El cuento del mercader y la Alcaldesa.

 

Viendo que Nelly volvía a estar mu triste, el cartero acudió a la Casa Consistorial.

-Voy a contarte una historia. Puede que te anime o puede que no.

-Bueno,...

-Hace mucho, mucho tiempo, existió un mercader que tenía que cruzar un bosque para ir a un mercado. Era un mercader muy cuidadoso, con mercancías de gran calidad, al que le ilusionaba poder venderlas por precios irrisorios pues, lo que en verdad ansiaba, era que todos disfrutaran de la belleza como lo hacía él...

-Qué bonito.

El cartero asintió y siguió con el relato:

-Así que un día, hace mucho, mucho tiempo, salió de su casa tirando de un carro lleno de cosas..., pero al atravesar el bosque y llegar al otro lado del camino, unos ladrones le salieron al paso y le dieron una gran paliza... ¡Escucha, no seas impaciente! Tienes que escuchar la historia hasta el final.. El mercader se hizo daño, lo que es normal en estas circunstancias, y se hizo heridas más profundas de lo que creyó que eran; mientras los otros asaltaban el carro y se llevaban todo lo que les daba la gana. Cuando se marcharon, y como no sabía que hacer, el mercader se apartó a un lado del camino y cubrió las heridas con barro.

-No parece una buena medicina.

-No lo es. Pero el mercader no tenía experiencia y ¿sabes lo que se dijo a sí mismo?

-No quiero saberlo.

-"No pasa nada", se dijo, y pensó que "el mundo era así". "Un lugar muy peligroso"

La Alcaldesa se puso triste.

-Ya volveremos a eso. Ahora déjame que te cuente lo que pasó a continuación. Los primeros seres humanos que atravesaron el camino...

-¿Le ayudaron?

-... ni tan siquiera le vieron. Porque resultó, Nell, que eran ciegos. Viajaban con un bastón golpeando el suelo de tierra y pasaron por su lado sin darse cuenta de nada. Esto, aunque te cueste creerlo, fue peor que el propio asalto. Ya que le miraron sin ver. Y siguieron como si nada. Los segundos seres humanos que pasaron por allí...

-¿Le ayudaron?

-Iban con prisa. Vieron al mercader cubierto de barro y polvo, y alguno incluso pensó que era un mendigo. Podían haberse parado pero su atención se centraba en que tenían que llegar cuanto antes a sus casas para atender otros menesteres. Es decir, lo vieron pero "no era su problema". Esta actitud está muy extendida en el mundo, y ahora lo comprendes porque te lo han vuelto a hacer.

-La cosa no pinta muy bien.

-No. Pero seguro que comprendes bien esta historia. Bien, sigamos pues con ella. Pasado un tiempo, el mercader vio llegar un hombre sentado en el pescante de una carreta. En grandes letras rojas se leía: "M É D I C O". El hombre se detuvo y vio al mercader y le pidió su confianza para curarlo y el mercader... ¿qué crees que hizo?

-¡Le pidió ayuda!

-Hizo mucho más que eso. Le ofreció cuanto tenía a cambio de que lo ayudara. Y el hombre se bajó de la carreta se puso a bailar y a tirar fuegos artificiales y a reírse y a mostrar frascos con medicinas...

-¡Qué maravilla!

-Sigue escuchando. El hombre aceptó llevar al mercader en la carreta, y le limpió una de las heridas y le dijo que podría curarse completamente. Dejó las heridas al descubierto y volvió a sentarse en el pescante. El mercader, se entusiasmó. Además, le enseñó "que el mundo no era así", y a esto el mercader le protestó bastante, pero como ponía "M É D I C O" en su carreta pues pensó que tenía razón. Además, parecía muy seguro y tenía fuegos artificiales. Le dijo que "perdonara la necedad de sus asaltantes", que no eran malos, "si no ignorantes". Le explicó que en sus tierras había mucha hambre, que el mundo necesitaba bondad y alegría. Que "la paz" se podía elegir. Parecía incluso que no había que tenerle miedo al camino pues el Mercader quizá tuviera bastante fortaleza...

-Pues todo eso suena muy bien.

-¡Ya lo creo! Y además... es cierto. Todo lo que le dijo era cierto. Pero en el siguiente tramo del camino el "médico" empujó al mercader fuera del carro de una patada. Sin más.

-¡Vaya!

Nelly estaba confundida.

-Así es. El mercader se puso a llorar al dar con el suelo y se rompió un hueso. Entonces el hombre retrocedió, se bajó del carro, lo ayudo a subir y le volvió a limpiar la herida que de nuevo sangraba. Otra vez sucia. Otra vez la misma historia del barro. 

-¿Explicó por qué lo había hecho?

-Ni siquiera reconoció lo que había pasado. -hubo un silencio. Luego el cartero siguió-, al pasar las horas, el mercader preguntó si podía tomar algo de lo que había en la carreta y el que la manejaba indicó que sí. Que la cura a todo mal estaba allí. Pero los frascos tenían etiquetas en un idioma extranjero y el mercader no sabía qué medicina podía curarle. Lo preguntó y no obtuvo respuesta. Cuando lo volvió a preguntar, el médico ¿adivinas? lo tiró fuera de una patada.

-El resto del mundo ya se hubiese ido corriendo.

-Sí, pero nuestro mercader es muy especial. Y cabezota. Y tiene fe y el médico de esta historia tenía el don de la palabra y la sutileza. Nuestro mercader, en definitiva, Nelly, creía haber encontrado un "Salvador". Pasara lo que pasara, se habría quedado allí tratando de aprender el oficio.

