¡Qué Luna tan rara! - Un cuento para cada día.


Al poco de tomar el coche rumbo a casa le sorprendió que los vehículos la adelantaban para incorporarse luego a su carril adoptando una velocidad moderada en comparación a la que solían traer otros días. Como era aquella la vía de los conductores más lentos, ella pensó: "¿será porque allí se ven las luces de un helicóptero de tráfico?". Hacía meses que había descubierto que existía una relación entre los helicópteros sobrevolando la carretera y cantidad de vehículos conduciendo adecuadamente por la misma. 
"Pues debe de ser eso", se dijo. Y aceleró. Satisfecha porque tenía margen para ir más deprisa. 
Tomó el paso elevado hacia la segunda arteria principal de la ciudad cuando de pronto un destello en el cielo desvió por un instante sus pupilas de la línea discontinua. 
"Caramba, pues sí que brilla Tráfic..."
- ¡Ay va, qué luna más rara! -se admiró al darse cuenta de que lo que la había distraído no era una fuente de luz artificial.
El destello era una luna gigante, medio llena, pero como jamás antes recordaba haberla visto. Y mientras el vehículo describía una suave curva a la derecha se preguntó cómo era posible que estuviera inclinada de aquel modo. Cuando llegó al otro lado del paso elevado con su vehículo descubrió que estaba en la Ciudad de los Cuentos. Su ciudad imaginada.
Aparcó el coche en medio de la plaza octogonal de Ayuntamiento, apagó las luces, quitó las llaves del contacto y se deslizó fuera del vehículo. Semejante acontecimiento astronómico merecía unos instantes de reflexión. Antes de proseguir su viaje de cotidianidad.
- ¡Qué luna más rara! -afirmó de nuevo mirando el cielo.
- ¿Por qué es rara? -preguntó una voz a sus espaldas. 
Era el cartero de la Ciudad de los Cuentos. Un niño de unos nueve años, de pelo rizado y ojos marrones.
- ¿Tú la has visto? Es una luna medio llena, sí... ¡¡Pero está inclinada!! ¡Es una luna diagonal! ¿¿¿Has visto antes una luna diagonal...??? ¡Tan grande!
- Es grande, sí -contestó el niño-, pero entonces no es especial por sí misma sino porque te indica que has cambiado de posición. 
En eso la conductora no había pensado. Se tomó unos instantes para reflexionar sus palabras.
- ¡Es verdad! ¿Cómo puede estar la Tierra de tal modo que se vea así la luna?
- Eso es porque tu planeta está cruzando un lugar nuevo del Universo -explicó el niño-. Respecto al centro de tu galaxia está en un punto por el que hacía milenios que no pasaba. Y como todo se mueve, además está en un lugar nuevo... Uno en el que no había estado nunca. Y se está presentando.
Ella frunció el ceño. 
- ¿Se está presentando? ¿A quién?
- A los demás planetas. A algunos muy lejanos.
- Me tomas el pelo.
- En absoluto.
- ¿Me estás diciendo que la Tierra se está presentando a otros planetas del Universo?
- Sí.
El silencio se prolongó unos instantes.
- ¿Y qué se dicen?
- Eso no puedo contártelo...
- ¡Oh, venga ya! -se arrodillo junto al joven cartero para que sus rostros quedaran a la misma altura-. ¡Por favor, cuéntamelo! ¿Qué se dicen? ¿Hola? ¿Se saludan? ¿Se dicen cosas como: "mira qué peinado lleva Marte últimamente"? -la conductora se echó a reír.
- Entre otras cosas, dónde están.
- ¡Vaya! 
Se quedaron en silencio.
Al poco rato de observar las estrellas, ella le preguntó:
- ¿Y cómo se dicen esas cosas? 
- En su lenguaje -respondió el niño muy resuelto. Como si fuera una pregunta obvia.
- ¿Y cuál es su lenguaje: señales de radio? ¿Neutrinos? ¿Rayos gamma? 
- Gravedad -el niño sonrió enigmáticamente- Y otros misterios...

La conductora siguió mirando la luna. Una luna diagonal. Una luna extrañamente grande, brillante incluso a pesar de la nube que intentaba eclipsarla y que el viento empujó veloz sobre su superficie. 

- ¿Qué más cosas se cuentan los planetas? -preguntó distraída en la belleza del cielo.

- No puedo decírtelo -contestó el cartero.

La conductora se subió de nuevo en el vehículo. Era hora de volver a casa.

- Quédate con la idea de que este es un cuadrante del Universo relevante, para alguien, que está muy muy lejos de la Tierra.

- ¿Y por eso tenemos una luna tan grande?

- Y diagonal.

A la conductora le entró la risa. Se preguntó que posición tenía la Tierra en el Universo, respecto a su estrella más cercana, para que la luna se viera diagonal. Y la segunda pregunta que se hizo era si eso a los humanos realmente les importaba. 

- Así que un cuadrante cósmico importante, ¿eh? -arrancó de nuevo el coche-. ¿Significa que habrá muchas lluvias de estrellas? ¿O rayos cósmicos por todas partes?

- Cuidado con lo que deseas -respondió el niño.

Vale, nada de rayos cósmicos.



- Bueno, pues ya me contarás otro día qué tipo de cosas, además de su posición, se cuentan los planetas. Y las estrellas, ¿no hablan?

- Menos.

De nuevo, eso le provocó la risa.

- Genial. ¡Pues nada! ¡Un saludo al Universo!

- El Universo toma nota.

Y la conductora se alejó de nuevo, regresando a la arteria principal de la ciudad menos imaginada y más realista, dejando atrás al niño cartero y no deteniendo su pensamiento ni su vehículo hasta llegar a casa. Aparcó, quitó las llaves del contacto, salió del coche y cerró la puerta del garaje. Como todos los días. Caminó calle arriba mientras desde el cielo parecía observarla aquella impertérrita, misteriosa e inusitada luna en diagonal.
Igual que si el Universo le estuviera regalando una sonrisa. 


FIN. 

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