De compras.

A casi todas las chicas nos gusta ir de compras. Yo no voy mucho, pero la semana pasada se me rompieron dos pares de botas, así que... tenía que ir.
Hace unos años, una compañera de trabajo "hippi-pijy" me dijo: "La verdad, Nelly, que hay unos zapatos de lo más bonitos en algunas tiendas pequeñas del barrio. Y qué quieres que te diga, no serán de marca, pero si por 40 euros puedo tener dos pares de botas para ir a trabajar,..."
Aunque todo el mundo dice que si no puedes vestir de marca (o no sueles), siempre es bueno tener calzado caro, por aquello de la salúd, lo cierto es que no estaba yo inspirada como para ponerme a buscar ropa. Y menos cuando en los escaparates de las zapaterías, el género no baja de 80 y 90 euros (en rebajas).
Terminé entrando en todas las tiendas de moda (y en una de segunda mano). ¿Y qué pasó? Pues que se juntaban dos inconvenientes: uno, es marzo. Resulta bastante difícil encontrar "botas" de entretiempo, que no sean demasiado invernales, en el mes de la llegada de la primavera.
Dos, el tacón.
No comprendo, aunque me encanta, que una mujer pueda soportar ocho horas encima de unos tacones como los que he visto hoy. Y aunque intenté parecer así de estilosa, lo cierto es que no me imaginaba corriendo para coger el autobús con semejantes tacones.
Supongo que son causa de más de una baja laboral.
Tras probarme cinco pares de zapatos que me gustaban pero que no iba a comprar (por el tacón), y otras tres botas cuyo número no correspondía con el mío... cuando ya habían cerrado casi todas las tiendas, entré en una por casualidad.
Me había resignado a llevar mis converse hasta con pantalón de pinzas. (O de raya diplomática, que esos siempre me han encantado). O quizá, sandalias con calcetines, jajajajja...
Total, que por casualidad entré en una tienda, y una hermosa joven china se puso a gritar a un cliente. Mientras todos miraban para ellos, me probé unas botas. Eran preciosas, pero no tenían mi número. Resignada, recorrí el resto de la tienda a la pata coja, con una zapatilla roja en la mano. Total, la gente estaba demasiado ocupada con el incidente antes referido.
- Esta es tú número -dijo de pronto la dependienta.
Bueeno, pensé, si da igual, ya he probado todas las botas del reino... esta semana iré...
... y entonces me vi en el espejo...
¡Cielos!
Son altas, altísimas. Altísimas de verdad. Pero no de tacón, sino de caña. Y tienen como una especie de hebillas o adornos, pero sin ser exageradas.
Me quedé embobada mirado el espejo.
¡¡Para mí!!
Salu2!!
Nell.
Posdata: me pregunto qué harán los ricos cuando van a esas boutiques de moda donde todos son tan estirados, ¡¡se pierden lo más divertido de comprar, el curioseo!! =)

0 comentarios:

Publicar un comentario

 

 

 

Creative Commons License
contador de visitas para blogger por paises