Un paseo, un domingo, en otoño.

(foto hecha con el móvil...)

Esta mañana había quedado con una amiga para buscar un libro. Mientras salía de casa pensaba en la frase que me dijo una persona esta semana: "hay que moverse" y reflexionaba sobre ella. Hay que moverse, ¡¡muévete!! Haz, vive, sal,... el movimiento. 
Salí a la calle, sin maquillar, con mis zapatillas rosas y negras. Son nuevas. Las compré porque pensaba que quizá, solo por tenerlas, perdería peso. Luego me di cuenta de que no es sólo el instrumento, sino la voluntad. Los instrumentos que tenemos a nuestro alcance son mucho mejores que los que tenían los genios del pasado, y sin embargo ellos hacían genialidades y nosotros no. ¿Por qué? Por la voluntad que ponían en su movimiento. Pero bueno, si una quiere atribuirle cualidades de buena fortuna a unas zapatillas, ¿qué más da?
Pensé que cada movimiento era un ejercicio, sólo que no nos dábamos cuenta de ello y así, con esto en la cabeza, llegué al gigantesco centro comercial que es hogar de miles de libros. Se llama Lfnac. 
Para llegar hasta él fui en metro, y durante el trayecto continué escribiendo mi libro de fantasmas.
Es sorprendente cómo la gente puede sentir curiosidad cuando ve a otra persona escribiendo, sin más, en un cuaderno. Estiran el cuello a ver qué haces. Pero no dejé que eso me desconcentrara porque la novela es fácil, sólo hay que tirar del hilo. Me interrumpió una mujer que arrastraba de un carro porque parecía moverse sin tener en cuenta a los demás. Y anticipé que me iba a dar con el carrito, mostrando una total falta de consideración, cosa que ocurrió. Pero traté de tener paciencia. Curiosamente, luego entró otra en el vagón con una maleta aún mayor, que no sólo me empujó a mí, sino a la señora del carro. Desvié mi mirada del cuaderno ya molesta y al levantarla topé con una sonrisa y un "gracias" de esta desconocida nueva y oronda. Entonces pasó algo. Toda mi mala leche se evaporó y contesté con otra sonrisa y un "no hay de qué", que me pilló por sorpresa hasta a mí. Y entonces algo dentro de mi cerebro me señaló:
"¿te das cuenta de cómo ha cambiado todo sólo por una palabra?"
Fue un "gracias" y me vi obligada a dejar de estar enfadada, decir: "no hay de qué". Sonreír. Y dejar de pensar que todo el mundo me daba con su carro o su maleta solo para fastidiarme. Es curioso, ¿verdad? Al sonreír de pronto se esfumó todo mi mal humor.
Esa "cosa" que me había señalado lo extraño de la situación como vino se fue. Son inspiraciones que cruzan el cerebro. Muchas veces se convierten en novelas, si las concretas y las pones en palabras. 
Pero como digo fue un instante, volví de nuevo a mi escritura.
Al llegar a la plaza de Callao vi un nutrido grupo de personas con flores rosas. Eran claveles. Casi al instante me vino a la memoria un sueño de esta noche que no he publicado porque no puedo (atañe al muso y a un regalo, lo he borrado por eso), y me dije a mi misma: "dichosa casualidad. ¿Por qué veo cosas que aparecen en mis sueños?" Pero casi al instante me dije: por eso, porque es CASUALIDAD.
Hubo varias este día, en este paseo.
Decidí sentarme en un banco porque tenía "ochocientos" "wasaps" que contestar y cuando llegó mi amiga me enfadé, porque no podía ser amable y saludar y contestar a los wasaps a la vez. Es muy curioso porque uso el "whatsapp" pero a la vez me cabrea. Así que a veces lo tengo que apagar solo para desenfadarme un poco. Creo que es porque crea adicción y me enfada tener adicción a algo. No entiendo como la gente que está pegada al wasap todo el día no lo odia. Pero bueno.
Así que los primeros instantes fueron bastante tensos. Como también odio ponerme tensa, la cosa no iba demasiado bien, jajajaja!
Hasta que encontramos el libro. Buscaba "Revolutionary Road". Que fue fácil de conseguir (ya voy por la página 69), pero no fue tan fácil encontrar "El Pequeño Buda", de Bertolucci. La mujer de Lfnac, en lo que creo es una táctica comercial de trato al cliente, nos dijo dónde encontrarlo. Es un DVD descatalogado que podía estar en la ... ¿Cuesta? de los Curtidores. ¿Cuesta? ¿Calle? ¿Avenida?

