Diario de una aprendiz budista.


Aunque no tenga profe, he decidido aprender por mi misma lo que pueda.

Ayer me pasaron cosas interesantes. Un señor chino se reía mucho de mí (quizá por eso he soñado con una tienda de chinos). Fui a pedir para un amigo y para mí, por la mañana, un desayuno. En realidad no era un desayuno, yo estaba indecisa mirando la barra y mi amigo sí que sabía lo que quería. De pronto, con marcada dificultad para hablar español, oigo:

- ¿Qué querer? ¿tú qué querer?

Me giro.
Veo un tipo chino sentado a una mesa. Será un cliente. "Yo..yo.. ¿te pido a ti?" El chino se echa a reír. Vamos a ver si nos centramos, tú estás en la mesa y tras la barra hay un camarero gordo y lento, luego tú no eres el camarero.

No, era el dueño.

- ¿Tú qué querer?

Y dale.

Se echa a reír más, se levanta y se pone tras la barra. "Ah, sí, ahora ya ocupamos todos nuestros puestos". Soy un poco japonesa, a veces (¿¿un poco??) jajaja. Vale. Hombre tras la barra = persona a la que puedes pedir.

- Quiero... venga, un aquarius y una ... caña.

Miré sobre la barra los aperitivos. "No estaría mal" me dije " que pusiera algo con el alcohol porque si no..."

Pero no dije ni pío.

- ¿Este vaso o el más pequeño?

- El más pequeño -contesté-, y la caña con limón, porfa.

Sino.. tres horas de gimnasio a la porra. Además, el alcohol mata neuronas. ¡Y esas son un tesoro!

El chino seguía mirándome, mientras el camarero español trabajaba. De repente, el chino dice: "¿Quieres esto?" señala los aperitivos. Digo: "Vale", y añade, "¿quieres vaso con hielo?" digo: Vale. "¿Quieres limón en el vaso?" digo: Vale.

Entonces se parte de risa. Y mira al resto de los presentes:

- ¡Chica simpática! -dice, riendo, mirando al público allí sentado- Si no preguntas, no pide. ¡Ella no pide! ¡Tienes que preguntar! ¡Si no preguntas, ella no dice lo que quiere! ¡No dice lo que desea!

¿¿ein??

Se echa a reír y yo me acuerdo de la psicóloga clínica que conozco. 

Me vuelvo a sentar.

¿¿Pero cómo sabía ese chino tantas cosas?? ¡Si me vio tres segundos!

En la tarde, fui a la pastelería de un amigo, a jugar a juegos de mesa. Mi amigo había tenido un curso con una despedida de soltera y estaba agotado. Jugamos a "Las 7 maravillas del mundo", es un juego de construir. Me gustan esos juegos de construir ciudades. Una vez, cuando Internet era algo nuevo a nivel usuario, de hecho, yo creo que ni existía, mi hermano me dijo: "Nelly, ven, mira este juego de construir una ciudad" Y me dio las herramientas necesarias para construirla. Yo puse campos de trigo, molinos, iglesias, casas... de pronto una horda roja armada con escudos y lanzas apareció por la pantalla, en el lado derecho. Lo más sorprendente es que esa horda venía del ordenador de mi hermano, y de su pantalla. 

No podía creer lo que veían mis ojos. El ejército arrasó mi ciudad.

- Gracias -dijo mi hermano-, así es mucho más divertido.

Todavía recordamos esa anécdota por la cara de estupor que se me quedó a mi al ver... soldados cruzando de una pantalla a otra. Años después, se lo eché en cara, y me dijo:

- Hombre, es que si me construyes Ciudad Alegría. -Y mirando a otro interlocutor con sonrisa maliciosa, añadió-. No le puso ni un muro a la ciudad. Todo eran campos de trigo y gente bailando en corro. Ni un muro.

¿¿Pa qué iba yo a querer un muro entonces??

Hum. Igual por eso me he llevado tantos palos. 

Bueno, volviendo al día de ayer, resulta que el chico de la pastelería y yo somos amigos de otros tiempos. Tiempos en los que... yo pensaba que mis amigos eran lo mejor del mundo (luego el palo fue mayor) pero lo bueno de juntarme con Juan, es que recordamos con mucho cariño esos buenos tiempos. Y... da la casualidad de que yo cuando me siento segura, me vuelvo muy divertida.

