Sueños que son historias: el desierto y las monedas.


Encaja en lo que yo llamo pesadillas así que... estáis advertidos.

El sueño comienza con que visito un lugar... parecido a un desierto. Esta dentro de unos muros, de lo que deduzco que era una especie de cárcel. Pero más que cárcel, daba la sensación de ser un templo o un gran edificio. En cuyo interior había una basta extensión de terreno yermo, con el cielo de color blanco, sin nada. El suelo se extendía hasta donde alcanzaba la vista, a veces era de tierra seca y dura, otras veces, fango y lodo, y otras veces... tierra con arena encima que se movía con el viento.

Allí había unos seres, a mis ojos, niños. Digo "a mis ojos", porque como había esos seres había otros también, que al acercarse para mí se convertían en animales. Eran los guardianes. Pero eso yo no lo sabía.

En principio, me fijé en uno de esos niños, más bien, una niña, que caminaba mirando el suelo. Había cientos de niños allí. Yo también miré el suelo y en unos cuantos pasos, descubrí una moneda de oro medio enterrada. La levanté y al ver que los niños parecían buscar eso, se la entregué a la niña.

- ¿Es esto lo que buscas?

La respuesta me sorprendió:

- ¡¡¡Shhhh!!!! ¡Calla! ¡Está prohibido hablar!

Tomó la moneda y la guardó. Intrigada, pregunté:

- ¿Qué? ¿Cómo que está prohibido hablar? 

- ¡Shhh!!!!! ¡Tú no eres de aquí! ¡Hay que buscar monedas! Ellos siempre quieren más.

¿Cómo?

Supongo que el lector estará tan sorprendido como yo. ¿Monedas? ¿Qué? ¿Prohibido hablar?

Me fijé en que dos seres se acercaban a nosotras. Yo eché a volar. En algunos sueños, es un instinto. Y al acercarse vi que los seres se transformaron en dos leones. 

¿¿?? 

Me posé de nuevo en el suelo. Los niños, en aquella basta extensión de cientos de kilómetros en blanco, seguían buscando monedas. 

- ¡Oye, ¿pero qué pasa aquí?! -le pregunté a otro- ¿No podéis salir de este sitio?

- ¡Calla! ¡No se puede hablar! -me dijo un niño-, deberías irte. Tú no eres de aquí.

- ¿Qué son esos seres? -pregunté.

- Guardianes. 

Vi a uno caminando y era un oso polar con dientes enormes. Y otros dos más se acercaron y se convirtieron en jaguares.

En el suelo vi otra moneda.

- ¿Y esto es todo lo que hacéis? ¿recoger monedas?

Busqué a la niña de antes, que no estaba muy lejos, y se la di:

- Toma -le dije-, ¿pero para qué buscáis tantas monedas?

- Esta prohibido hablar -me contestó.

Jo, qué pesados. Prohibido hablar, prohibido hablar... ¿y cómo se enteraban entonces de las cosas? 

Justo entonces dos guardianes se acercaron a nosotros. Daba un poco de miedo verlos. Yo salí volando, pero a la niña la atraparon y se la llevaron.

- ¿Y ahora?

El niño que estaba junto a nosotros me dijo: "ha hablado", como diciendo: "ya te hemos dicho cien veces que está prohibido hablar".

Así que si hablas, esas cosas vienen a por ti...

- Deberías irte -me dijo el niño-, tú no eres de aquí. 

Y vuelta. Entre el "deberías irte" y el "no se puede hablar", ... qué cansinos.

Salí de aquel sitio tan raro y atravesé los muros como si tal cosa. No sé porqué ellos no podían salir. El caso es que tras ponerse el sol, pasé de nuevo por la entrada de ese edificio, a cotillear. Era de madera. Era como un enorme y gigantesco templo japonés, de madera, que a su vez tenía muros que se extendían miles de kilómetros. O eso parecía. Y dentro el desierto y las monedas.

