¡Jajajajajaja!
Disculpad por arrancar así esta entrada.
Tras volverme absolutamente loca y mover muebles, vaciar papeleras, investigar el patio con prismáticos, avisar a mi familia, quitar todas las partes del sofá, volver a colocarlas, remover cajones, librerías, buscar sobre y detrás de los radiadores y todos aquellos otros lugares (incluidas plantas) que os podías imaginar, digo:
-Pues nada, el lunes voy a comprarme unas gafas.
-Vaya... seguro que acaban apareciendo.
-Ya, el problema es que con estas azules, ¡no veo! No están bien graduadas, están un poco desactualizadas y no puedo conducir así.
(Imprevistos) me digo.
Hoy me levanto y me pongo a meditar. Una meditación buena. Acabo y me digo:
"¡Venga! Lo primero, ponte las lentillas porque todo lo demás no lo estás haciendo porque te limita no ver".
Voy al baño y me pongo las lentillas que uso para la piscina.
"Así iré al óptico y podré probarme gafas"
Me miro al espejo.
-Cielo Santo -pienso-, si soy todo ojos.
Las gafas de miope hacen un poco más pequeños los ojos. Yo tengo 1,45 y 2,20 más o menos de miopía (más o menos), .... lo que he descuidado es que al llevar las gafas sucias y demás, pues en realidad tampoco es que vea todo con ellas. Con las lentillas quitas todos los obstáculos.
-¡¡Menudas ojeras!! ¡Has visto qué ojeras!
Crema hialurónica.
Y me fijo bien.
-Madre mía -me digo-, pero si soy guapísima. Es decir, no como una modelo joven ni mucho menos,....¿¿¿pero tú has visto qué ojos????
Es que son enormes. Azules. Enormes.
Una compañera que trabajó conmigo en una librería del centro, hace como dos décadas (soy relativamente mayor) dijo que si yo tuviera unos ojos como los tuyos, nunca me pondría gafas.
Creo que entiendo por qué lo decía.
"Es que casi estoy... por llevar lentillas y olvidarme de las gafas", pensé mirándome.
Pero no, no... no. Querré las gafas. Me gusta ir escondida y, además, la lentilla reseca el ojo y me es incómoda. Pero, ¡oye! ¡No sabía esto! -pensé-, ¡pero fíjate qué guapa eres!
A veces lo que nos falla, internautas, es la técnica. Ya sabéis, el estilo. No sé. Si te escondes, te pones ropa holgada y demás...
Total, que tras pensar eso, mirarme otra vez, pintarme los labios, cambiarme de jersey y decir: "Caray, a lo mejor deberías hacer esto todo los días", tras eso, me digo: "¡uy, la pastilla de la alergia!". Gracias a meditar tengo muy claro y estoy muy centrada y sé lo que tengo que hacer hoy. Cuando levanto las dos cajetillas de pastillas que dejé ayer a propósito delante del espejo... veo algo.
-¿¿¿Enantyum??? ¡Esto no es de la alergia! ¡Ni con las gafas de ayer lo veías! Anda, guarda esto...
Me agacho. Abro el mueble.
Tengo unas toallas apiladas junto a un neceser de flores y pajaritos.
"Anda que.... no ver que no era el Loratadine...." abro el neceser, dejo las pastillas.
Veo las toallas, en dos alturas y el secador.
"Mira que no ver las cos..."
transparentes
Junto al secador están las gafas.
-¡Jajajajajajajaj! ¡JAJAJAJAJAJAJ!
Es imposible que yo haya metido las gafas dobladas (es decir, cerradas) junto al secador.
-¡Jajajajajajajajjajajajajaja!
Podría entenderlo si estuvieran tiradas. Metidas entre las toallas (ya lo revisé) Caídas dentro del mueble.
Podía entender mil posiciones, menos esa.
Es que al cien por cien parece que alguien las hubiera dejado a propósito así, allí.
-¡Jajajajajajajjajajajaja!
Están guardadas delicadamente, cerradas, con cariño, junto al secador de pelo.
Mis adoradas gafas de profesora, con media montura casi al aire.
-¡Muy gracioso! -pienso.
Así que, a ver si lo he entendido, .... ¿todo esto era para que me diera cuenta de cómo soy sin las gafas?
Está bien, me pondré lentillas de vez en cuando.
En serio, en esta casa hay... magia.
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