Nelly-espiritualidad.


Esta mañana me he despertado temprano y pensé que sería una buena idea realizar una meditación. Siempre me han gustado mucho los domingos. Al ojear sin prisa las noticias que ofrecía mi teléfono móvil me llamó la atención una sobre cómo sabemos que vivimos en una galaxia en espiral. Es una cosa que me pregunté hace meses. Si nadie ha ido lo bastante lejos como para sacar una foto a la Vía Láctea desde fuera, entonces ¿cómo sabemos que tiene esa forma y que vivimos en el Brazo de Sagitario y todo eso?

La respuesta es bastante buena. Lo saben porque han observado otro montón de galaxias con formas similares a la nuestra, y lo demás lo calculan a base de estrellas muy distantes y velocidades de caída hacia el centro de la nuestra. Nuestra galaxia es "plana" además. Eso me hace reír mucho. 




El caso es que en vez de meditar dediqué plena atención a borrar mi esmalte de uñas, usando como espacio de trabajo la mesa de la cocina. Y estando allí en pleno silencio, y silencio mental, me pareció que era lo mismo que estar meditando. NO había ni un solo pensamiento molesto. Solo silencio.

De pronto el espacio parecía más claro, más grande y más ... fresco. No sé qué palabra usar.

Luego me preparé un té verde, con miel y limón. No es un desayuno muy al uso pero teniendo en cuenta los excesos del día anterior... y pensé "qué curioso es cuando escuchas al cuerpo y el cuerpo te dice sin lugar a dudas lo que te apetece (y necesitas)" Me tomé mi té, me senté en mi cojín de meditación y me dispuse a meditar. 

Yo tengo un pequeño cuenco tibetano. Regalo de un amigo. Gracias a ese pequeño cuenco conocí al viajero y el viajero (llamado así en mis cuentos) fue importante para mí. El regalo me es preciado, y aprendí a tocarlo (es un cuenco muy pequeño, pero llega a tonos muy altos) en un curso. Allí me dijeron que era bastante curioso que un cuenco tan pequeño tuviera semejante... vibración. A mí me encanta. 

Si ponéis "cuencos tibetanos" en Youtube os van a salir cuencos muy grandes. El mío cabe en la palma de mi mano izquierda. Y además no se compró en una tienda esotérica ni de decoración. Mi amigo lo compró en una tienda de música. 

Me quedé mirando el cuenco (sirve también para dejar estupefactas a las visitas, ja ja ja, por el sonido y como vibra) y pensé: "hace mucho que no lo toco". Así que para empezar a meditar decidí usarlo.

Pero es que la vibración era muy especial esta mañana porque era baja, pero delicada. Podría haber hecho que subiera a tonos que despertaran a los vecinos pero, ¿para qué? Nada más comenzar a tocarlo mi mascota dio tres golpes en el suelo.

"Sí, ya lo sé" me dije mentalmente "con esas orejas de murciélago para ti este sonido debe de ser la mar de evidente. Incluso molesto."

Pero sólo quería darle un par de vueltas a la circunferencia. El cuenco casi de inmediato comenzó a vibrar. Y el patrón era cíclico.

"¿Tendrá algún sentido la dirección del movimiento?" El instrumento para tocarlo y las agujas del reloj se movían igual. "¿En qué sentido gira la Tierra?" pensé.

Luego silencio.

Algo me recordó que toda meditación necesita una intención.

"Bueno, pues puestos a pedir por algo... porque todo el mundo alcance una visión correcta"

Esa otra parte misteriosa sin palabras de mi mente o cerebro (sí, no tengo claro el concepto de mente) me vino a consultar sobre a qué llamo yo concepto de visión correcta.

"Pues... es como cuando ves que se va a liar una parda, y lo ves, y te preguntas por qué los demás no lo ven y entonces al final se lía y nos cae a todos una bronca. Eso es lo que no entiendo. Si es que se ve venir... ¿qué tan difícil es hacer las cosas? Si A, luego B... pero en vez de hacer A la gente se comporta como..."

Silencio.
El sonido era tan chulo que no mi importo darle un par de vueltas más al cuenco. 

Al cabo de un rato, mi mente me preguntó (sin palabras, esto son más emociones o sensaciones) si yo sabía por qué la gente hacía las cosas. Es decir, qué les motiva. ¿Por qué actúan?

"Porque ellos tienen su visión" me respondí mentalmente. 

A lo que habría que añadir: "y yo tengo la mía" "¡Y la mía es la correcta!"

Y de pronto... me di cuenta de que ambas cosas eran visiones.

"Ya pero" me dije mentalmente "es que... "

No, no había buen argumento contra esa idea. ¡Eran visiones igual! Formas de ver el mundo. Durante unos segundos me pregunté qué pasaría si no tuviera mi visión, sino la de otro. Casi fue como desplazarse un poco de tu realidad... a la de otro. Fue como verse desde fuera. 

"Pero yo veo a los demás. Ves que alguien se va a estrellar... y lo ves y lo ves.. y se estrella"

"Y ellos te ven a ti"

Dichoso relativismo de Einstein. 

Otro buen rato de silencio. 
Lo más relevante de todo este asunto es que ver era una ventaja del asiento cósmico que te toca. Es decir, la negación era bastante absurda. La mitad de mis enfados tienen que ver con negar lo que estoy viendo. La gente no puede moverse por intereses malos, la gente no puede haber actuado mal, la gente no puede saber menos que yo.
Es como lo que me decía el Muso, la lluvia moja y yo me pillo un enfado impresionante.

"Los budistas deben tener una visión distinta del mundo por eso viven como viven".

Tras un laaargo rato de silencio, en el que pasó el camión de la basura, en el que escuché dos persianas, unas tazas, el viento y el mundo. Tras un rato laargo (que luego resultaron ser minutos) de paz... de pronto pregunté mentalmente:

"¿Qué cambia la visión de la gente?"

Yo veo en mi asiento cósmico. Tú ves en el tuyo. Tú no te puedes ver a ti mismo desde fuera pero yo sí, a cambio, tú me ves a mi. LO más curioso de todo es que encima, tú tenderás a poner en mi cosas que son tuyas y yo... veré el mundo según como yo sea, pero ese ya es un tema muy árduo para entrar hoy. Estábamos hablando de tener una correcta visión. La próxima vez pido por un cuenco de palomitas, jajajaj! 

Y ya que mi pensamiento me interroga a mí, de vez en cuando también viene bien preguntarle a mi pensamiento:

"¿Qué cambia la visión de la gente?"

Las experiencias.

Ah. Las experiencias. 

"Pero... las experiencias no dependen solo de mí. Lo que pasa cuando yo salgo a la calle depende de toda una maraña de vidas cruzadas".

Y se acabó la meditación.

Luego, como soy así de guay, me acerqué a misa. ¿Y sabéis de qué iba la misa de hoy? Pues del matrimonio. Hablaba de ser humildes para aceptar las faltas del otro, porque así te unes en un solo cuerpo y un solo corazón y no se qué leches más... tenemos un párroco nuevo, de Cádiz, jajaja! y ha sido una misa un tanto extraña.

Por si acaso en esa no pregunté nada. Hay cositas un poco desfasadas. Para empezar, ¡yo no vengo de la costilla de nadie!, aunque me llame -nunca mejor dicho- Eva.

¡Pfff! Feliz domingo espiritual. 

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