Mi pensamiento y un río.

 


Ayer me quedé en casa escribiendo un concurso literario, pero hoy me fui de excursión a un río (la foto la hice yo). Caminé 21.000 pasos, casi no vimos animales, nos pusimos un poco colorados por el sol (¡Jajajaja, nos ha pillado por estar de color "blanco-ciudad"!) y la verdad es que lo pasamos muy bien, pero para mí el mejor momento fue cuando, tras hablar durante horas, rodeada de pinos, miré el agua y pensé: "Da igual las tonterías que digas, las cosas que digas o las opiniones que vuelques porque a mi compañero no le importan porque está por encima de eso".

Aparentemente, ni el compañero de trabajo tiene nada que ver con la conversación en el bosque (la vida, la política, el hombre, el amor, la religión) ni yo tenía por qué pensar o acordarme de él mirando el río. Pero en realidad la verdad es más profunda. Os explico: al río le da igual lo que yo diga. 

No solo al río, sino a su naturaleza.

Hacía un ruido tremendo y bajaba con fuerza y seguiría así da igual lo que yo hiciera. Y eso,... es hermoso. 

Estando en Japón me di cuenta de una cosa asombrosa, y es que estuviera donde estuviera, siempre estaría conmigo misma. Ya sé que lo sabéis y que es muy obvio pero me encantó estar conmigo misma. Es decir, me encantó encontrarme en Japón. Tuve que irme un poco lejos, la verdad, para darme cuenta, pero una vez encontrada ya no te puedes "desencontrar".

Daba igual Tokyo que la cafetería de la esquina, estaba conmigo misma.

Bien, pues que digas lo que digas el río y la piedra se van a seguir encontrando y la fuerza de la corriente es un alivio. 

Así que dejé de opinar y me limité a observar el río.

No puedo poneros el vídeo porque no soy capaz de subirlo (lo intento, desde instagram) pero no puedo, y es una cascada monumental y un ruido tremendo pero que a la vez da paz.

Así que cuando volvíamos, viendo que  me había manchado mucho de barro las zapatillas, tuve la feliz idea de bajar el puente, descalzarme y sobre las rocas y la corriente escandalosa, quedarme en calcetines. No había previsto que llevaba mis calcetines de andar por casa, a rombos blancos y negros, en plan Alicia.... Pero me hizo reír mucho verlos. Y mi amigo dijo: "¡Anda, pero si llevas calcetines gordos!" Y yo respondí: "Gordos y peludos". Llamaban mucho la atención y llegaban casi a la rodilla. 

Tomé mis zapatillas y las metí en la corriente.

-¡Jajajajajaj! -mi amigo me miró-, ¿pero qué haces? ¡Si llevamos todo el camino intentando tener los pies secos!

Por eso.

Barro fuera. 

Me volví a poner las zapatillas limpias y me senté a observar, con los calcetines completamente mojados y viendo el sol ponerse tras las montañas.

Había risas, había humanos sacándose fotos, y había ruido de cascada (no tengo foto del puente)

:) 

¿Sabéis lo curioso? Que he soñado con una piscina. ¡Jajajajaj! Pero me desperté pensando: "Por fin un sueño lógico que no tiene nada que ver con la vida. ¡Una piscina y mojarse!"

Bueno. Quién iba a decir que el día tendría tanta agua. 

Voy a ver si leo un rato.

Fin. 


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