Elipsis

"Técnica narrativa y cinematográfica que consiste en la supresión de algún acontecimiento dentro de la linealidad temporal del relato o la historia."




Hace un par de semanas quedé con un chico... y sinceramente, un poco antes de quedar me entraron serias dudas sobre hacerlo. Yo le conocí por casualidad en una obra de teatro. Él era el actor. No pensaba quedar pero mandó un cuento, yo le contesté, él me contestó...

Al final pensé, rumbo a la cafetería, "Bueno, pues quedas y aguantas una hora y ya está". Veréis, de cuando en cuando me entran "ataques de fobia social". Tengo dos fórmulas para superarlos, la primera es hablar por los codos, la segunda es desaparecer. Lo malo es que... nunca sé cuál de las dos va a ser mi opción. Motivo por el cuál me muevo entre el descaro cotilla y la timidez patológica. Lo que suelen decir mis amigos es "Nunca me aburro contigo".

Contra todo pronóstico o más bien, como cabe esperar dada esa... extraña maldición de todo ocurre del revés que me acompaña, lo pasé bien. Es más, me reí. Y lo que es aún más increíble: estaba cómoda.

Esto ocurre... una vez cada mil años. Así que... bueno, creo que me gustó. No lo tengo claro, la verdad. Y tardé casi tres minutos en darme cuenta de que nos habíamos despedido pero sin intercambiar teléfonos.

Volví a casa refunfuñando. "¿Y para qué lo quiero? Si en cuanto empiece a mandarme whasaps me estresaré y me agobiaré y me agobiaré más..."

Por tanto, el intercambio de e-mails era más que aceptable. 

Él me mando uno, yo le mandé otro, él me mandó uno, yo le contesté con la historia de American Gods. Y él contestó: "Vale, pues si llegas a la mitad de la segunda temporada me recoges y la vemos juntos".

Como si fuera un coche. Como si fuera un vehículo.

Y yo, ingenua de mí, visualicé una tarde de serie y mantita... y rápidamente me pregunté a mi misma: "¿Lo aguantarías?". Más que nada porque un chico se puede sentir contrariado si de repente la chica con la que está le dice: Vete. Así, sin más, largo. Necesito espacio. ¡Socorro!

En fin, no es fácil. 

Lo más raro de todo es que me dio la sensación de que el plan no me daba miedo. 

Y me emocioné.

"Ver una siere con palomitas y manta".... Ver una serie con palomitas y manta. Oh, cielos... ¡conozco un actor! Claro que le había interrogado, clasificado, archivado y desengranado por partes. Su vida, su pasado, hasta sus ahorros. La verdad es que fue una primera... un primer encuentro, un tanto... inquisitivo por mi parte. Lo raro es que entre tanta pregunta absurda,... me reí.

Bien, pues ... le mandé un par de fotos de Florencia y no supe más de él.

Pasó un día.... y otro, y otro.

A los cuatro días mandó de nuevo un cuento a todos sus espectadores.

Y yo ahí, sentí tristeza.

Quizá mucha. Estas cosas, no las sé medir bien.

Pasados siete días, me convencí completamente de que esa elípsis no era más que otra mentira. Y se me juntó la vuelta de Florencia, con tristezas varias y como yo esto del corazón no lo llevo bien, acudí a un amigo, que me dijo que es natural en nuestra vida de ciber-citas y libertad confundida con libertinaje, el "desaparecer sin más". De hecho me dijo: "Si te escribe, no se te ocurra contestarle de inmediato".

Esta mañana vi un dibujo de dos jirafas en el trabajo, abrazadas. Y como la persona que inició a este actor en los cuentos le regaló una jirafa, me pareció un guiño del destino bastante cruel.

Superados esos dos días de incertidumbre, hoy volví en coche, felizmente, reconduciendo toda mi vida hacia la cotidianidad conocida y cómoda. Y un semáforo rojo me hizo detenerme junto a un Hospital. Y pensé: "Bueno, pues ya está..." mirando por la ventanilla.

Ya está, no había más vuelta de hoja. A ese chico no le importas. Por lo menos lo sabes... etc.etc.

Al arrancar... lo tenía todo de nuevo encauzado.

Llegué al garaje, y sé que esto no puede sonar especial, pero es que había cambiado el rumbo, tenía todo... nuevo, mi fin de semana con planes. Mi cabeza reorganizada. La tristeza superada. Las esperanzas muertas. He quedado con unos amigos el sábado, con otros el viernes... cotidianidad. Nada más.

Y justo en la rampa del garaje me llega un correo de este señor.
Poco más... me cae la puerta del garaje encima.
Allá fue el gimnasio (porque me despisté leyéndolo) y se me hizo tarde.

¿Y ahora qué?

¿Le escribo? ¿Le contesto? 

¿?¿?

No. 

¿Verdad?



No, ¿verdad?

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