Ayer le conté al actor un problema y escuchó y comprendió y me explicó por qué las cosas eran así.

Año 2019:

-¡¡Porque si tienes algo bueno, publicas!! ¡Si es bueno, llega a la gente! esa es mi creencia. ¡Si tienes algo bueno, al final vendes!

-Sí, como Van Gogh

A esta frase siguieron tres segundos de estupor (un estupor delicioso) y luego yo estallé en risas.

Esta escena la he entendido ayer. En el año 2022. Y me he cabreado mucho. Porque yo soy artista, no vendedora. Siento decirlo, pero es así. Llegué a la publicidad por el arte, por el creativo y me encasquetaron en "Ejecutiva de Cuentas" porque tengo aspecto "muy majo", y encajaba muy bien de vendedora del Corte Inglés.

NO.

No, no y mil veces no. No soy una relaciones públicas. Y mucho menos, cuando escribo.

Entonces el actor, en el año 2019 me contó una historia.

La historia era coherente, era correcta, le di la razón.... Pero en mi fuero interno pensaba y pienso da igual, porque lo único que de verdad importa es escribir y ser mejor cada día.

Ayer vi que "no da igual" y estoy muy disgustada, muy cabreada y he mandado un correo a uno de mis editores...

... y lo que quiero es ver al Actor y que me abrace muy fuerte.

Me niego, y digo "me niego" a poner las ventas por encima del trabajo duro. Si ese es el plan, conmigo no cuentes. Yo no soy comercial, soy escritora. Es más, Eva Pérez puede ser comercial, pero Nelly es escritora. 

No me puedo creer que he llegado al punto al que han llegado mis amigos autores. Ese del desengaño, el enfado y la frustración. ¡Pues no! Os voy a demostrar que quién tiene algo bueno, publica. 

El hecho de que "mi aspecto" sea muy "correcto", me enfada mucho también cuando un chico te conoce y te dice: "Ah, tú me cuadras". Me dan ganas de contestar: "¿Sí? ¡¿Voy a juego con tu jersey?!". No me ven. Ni puñetera idea de quién soy.

El único que me ve un poco es el Actor. Y el Muso. Y algunos seres queridos. Pero vamos, "me cuadras, me encajas, tienes pinta de maja". No. Soy una bruja. Tengo un carácter muy fuerte y me gustan cosas que ni imaginas. Qué hartura de mundo, que manía con subestimar al otro, con etiquetarle. Pues nada.

¡Dichosas apariencias!