Teleco.
Trabajé junto a la Facultad de biología.
Se rumoreaban cosas indignas sobre la facultad de derecho.
Crucé a veterinaria para dar los cursos de inglés que me dieron créditos en cuarto de carrera.
Entré becada, saqué matrícula en el Instituto. Y no... no tenía un diez. Tenía un nueve y pico de media, pero les permitían dar dos matrículas.
Así que entré gratis.
La selectividad fue un infierno. Os cuento porqué: mi método de trabajo implica escribir el temario. A mano.
Resultó que no tenía tiempo para transcribir libros enteros de texto. No pude hacerlo. Me subió la media economía. Mucho. Fallé en matemáticas. Fallaron todos y el instituto echó a la profesora. Tampoco es justo. De todos modos, yo era una manta en matemáticas.
La media de Instituto y Selectividad, era un siete alto. Casi un ocho. El corte en publicidad de ese año era más de siete y medio. Estaba de moda. Te pedían un casi 8 para publicidad o periodismo y apenas un 5 o un 6 para matemáticas o derecho, era absurdo. Todo el mundo quería ser publicista.
Echo de menos la Universidad. Había opciones. La gente estaba contenta.
Ahora la gente está quemada, estresada o triste. No hay ética. Todo lo que sobre el papel es bonito, en la práctica está corrupto. Diréis, ¿estás triste? Bueno... le dije una cosa a mi compañero al que admiro y ¿sabéis qué contestó?
-Lo sé.
Lo sabe y no se indigna. Lo sabe y vive en ese mundo. Qué desastre. Soy como el escritor del Mouline Rouge. Voy por ahí con mis ideales y luego... ¡pum! ¡nada funciona como debe!
Yo me enfado, ¿por qué él no se enfada?
Debería haberme quedado en el mundo académico.
Y mejor ni os hablo de mis amigos periodistas. Porque lo que cuentan ellos... en fin.
¡Saludos!
0 comentarios:
Publicar un comentario