De nuevo los ojos de Nell se llenaron de lágrimas.

-Tienes que escuchar hasta el final.

-Vale,... -dijo-, cada vez más triste.

-Como no sabía qué tomar, el mercader se fijo en los frascos y probó el que creía que era mejor para él. Lamentablemente, un ratón que viajaba junto a ellos en la carreta le dijo: "¡No! ¡Te has equivocado! ¡Eso es veneno para matar ratones!" Asustado, soltó el bote pero ya era demasiado tarde. Había bebido una pequeña cantidad. El veneno se extendió deprisa, así que pensó en pedir ayuda pero, ¡sorpresa! el médico ya no estaba. El caballo también había desaparecido. El mercader esperó a que regresara su salvador y mientras tanto, las heridas seguían infectándose.

-No pinta bien.

-Nada bien. Y peor se puso la historia cuando una mujer vio la carreta abandonada al borde del camino con el mercader dentro. Era ya de noche. Le preguntó qué hacía allí y le dijo "esperar al médico" y la mujer contestó: "Ay, pequeño señor, ese hombre no es médico... es un Farsante".

-No me gusta esta historia.

-Al mercader tampoco le gustó. No tenía a donde ir, el camino era peligroso, estaba herido, había tomado veneno y tenía miedo y frío. Por suerte, en el peor momento de sus tribulaciones, regresó el médico y se volvió loco de alegría, ¿y sabes qué ocurrió?

-¿Que le ayudó?

-Que el médico hizo lo mismo que los ciegos. Lo sacó del carro de una patada y luego lo ignoró.

-Vamos, que pasó de él...

-Exactamente.

Nelly suspiró.

-¿A todo el mundo le pasan cosas así?

-Tendrás que esperar al final de la historia. Abandonado a un lado de la carretera, el mercader volvió a echar barro en sus heridas. Lo que ya te aclararé que no es una forma de curarlas. Sólo las tapa. El veneno se había extendido por todo el cuerpo y llegaba ya al corazón...

-Así que la palma... ¡Muy bien! ¡Gracias por el cuento! ¡Nuestro Mercader la palma en el camino!

-Espera... vuelve a lo del veneno. Te he dicho que llegaba al corazón, no que se haya muerto.

-Pues con un corazón envenenado...

-Duele mucho. Sí. Este Mercader, Nelly, tenía un corazón bondadoso y muchos le querían.

-Sí, ya, pero si sale de casa los ladrones le dan una paliza y los farsantes le dan un patada... me parece un poco fracasado, nuestro protagonista.

-Espera, por favor. Déjame terminar la historia.

Ella aguardó.

-Crees que el error del mercader es tener ilusión por ofrecer algo bueno a los demás, pero fue justamente eso lo que causó otra circunstancia de la que todavía no te he hablado. Y es que el mercader tenía muchos amigos. Y siempre le pasaban cosas "extrañas".

-¿Extrañas como qué?

-Extrañas como que un cuervo capaz de llevar mensajes se posara a su lado en ese instante. Verás, había gente que lo esperaba con ilusión en el mercado al que se dirigía cuando le asaltaron, hasta había seres con los que compartía risas, comidas, cenas, y en cuyas casas se quedaba. La gente suele querer estar con gente buena.

-Ya... le vendría muy bien ver "Juego de Tronos"... Así aprendería cómo es la gente de verdad...

-Te desvías del tema.

-Vale. Te escucho.

-Si tú fueras el mercader, ¿qué harías?... Y te repito que nuestro protagonista tiene buenos amigos que le quieren.

-Supongo que pediría ayuda. Pero si nadie es médico...

-Aunque la gente no sea "médico", un poco de agua limpia las heridas. Un poco de cariño las ayuda a cicatrizar.

-¡Ya, pero te quedan cicatrices!

-¿Y si te dijera que el mercader vio pasar entonces un hombre cojo por el camino y otra mujer llena de marcas...? ¿Qué crees que sintió por ellos entonces?

-Pues compasión.

Ambos se quedaron en silencio.

-¿Cómo termina la historia?

-El mercader pidió al cuervo que llevara un mensaje y pronto varios amigos del pueblo al que se dirigía acudieron para ayudarlo. Le dieron cariño, respeto, y ayudaron (con tiempo) a que sus heridas se curasen. Le quedó cicatriz, sí, y tardó mucho en sentirse bien, eso también. Pero se curaron. Lo malo del asunto es que le tenía fobia al camino.

-Ya, normal... si sales y te dan una paliza.

-Bueno, Nell,... el mundo no es perfecto. Hay mucho sufrimiento, ya lo has visto. Por eso valoras más la amabilidad. ¿No es así? Ya que el mundo no tiene sentido común y paciencia, ¿por qué no llevar un poco?

-¡Jajajaja! 

Asintió.

-No te preocupes. Ten paciencia contigo misma. Todos nos equivocamos. Ahora ya sabes que en ocasiones tu percepción es errónea. Tiendes a ver lo mejor de la gente, porque lo necesitas. Eso te causará sufrimiento. No puedo decirte más por ahora pero espero que esta historia te levante el ánimo.

La Alcaldesa sonrió.

-Sí.

-Que tengas un hermoso fin de semana.

-¡Oye!...

-¿Qué?

-Muchas gracias.

-De nada, Nell, de nada. 

Fin. 

Edito para añadir: ¿sabéis una cosa? En este cuento falta qué ocurrió con eso del "veneno", así que voy a dejar que cada lector decida cómo se salvó del veneno el mercader. :P Ejercicio de Escritura Creativa. 


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