Normalmente, soy "graciosa". Graciosa no mola tanto como divertida. Graciosa es ... ser divertida sin querer. Pero es que en el colegio (cuando estaba con mis amigas) y en la Facultad (el primer año, que hicimos un grupo increíble) yo no paraba de hacer chistes. Y chistes y más chistes. 

Eso, si os soy sincera, ahora lo he perdido en el 99,8% del tiempo. Y sin embargo, ayer con Juan, lo recuperé. ¿Por qué? Porque eran chistes sobre juegos. Y descubrí... que sí, es verdad, puedo ser muy creativa (suelen ser chistes en los que se me va la pinza e implico a los otros en esa historia que estoy viendo en mi mente). Se parten de risa. Pero para eso tengo que sentirme segura.

Y, reconozcámoslo, en el 88,8% de las situaciones no me siento segura. 

Así que, mi subconsciente, me hace ser "graciosa". En vez de "divertida". Y con graciosa me refiero a decirle a un cliente "molesten las disculpas" y cosas así... o regar una planta de plástico.

No es nada justo.

O sea que, la primera enseñanza fue ¿que no digo lo que deseo? y la segunda, ¿sigues siendo la misma pero estás asustada para serlo?
La tercera, ocurrió esta mañana mientras me sentaba en mi cojín de meditación. Ayer un amigo me dijo que quería montar en su casa algo como lo que tengo en la mía, un rinconcito zen con un buda. Ese buda es muy querido para mí... lleva ahí 8 años. En fin, al final es como el buda, pero no el de verdad, sino... el tuyo propio.

Estaba sentada y visité esa página que tiene cosas muy chulas para meditar. Ahora mi móvil no me enseña quién está en línea y quién no, lo que me da tranquilidad (no sea que topé con el Muso y tenga que salir huyendo virtualmente jajaja). Mejor así. No me entero ni de quién está, ni nada. Yo a lo mío. 

Y en la meditación, mientras pensaba en mil cosas, sonó "¡gong!" y ya me había dado cuenta de lo muy dispersa que estaba yo en mis pensamientos pero no me enfadé. También se puede observar la dispersión. Es el mismo mecanismo que hace que vaya a limpiar un cristal y de repente me descubra en la cocina con una escoba en la mano. "¿Pero yo no iba a limpiar un cristal?" Funciona así. De hecho, probé a decirme a mi misma: "Anda, empieza a preparar el desayuno... a ver si lo terminas" Y, efectivamente, en medio hice 3 tareas más.  Si lo piensas, hasta es divertido. Pero genera estrés. Aplícalo a "termina todo en una hora", con una mente que va "a saltos". Hay que concentrarse más.

Allí sentada, por error, los estados de whasap de todos mis amigos comenzaron a pasar: Mallorca, fiesta, fiesta con hijos, hijos, bella frase del amor de verdad, etc.

"Debería hacer más cosas" me dije "¿No?". 

Y la venerable guía de la meditación (sí, vale, lo llaman Venerable como título respetuoso. A mí no me gusta especialmente, pero bueno, vamos a usar "Venerable") dijo que una mente feliz, haga lo que haga y vaya donde vaya, es feliz. Una mente triste, hagamos lo que hagamos y vayamos donde vayamos, seguimos estando tristes.

Es verdad que una vez viajé a Túnez y descubrí que podía estar triste también en el desierto. 

Y la verdad es que me peleaba bastante con el Budismo hasta que me topé con "que se den las causas y condiciones necesarias para que los seres sean felices". Dice "condiciones", ergo no creen que todo venga de dentro. Por otro lado, la frase de la monja era correcta. Hagas lo que hagas, vayas donde vayas. 

Me preparé el desayuno y me puse a pensar.

Realmente, jugando a juegos o en una playa de Mallorca, tu estado de ánimo es tu estado de ánimo. Por otro lado, ¿qué cambia nuestro estado de ánimo? Las condiciones externas. Por eso yo me alegré mucho al ver a mi amigo por la mañana, o a mis otros amigos por la tarde. No se puede negar que eso cambia mi estado de ánimo.

Sin embargo... sigue siendo algo interno. Luego es un equilibrio. Nadie niega que lo que me rodea, el entorno, me influye. Eso es innegable, ni aunque me lo dijera Buda le creería si afirmara lo contrario. El entorno es muy importante. Pero en lo que el entorno incide, es nuestro. 

Aquí hay una enseñanza importante. 
^_^ 


¿hasta qué punto se puede incidir (transformar) ese algo "nuestro" desvinculándolo el entorno si lo sentimos menos favorable?


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