Hace unas horas viajaba en un autobús presa del mal humor. Cuando de repente subió una señora que no no tenía dinero suficiente para viajar. Me quedé observando y al final encontró el dinero. En la siguiente parada subió un joven con el importe del billete en céntimos y dos céntimos. Le dio el dinero al conductor y dijo:

-¿Faltan dos céntimos, no?

El conductor respondió:

-No lo sé, no lo he contado aún.

Yo observé al conductor. Dado mi enfado, su respuesta me pareció increíblemente contenida. "Fíjate" me dije, "sabiendo yo como sé que en la parada anterior ya hubo problemas y en esta sube alguien con dos euros en monedas de céntimo ya... vamos, soy yo y pierdo los nervios".

El joven volvió a bajar, a subir, a bajar, a subir y después de titubear cien veces, el conductor dijo:

-Le faltan diez céntimos.

Y entonces oí una voz a mis espaladas.

-¡Toma! Yo te los pongo.

Hasta aquí, diréis, algo normal. Lo que motiva esta entrada es lo que esa mujer que iba detrás de mí le contó a la que iba con ella:

-Yo he estado en esa situación... Una vez, en Conde de Casal me quedé tirada sin dinero para el billete. ¡Jajajaj! Me puse muy nerviosa, y una señora me pagó el pasaje.

De repente yo dejé de estar enfadada y de tener el ceño fruncido. Hasta entonces llevaba el entrecejo como un acordeón, porque según una amiga mía soy Leo, jajjaja, y a veces soy "muy Leo". Pero escuchando aquella historia me di cuenta de algo. Como viajan las buenas acciones.

La pasajera había pagado el billete (bueno, sí, diez céntimos) del nuevo pasajero porque una señora se lo pagó a ella hace meses... La verdad, nunca pensamos que una buena acción puede repercutir en muchas personas que vienen después. Pero la gente "se copia" una de otra. Me refiero a que si te pasa algo malo, y luego ves eso mismo en el mundo, piensas: "¡pues claro, es normal!". Y entonces parece que lo malo se normaliza. Pero ocurre lo mismo al revés. Cuando pasa algo bueno, la gente dice "ah, claro, eso pasa" y lo bueno se normaliza. Decía un libro de Julio Verne que los ingleses (es un ejemplo) se jactaban de que un lingote de oro era pasado de mano en mano por todos los clientes de un banco y luego el lingote volvía al cajero y lo podía guardar. El autor hablaba de "la caballerosidad" y el honor inglés, pero realmente yo destacaría otra cosa, si el de atrás lo pasa, el siguiente también.

Total, que esa idea tan absurda pero a su vez importante, disipó mi mal humor. Cuando hacéis (cuando hacemos) algo bueno... las consecuencias van más allá de lo que nosotros pensamos.

Lo malo es que con las acciones menos buenas supongo que pasa lo mismo.

=) Feliz lunes!!!!