- Queda en el Rastro -dijo mi amiga.

Os digo que es una "táctica" premeditada contestar a los clientes así porque en tres mostradores distintos, escuché tres respuestas similares a otras personas: "Esto no lo tenemos pero pruebe en la calle Huertas Nº20..." y "No, aquí no, pero es un producto de importación que puede encontrar en..." ¿Qué casualidad, no? Cuando no tienen algo te da un consejo de experto diciendo dónde puede estar. 

Así que nos fuimos para allá, hacia el Rastro. Con las zapatillas rosas y negras de deporte. ¡Y cuánta gente había! Es muy curioso lo de la gente y el Rastro. En general, Madrid en domingo resulta muy curioso. Todo está lleno de gente, y cada persona, una historia. Así que había, literalmente, miles de historias cruzándose conmigo. ¿No resulta ligeramente molesto no poder conocerlas? ¿Y por qué nos sentimos tan solos si somos tantos?

Puede que al comienzo del paseo lo de buscar "El Pequeño Buda" fuera anecdótico y hasta gracioso. Pero en la tercera tienda vi que mi amiga estaba tan enganchada como yo a localizarlo. Aquella empatía extraña me hizo sonreír.  Se lo había pegado. ¡Jajajajaj! La energía se contagia. Ahora éramos dos almas errantes buscando el pequeño Buda por todas las tiendas de segunda mano de Madrid. Y ya el colmo de los colmos fue en una calle empinada cuando me había dado por vencida, que un vendedor me dice:

- Me lo piden mucho, esa película. Pero es imposible. Está descatalogada.

O sea, que no éramos dos, sino una marea de personas buscando la película de Bertolucci. Al salir a la calle me eché a reír:

- ¿¿Por qué no la editan de nuevo??

Mi amiga buscaba en Internet el modo de conseguirla. Tiendas de segunda mano, Amazon, ¡el corte inglés! ¡lo que sea! jajajajaj!  Al mirarla pensaba, ¡le he pegado el objetivo! jajajaj y ese punto de unión me resultó de lo más curioso. 

Y así llegamos al café.
Sin limitaciones horarias, sin prisas, sin planes. Hablamos de riqueza y de pobreza y si os soy sincera no dejaba de pensar en lo hermoso que era tomarse un café un domingo, con lo sencillo que es, lo cotidiano y absurdo que puede sonar esto. A veces me sorprende la belleza que puede tener la gente. Debería hacerme mirar eso. La gente me fascina. Luego me enfado y me llevo disgustos pero son como universos andantes. A la mayoría no les comprendo. Y a veces sí. No lo sé. Pienso ahora que para entender a alguien tienes que escucharle, pero si os soy sincera... no sé bien si sé escuchar. Las personas son como "cajitas" y no entiendo como funcionan. Lo cuál es normal porque tampoco tengo la menor idea de cómo funciono yo, en muchos aspectos. Y me pregunto, ¿cómo voy a ser una buena escritora si no puedo entender a los demás?

Acabamos en otra librería en la que compré "Los 4 acuerdos Toltecas" y colorín colorado así acaba este paseo que os he contado!!! jejejjeje

SALUDOS y feliz semana!!!!!

0 comentarios:

Publicar un comentario

 

 

 

Creative Commons License
contador de visitas para blogger por paises