Nelly y la batidora.




Hace algunos meses (incluso años), y al igual que a un buen número de consumidores, llegó hasta mí la idea de la dieta "detox". El consumo de verduras y hortalizas en esos batidos, tan de moda en las cafeterías que me gusta frecuentar.
Y pensé: "¿Por qué no hago yo esto en casa?".
En aquel tiempo tenía una batidora con pies intercambiables. Un buen día, decidí probar a fabricar mis propios zumos especiales de verduras y fruta, y ni corta ni perezosa me dispuse a ello. Pensando en las extrañas y exóticas combinaciones de las cafeterías me dije: "Venga, pues mezcla pera, manzana y limón y a ver qué sale".
Recuerdo que metí unos buenos trozos de pera en el vaso para batir. Y añadí algunas cosas más. Luego dí al botón de encendido de la batidora, lo batí todo, lo eché en un vaso, me lo llevé a los labios y dije "puaajjjjj".
"¿Pero qué pasa aquí?"
Si las bebidas de las cafeterías eran suaves y ligeras, mi mejunje resultante se caracterizaba principalmente por su densidad.
"Qué raro".
Probé de nuevo. Nada. Al final tuve que desperdiciar al menos un tercio de aquel zumo que podía comerse con cuchara.

Me olvidé del asunto.

Pero tiempo después volvió a resonar en mi mente esta idea: "no compres los purés de verduras (leedlo con voz de ultratumba)... fabrica tus propios zuuuuumooosss uuuuuuh".

Estaba en esa fase en la que me dedicaba a echarle todo tipo de verduras a las ensaladas. Y con el paso de los días, la batidora que tenía se estropeó. Empezó a hacer ruidos raros. No me convencía su limpieza. Tenía partes desgastadas y deformadas. Finalmente, pensé que tras ocho años de servicio, merecía ser cambiada por otra.

Y ahí volvió a surgir la duda. "¿Por qué mis zumos no quedan como los de los restaurantes?". Pregunté a mis seres queridos... y se echaron a reír.

- ¿Qué? ¿Qué pasa?

- Nelly... la batidora hace purés. No batidos.

"¿Cómo?"

- Los batidos se hacen con la "licuadora".

Ya estamos otra vez con los nombres incorrectos. Batidora: Bati-dora. Que bate. ¿No? y de "-batir", pues vendrán los "batidos", ¿correcto? Parece lógico.

Pues no.

Resulta que la batidora hace purés, y salsas. Lo de las salsas ya lo sabía.

- Entonces, ¿qué es lo que quieres por Navidad? ¿una batidora o una licuadora?

Y ahí comenzó el gran dilema. ¿Qué quería yo? Comer sano. Imaginaba cientos de batidos de apio mezclado con manzana y limón... o arándanos mezclados con... a saber, lo que se te ocurra. Pero... ¿con qué se hace eso?

- ¿En la licuadora puedo hacer salsas?

- No.

Me rasqué la cabeza.

- Entonces, ¿quiero una licuadora?

- Son difíciles de limpiar. La gente que las tiene dicen que son un trasto.

"...AAaaaainssss..."

Tras darle mil vueltas, opté por la batidora. Y entonces me enteré de que no tienen varios pies intercambiables, sino que traían solo un pie y muchas más revoluciones que la mía. Al parecer, la mía era una batidora muy humilde en comparación con las modernas.

La batidora llegó a casa. ¡Y menuda sorpresa!

- ¡Pero si trae un frasco y un accesorio de licuar! Entonces se convierte en licuadora ¿Es correcto?

- Lee las instrucciones -me recomendaron- porque no lo sé.

La batidora quedó sin usar varias semanas hasta que mi tía me regalo media calabaza. Y me dije, "¡esta es la ocasión!". Mezclé la calabaza troceada con unos trozos de puerro cortaditos en finas láminas y lo puse a cocer todo junto. Inspirada por vete tú a saber qué musa de la cocina, decidí añadirle un poco de aceite de oliva virgen y algo de queso. Lo del queso no preguntéis, me dio por ahí. 

Cuando la calabaza se puso blandita, pensé: "si la batidora hace purés, y yo quiero un puré de calabaza y puerro... tendré que usar el pie de batir normal". Así que desenganché el pie de licuadora, eché mi mezcla del puchero al vaso tradicional y me quemé porque me cayó una poca en la mano. 

- ¡¡Aay!!

"Bueno, no es grave".
Miré la mano con pena.

Acto seguido me dije: "Eres una cocinillas". Y no sé porqué... el sentido común me recomendó sacar del cajón un artilugio harto olvidado: el delantal.

"¡Hombre! Hacía tiempo que no te veía!" le dije a la prenda mientras me la pasaba por la cabeza.

Encendí la batidora.

Si un vaso está a punto de rebosar y yo le meto un motor que da vueltas a muchas revoluciones... ¿¿¿¿qué espero que ocurra?????

Exacto.

Puré volador. Saqué el pie de la batidora. Lo desenrosqué. Puse el pie del vaso licuador (me dije a mi misma, divertida: "ah, mira tú que va a ser pa´eso...") Cerré el vaso licuador. Bajé revoluciones a tope. Le dí al botón y de nuevo sale todo volando.

Ahí sí, me tuve que reír.

"Vamos a ver... no puede ser tan difícil hacerse una sopa de puerro y calabaza". Sujeté el cierre del vaso con una mano. "¿Esto no cierra herméticamente?" Se lo pregunté a esa otra parte sin palabras del la conciencia la que sentía muy despierta pero muy callada. Le dí de nuevo al botón de arranque y cuando me cansé de pelearme con el vaso y el cierre no hermético, lo apagué y eché el resultado en un puchero.

No tenía el aspecto de la créme (jajajaj!) homogénea y de anuncio que yo me imaginaba.
Pero estaba rica.

Lo siguiente que voy a preparar es un "batido de kiwi"  

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