Sueños que son historias: El Hotel Encantado


Escribo este sueño porque, aparte de ser especialmente significativo, me ha ocurrido algo dentro de él que creo que no me ha pasado nunca (o casi nunca). Recordar un sueño, dentro de un sueño. ¿Y por qué lo digo? Porque en una escena le dije a otro de los personajes:

- Oh, sí, yo he venido varias veces....

¿¿?? ¿Al Hotel? ¿He venido varias veces al Hotel? ... ¿en un sueño? Y no lo digo de broma, es que lo recordaba. Recordaba haber hecho aquella actividad al menos otras tres o cuatro veces luego: ¿es un sueño que se ha repetido? ¿o es que los sueños mienten hasta el punto de que puedes tener recuerdos dentro de ellos?

fuente: (blog: http://tampocotengoprisa.blogspot.com.es)

Había un Hotel en un pueblo del interior de Castilla, en España (no sale en el sueño el nombre del pueblo). La verdad es que era una construcción preciosa. Enorme, con una vaya delante, columnas en el porche, torres, verjas rematadas en puntas de flecha, una escalinata para entrar... una construcción así como con mucho empaque, muy sólida. Muy vieja. 

En dicho hotel se celebraba una actividad: los invitados tenían que descubrir lo que les había ocurrido a las personas que ocupaban (o vivían) en las habitaciones en las que ellos se hospedaban ahora. 
Hasta aquí, todo normal. Imagino que incluso esto existirá de verdad, me consta que hay hoteles que organizan juegos de este tipo. Nunca he ido a ninguno. Supongo que mi subconsciente dice: "¡ey, me gustaría ir!" jajajajaja...

Bueno, volvamos a la historia. Iba con unos compañeros de colegio, concretamente con una de mis primeras amigas de la infancia, y es que el espacio que daba acceso a las habitaciones (rellano, pasillo, punto común o cómo lo queráis llamar) era un sitio muy singular: era el espacio que había antes de entrar a las aulas, en mi parvulario. (Parvulario es el colegio antes del colegio: donde van los niños más pequeños).

Daba igual que lo disfrazaran de hotel, de escenario de teatro, de ... lo que sea, sé perfectamente lo que es ese espacio. Que mi mente le quiere poner unas alfombras, tapices, escaleras, adornarlo y convertirlo en salón de hotel: vale. No me engaña. Pero bueno, de algún lado habrá que sacar los recuerdos en que se basan los sueños (oye, cómo en la pelí de Inception... jajajajja!!!)

Bien, lo espeluznante de la historia es que tú podías estar tranquilamente en tu habitación (cada cuarto era de una manera) y de pronto aparecer un fantasma (saliendo del armario) que se ponía a discutir con otro que entraba por la puerta. Tú no podías interceder por ellos, (no podías ayudarles, no podías preguntar) solo observar aquel fragmento de sus vidas y descubrir, en eso consistía el juego, quiénes eran y qué les había ocurrido.

Como no podía ser de otra manera, por tratarse de un hotel encantado, eran historias de.. ¿desgracias? Bueno, yo no estoy muy segura pero los dos chicos de mi cuarto discutían cosa mala. Es decir, me quedé a solas y de repente aparecieron dos fantasmas muy enfadados... que claro, quieras que no, daban miedo. No presté demasiada atención a los que decían, eran dos chicos jóvenes. Discutían mucho entre ellos.

El verdadero problema del hotel, pensé al salir de nuevo al punto común (desde el que podían verse otras habitaciones, cada cuál decorada de una manera increíble y muy dispar), era que llegaba un momento en que costaba distinguir a los muertos, de los vivos. Era todo como una mezcla de gente, de invitados y no invitados. Y asustaba bastante. 

Como era una actividad de ocio, preparada, decidí dejar mi cuarto (¡que lo descubra otro!) y vagabundear. Entonces me encontré con mi amiga de la infancia. Había cambiado bastante, me preguntó un par de cosas, y se fue. Me preguntó si había algún baño cerca.

- ¿Un baño? ¡Claro! (¿conocía el hotel?) Mira bajo esas escaleras...

Efectivamente, bajo unas escaleras tapizadas con una alfombra digna de un palacio (imaginároslo todo en plan Hotel Tenebroso Decadente) había un cuarto de baño... que francamente, no creo que exista. 

Había cuartos con paredes de cristal, había... habitaciones serias y habitaciones desenfadadas. De pronto aquello me empezó a dar muy mal rollo. 

En el pueblo del hotel también vivían unos chicos, y me hice amiga concretamente de dos: una chica morena, de pelo rizado, que le llegaba casi por la cintura, (muy jovial) y un chico de lo más normalito, del que las dos al final del sueño acabamos medio enamoradas. Cabe destacar también que ambas, tanto la chica, como yo, éramos más jóvenes de lo que soy ahora. 

Por último, en medio de aquella aventura onírica de descubrir quién es quién, y qué le ocurrió a los que vivían en las habitaciones (¡¡ah, importante: si descubrías la historia, al parecer pese a las diferencias, todos los protagonistas fantasmales estaban unidos por un vínculo!!) como llegué a asustarme bastante... no me preguntéis cómo, acabé comprándome una pistola. Y uno de los fantasmas me dijo que moría más gente por causa de comprarse un arma, por accidentes y cosas así, que oportunidades ocurrían de defenderse con ellas. (en el mundo occidental)

Claro, imaginaros en mitad de un hotel embrujado rodeado de misterio y de pronto un fantasma te aparece a la espalda, te pone la mano en el hombro y te muestra esa terrible realidad del mundo. Como resultado, le tomé miedo a la pistola. Así que ya teníamos que me daban cierto miedo los fantasmas, que el hotel era como un laberinto, que me daba miedo la pistola que había conseguido para defenderme y, en definitiva... que no llegué a descubrir lo que unía a tanto personaje de épocas diferentes... y los dichosos cuartos.

Quizá, bien desarrollado, podía trabajar en ello como una novela.
Saludos!!!
Eva-Nelly. 

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