Las pantuflas de Doña Adolfina... (Twitter)


Hace 8 años una editora me dijo: "Tendrás que tener un Twitter. De momento, vamos a llevártelo nosotros...pero luego lo tendrás que alimentar tú."

De esto hace ya mucho tiempo y yo con Twitter no me apaño. Un buen amigo me dijo: "Sé tú misma, como en el blog". Pero en 280 caracteres (o menos, no sé si son 140) no da para explayarse demasiado y, además, al poco de entrar me quedé horrorizada del ambiente.

Todo eran insultos. Tú eres esto, tú un lo otro, calla cacho de... Tú eres de izquierdas, tú de derechas, anda, so-mentiroso...


"¿Qué voy a aportar yo aquí que sea de interés?"

La gente (al menos en España) tiene una especie de refinadísimo talento para la sátira. Y un entusiasmo desmedido hacia el insulto.

Más tarde, casi tres años después, en los que apenas entré en la red social, empecé a seguir la cuenta del Dalai Lama, junto con otra de Libreras Resoplantes que me hacía mucha gracia porque ponía críticas literarias con gifs de cine clásico en blanco y negro. Envidiaba su ingenio y me parecía de interés literario.

Por último alguien puso unas flores y dije: "¡Oh, por fin, ya había abandonado toda esperanza!" y la persona contestó: "Hay de todo, sí, el ambiente es malo... pero flores también hay". Flores y frases bonitas. Sólo has de buscarlas, me dijo. 

Algunas páginas de budismo advierten: elige bien a quién sigues. Pero los editores más bien dicen: "Consigue seguidores y punto. Me da igual quién sea, tú síguelos a todos y que te sigan a ti"

Durante no pocas épocas me autolimito la lectura de twitter por prudencia y por higiene mental. Me pone nerviosa. Igual que las noticias o todo aquello que conlleve conflicto. De hecho, soy super-sensible. Hasta un punto que roza lo patológico. Y sé que no me pasa a mí sola.

Últimamente no pongo la televisión o la pongo sólo para ver "hasta donde aguanto" y la verdad es que aguanto poco...pero ese es otro tema.

El caso es que un buen día, hace varios meses, abrí la cuenta y vi una foto de una feliz mujer con un billete de diez euros en la mano. Y al lado otra con un billete de cinco. "GANA DINERO SÓLO POR HABER NACIDO A PARTIR DE TAL AÑO... CONTESTANDO ENCUESTAS CÓMODAMENTE DESDE TU CASA..."

Bien. Hasta aquí, era un mensaje como cualquier otro.

Debajo un usuario ponía:

Qué contenta se ve a Doña Adolfina con sus 5 € tras haber contestado 8000 encuestas. Por fin podrá comprarse sus pantuflas soñadas...

Yo no sé qué pasó, pero me entró un ataque de risa tal (todavía inexplicable) que acabé llorando de risa sobre la cama. Y cuando paré de reír, cosa que me costó un buen rato, hice foto y lo mandé a mis compañeros de taller literario, que se partieron de risa conmigo. Luego lo puse en el perfil de whasap y en el estado.

Cada vez que lo leía, me caían lágrimas por las mejillas.

Pasaron dos semanas, lo volví a leer... y el efecto era el mismo.

Me recuerda un poco a Sin Noticias de Gurb, la historia de un extraterrestre que llega a la Tierra y sale en pos de su compañero. Tiene chistes muy buenos pero tras leerlo nueve veces, sigo sin ser capaz de pasar por el capítulo de la casa de su vecina sin reírme. Y mira que hay chistes mejores.

"6.09 Me siento en una butaca, es cómoda y confortable.
 6.10 Me siento en un sofá es cómodo y confortable.
 6.13 Me siento en un sillón. El sillón me muerde en una pierna.
6.17  Error de apreciación, no sera un sillón sino un mastín que dormía ovillado. 

6.22 Recorro el resto de la casa a gran velocidad perseguido por el mastín. Decido abandonar todo sigilo".

No puedo con esa frase, lo siento. Es absurdo, es tonto... no puedo con ese alienígena. El pobre no consigue adaptarse a la Tierra, ja jajajaj!

Vale. Orden. Concentración.

Pasan los meses y twitter sigue siendo una decepción constante, salvo por los Twets del Dalai Lama y todos aquellos que son blancos, positivos y alegres. De repente el tweet de las encuestas vuelve , no sé porqué, y de nuevo risas y más risas. El autor, al que he contactado por mensaje, me dice: "Jo, lo escribí hace años y madre mía la repercusión que está teniendo". Eso me lleva a pensar invariablemente en la ley de causa y efecto budista, y en el hecho de que algo muy pequeño ha provocado cambios muy grandes. Le contesto que me ha alegrado el día y la estancia en twitter. Y al final, contesta el dueño del anuncio. Se enfada. Le llama irrespetuoso y yo que siento el conflicto y deseo evitarlo a toda costa, tengo que salir a mediar: "por favor, no te enfades, él no tiene mala intención. Seguro que es un trabajo buenísimo". Tanto él, como el autor del micro-relato de doña Adolfina, me contestan que no pasa nada; que uno no está enfadado y desde luego el otro no tenía mala intención.

Es sólo que tiene un sentido del humor buenísimo.

Tiempo después me partí de risa con otro Tweet y resultó que era suyo también. 

Ese es uno de mis momentazos de Twitter (como lectora). El segundo fue cuando una "influencer" rusa salió a fotografiarse con las calles ardiendo de Barcelona detrás.

Bueno, bueno. Pensé: "esto no puede ser posible". 

Por eso os digo que estoy fuera de onda. Son cosas impensables. Bueno, pues debajo leo quince mil comentarios con insultos, y yo ya estoy para cerrar esa red con el dedo levantado a punto de darle a salir... cuando de repente leo:

.... ¡¡Que nos extinguimos!!


jajajaja!

Atentos a la forma verbal. O la estructura de la frase. No dijo: "madre mía, nos vamos a extinguir" ni... "estamos fatal", no, no... no. Directamente fue como si la Humanidad se colara por un agujero hacia el vacío cósmico del olvido. Como especie catalogada en que "pudo ser pero no llegó porque resultaron ser muy imbéciles..." y yo sentí que nos precipitábamos hacia ese agujero y de repente otro ser humano decía: "aaayyy, que nos caemos por idiotas.."

Y eso me devolvió un poco la fe.

El mundo está loco. 

Muy loco.

(más que el sombrero de Alicia, que ese lo estaba en el buen sentido)

Saludos!!!

0 comentarios:

Publicar un comentario

 

 

 

Creative Commons License
contador de visitas para blogger por paises