Más deporte que antes. (entrada posiblemente **frívola***)


He caminado 21.021 pasos hasta el centro, y al volver una amiga me ha dicho: "oye, que pasas por al lado de mi curro, ¿desayunamos?".
No suelo improvisar así que me gustó el plan.
Y al llegar a casa pesaba 61 kilos.
Os voy a contar mi aventura con el peso.

Yo hago deporte, pero por salud y por control de estrés, nada más. Nunca he sido como esas chicas y chicos del gimnasio que tienen el cuerpo marcado con sus músculos. En realidad voy al gim porque una vez me rompieron el corazón y me puse mala de la circulación. Y nadie lo entendió y me dijeron: "Pues ya puedes cuidarte". Yo tenía... 19 años.

Y me cuidé lo que pude. Pero la verdad es que el gim es un coñazo en tanto se convierte en rutina.

Casualmente, llegué a otro gim con spa y piscinas, pero era taaaan caro, que no soy socia. Lo que tengo son pases de diez. El que tengo actualmente lo compré hace un año y aún me dura, si bien al paso que voy en dos fines de semana, lo gasto. Y es que esa piscina en la azotea es un refugio fenomenal.

Al comienzo de la cuarentena hacía deporte en casa. Entonces descubrí las ventajas de haber ido al gimnasio tantos años y es que me sabía las clases de memoria. Pero luego... no sé qué pasó, simplemente abandoné. Y entonces, un buen día, al subirme a la báscula pesaba 65 kilos.

Yo mido 1,69.

El problema no eran los 65 kilos... el problema era la cercanía a los 70.
70 kilos, para una chica... me parece una burrada. Yo no entiendo mucho de pesos, mis amig@s se ríen porque dicen que siempre me han gustado los chico rellenitos, vaya usted a saber, lo que yo considero "gordo", no es lo que consideran "gordo" los demás.

A mí un palo de escoba o un super-cachas del gimnasio ... me dan miedo. Pero un chico que puedas abrazar... ya es otra historia. 

Mirando para la báscula, pensé: "Hay que hacer algo".

Y como no se podía salir, ese algo era "algo con la dieta".
Yo no como pasteles, bollos, ni nada de lo que muchos consideran rico... pero el paaan.
Y como era lo más difícil de quitarme, me lo quité, una semana.

Bajé de 65 kilos a 61,7.
Y de nuevo miré la báscula más que sorprendida.

"Jo con la dieta" pensé.

Con un ICM de 21 (que tengo ahora) y moviéndome todo lo que me muevo, de salud teóricamente ya no había problema. Y entonces llegó la segunda parte...

... El actor.

Sí. Un chico, efectivamente. Cada vez que pierdo los nervios... lo único que funciona remotamente, es el deporte.  Lo que unido a otro amigo que quema su frustración con la bicicleta dio lugar a mañanas de rutas largas en bici. Hasta 23 kilómetros. Lo que conduce a: "tardes en las que no está tu amigo pero aún así sacas la bici", lo que conduce a deporte cada dos días.
Y el fin de semana: nadas.

¿Qué creéis que ha pasado con mi peso?

Bueno, pues efectivamente, sigue bajando. No es un tema de tallas o de ser mona, más que nada porque no me considero mona * (a lo que un amigo me dijo que estaba equivocada), es un tema de salud y de desahogo.

Según las tablas de salud que consulto, estoy en mi peso ideal. Y según lo que yo noto, también. Incluso podría perder un kilo más. Pero no tengo intención. 

Y el tercer y último elemento de este extraño cambio es que al hacer tanto calor y llegar de hacer deporte... no me apetece comer, ni hacer comida. Vamos, que abro una bolsa de ensalada o me zampo unas zanahorias porque es lo más fácil de hacer y con mucho calor no quiero tocar ningún puchero.

Y encima me he comprado un pan de molde que no me gusta nada.

Conclusión: no me hace falta gimnasio.
Quién iba decirlo, y yo atada a él cada día desde que tenía 20 años. 

FIN! 


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