Al pasar por allí al caer el sol, me fijé en que en la segunda planta, algunos niños estaban de pie, atados a un poste. Y ahí perdí los nervios.

Así que ese era el castigo.

- Será posible -dije.

Conmigo había un niño también, al parecer de paseo por aquella ciudad tan rara.

- ¿Qué haces? ¡¿Te has vuelto loca?! -me dijo- ¡tú no eres de aquí!

Yo, de verdad, no sé que entiende mi cabeza por "tú no eres de aquí", pero si la idea es que me quede quieta viendo eso...

Me puse a golpear la persiana de madera de la primera planta de ese edificio (recordad que podía volar, aunque no me veía a mi misma, era de esos sueños que lo ves todo como cuando estás despierta). El caso es que me lié a golpes con aquella ventana hasta que salió... el jefe, el dueño, el... lo que quiera que fuera eso.

Y se lió una buena.

Aquella ... cosa, ente, espíritu... llamadlo como queráis, se puso echo una furia. Una furia. Pero si él estaba enfadado... yo más.

- ¡¡¿Cómo te atreves?!! -gritó-, ¡¿Quién eres?! ¡?Quién eres?

Buena pregunta, ni idea, oigan. En este tipo de sueños... lo del nombre es complicado.

De todos modos, aunque asustaba, más miedo daba yo:

- ¡¿Sabes lo que pasa cuando anulas la voluntad de los demás?! -grité.

Me posé junto a uno de los niños, la niña a la que había dado la moneda, exactamente. Liberé la cuerda del poste, pero seguía rodeándole las muñecas. Y el caso era que de eso iba todo aquello. Esa cuerda no estaba atada muy fuerte, pero era como algo simbólico, mientras la llevaran, trabajarían para aquellos otros seres ansiosos que sólo querían monedas. No podían hablar entre ellos. 

Moví la cuerda hacia ella. Había varios niños en su misma situación. 

- ¡¿Te gusta tener esclavos?! -lancé un cuchillo a los pies de uno de los niños, moví la cuerda, el niño se agachó a por el cuchillo, la volví a mover y levantó las manos.

Me empezó a doler el estómago, pero estaba tan furiosa, que ignoré la sensación.

El niño me miró y dijo: "No", muy serio. Y soltó el cuchillo.

En ese instante yo era de lo más peligrosa.

La niña a la que había dado la moneda, dijo:

- Entiendo tu propósito y yo si estoy dispuesta a hacerlo.

De algún modo, lancé a aquel ser malvadísimo (bueno, despierta he pensado que más que malo daba pena), a los pies de la niña y al mover la cuerda, ella tuvo que agacharse a por el cuchillo.

- ¡¿Ves lo que pasa?! -grité (jo, pues no estaba enfadada ni nada).

El dueño del desierto/cárcel/lo que sea que fuera aquello no hacía más que gritar y decirme que yo no era de allí, que me fuera de inmediato, que como me atrevía... eso por un lado.

Por otro... yo estaba a punto de cometer un acto terrible.

Y por otro, comenzó a dolerme el estómago de tal forma que me desperté. Porque el dolor de barriga era real.

¡jajaja! Menos mal... casi me cargo a una criatura que no sé ni lo que era.

Bueno, diez minutos después, pensé varias cosas. Primera, el sueño no tiene ningún sentido. Segunda, el ser malvado.. fijaos bien, en realidad daba pena. Era un ser que buscaba monedas y más monedas, y luego más monedas, y más monedas... claro que tenía esclavizados a aquellos otros seres...

Pero si te pones en su lugar... y fuera él quien contara la historia, diría que estaba en su pequeño mundo donde era el rey, esclavizando a otros, cuando una criatura voladora entró por la ventana y desató su furia vengadora.

No sé, a lo mejor como turista interdimensional debería controlar mi genio.... 

jajajaja!
Saludos!!!!!

0 comentarios:

Publicar un comentario

 

 

 

Creative Commons License
contador de visitas para blogger por paises