Revolución

Voy a contaros una cosa y seguramente no estaréis de acuerdo conmigo. A veces miro las cosas hacia atrás. Me explico... Imaginad que vuestro jefe os dice: "Consígueme tres sillas". Resulta que esas sillas están en el departamento con el que hay conflicto. Hablas con los del departamento. Pides las sillas, no te las dan, inicias la guerra (imaginad que no hablo de sillas,... imaginad que hablo de la vida) hay heridos, pierdes horas en hacer estrategia, te pasas tres años de batalla por unas sillas, finalmente las consigues... o no. Vuelves a tu jefe y le dices: "¡¡Hemos vencido, tropecientos mil muertos y cinco años después, tenemos las sillas!". Tú jefe dice: Ah, qué bien. Se adueña de las sillas, una semana después hay un terremoto, las sillas caen, la oficina se traslada al otro lado del río y el nuevo edificio no requiere de sillas.

Entonces miro atrás y digo: "qué perdida de tiempo".

Bien.

Ahora aplicadlo a la vida. 

De qué me sirve correr hacia un lado o hacia otro, si llegan instantes presentes en los que un hecho pasado y otro hecho pasado dan lugar al mismo presente.

Diréis: "Ya se le ha ido la pinza a Nelly...." ¡Jajajajaj!

No, a ver. Solo intento deciros que dos personas se casan, tienen tres abortos, el esposo muere y la mujer se ve sola a cierta edad. Y una mujer no se casa, sigue su vida y llega a esa misma edad ¿y está como la primera?

Aparentemente, sí.

Yo trabajo en un astillero desde los dieciséis años, me quedo en paro a los cuarenta porque el astillero cierra y soy un desgraciado. Pero hace pocos años, no lo era. Alguno estará diciendo: "Nelly, se llama vida".

Pues está mal diseñada. ¡Jajajaja!

Ante este pánico atroz a lo desconocido, lo único que puedo hacer es aligerar cosas. ¿De qué me sirve atesorar libros de 1982 si por más que lo atesore resulta que ese momento pasa y hagas lo que hagas va a pasar igualmente?

Ojo, no estoy deprimida.

Simplemente, he llegado a ese punto en el que veo lo inútil de comprar souvenirs, pero no aplicado a los viajes sino a la vida misma. Antes de viajar a La Gomera y dar con un guía muy, muy, muy, muy especial, yo me volvía loca buscando "souvenirs" que comprar porque quería meter un océano en un tarro, una montaña en una foto. Da igual la cámara que tengas, es imposible. Casi es más correcto usar el lenguaje escrito, en tanto a íntimo y expresivo. Pero ni con esas eres capaz de atrapar la esencia de algo... en un espacio fijo (o momento, no separemos ahora el espacio-tiempo)

Y eso me cabrea.

Con lo cuál pasas al "ahorro de tiempo". Es decir: "Mire, Jefe, yo iría al departamento con el que hay conflicto para guerrear durante tres años por las sillas pero, ¿sabe qué? ¡Vendrá un terremoto y entonces esas sillas tan importantes le van a importar a usted un pimiento. A usted y a toda la empresa. ¿Le importaría si en vez de eso, no sé, observamos las estrellas? Porque, para que lo sepa, es igual de tiempo perdido".

Vale, puede que sí esté un pelín deprimida.

He empezado un cuaderno de boockscraping. Que me pega mucho, la verdad. He aprovechado uno de quinientas páginas que me regaló mi mejor amigo por Navidad y además de anotar los retos y proyectos, voy a decorarlo como el boockscraping.

Si os dijera la verdad, el boockscraping me parece un gasto inútil en una de tantas cosas inútiles que sólo sirven para consumir y cargarse el planeta. Eso, si me preguntáis "muy en el fondo". Pero os voy a decir por qué lo he hecho. Una vez llene ese cuaderno de bellísimas páginas (ya sabéis cómo son, son preciosas). Una vez que haga eso (es un diario de meses con cosas que necesito conseguir, cosas importantes, es el diario kaizen del que os hablaba. Solo es un férreo control disciplinario de hábitos de salud y vida), cuando esté completo y sepa yo que he gastado en él mil horas o más... Lo voy a tirar a la basura. Sin el menor remordimiento.

¿Por qué? Pues porque, lectores, siento ser agorera pero la vida es así. ¿Cuánto dedicáis a la televisión? ¿Y a Instagram? ¿Cuánto le dedicas a leer? 

Bueno, leer es diferente, realmente vives.

Pero dedicamos horas a cosas inútiles. Yo prefiero gastarlas en la calma de un cuaderno. Y cuando mis amigas me miran como si estuviera loca porque tiro cosas de supuesto valor, os diré algo: ¿De qué me sirve guardarlo? Ya tengo diarios de mil páginas de cuando tenía dieciséis años, ¿creéis que cambia en algo mi vida al tenerlos? No soy Tolstoi, no soy... nadie relevante cuyos trescientos días meticulosos narrados sobre el papel (¡menudos amores!) vayan a interesarle a nadie. Cortazar leía un libro en un tren y arrojaba las hojas por la ventana. Lo cuentan como anécdota de "mira qué loco está". No está loco. Es que eso es lo que pasa con los libros. Si alguien quiere arrojar un libro mío al tren tras leerlo, que lo haga (que lo regale) porque el único valor de un libro es cuando se lee. Nada más.

Entenderéis que, por ese motivo, al enterarme de que hay quien los compra falsos y de adorno poco menos me dio un ataque de risa, jajajaja... bueno, y es que me da ahora mismo.

Si viajas a otro planeta y le dices a un alienígena que la gente compra libros falsos para adornar, no sé, sólo por eso dan ganas de venir a visitar la Tierra. Qué gente tan rara... pensarían los extraterrestres.

En fin, que disfrutéis de toda pérdida consciente y feliz de tiempo, de cada momento compartido y de cada cosa bella que no podéis convertir en un recipiente sólido. 

Todo lo demás es distracción.

¡Saludos!







2 comentarios:

Davidel dijo...

👩‍💻.....👩‍🏫.....📙...
🚂🚃......📖....📄..📄.......📄

Nelly dijo...

😂😂😂

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