El extraño sueño de la vía y el Muso.


Bueno, vamos a confiar en que él no lea este blog.
Seguro que no. Porque sino esto yo no lo publicaba.

He tenido un sueño rarísimo en el que iba con otros amigos (dos) a una escuela. Y tenía que ir en tren. Pero no era un tren normal. La vía discurría entre montañas y ¡ni siquiera... existía! Era más bien como si el tren fuera encajonado entre paredes verticales y dando tumbos. Pero bueno, como era una vía que se suponía abierta al público y como yo iba a la escuela pues... se supone que es por donde había que ir.

Cuando montamos en el tren... hubo un momento del camino en que yo iba leyendo una novela de aventuras, distraída.Y el maquinista me... (un momento, distraída no, concentrada en mi novela de aventuras...). Bien, como decía, iba concentrada en mi novela de aventuras cuando el maquinista me gritó algo. "¡Cuidado, cuidado!" ¿Qué? ¿Qué pasa? "¡No, señorita, no lea..." pasé la hoja y el tren... PUM!!! SE INCLINÓ HACIA DELANTE COMO SI SE FUERA POR EL PRECIPICIO.

No sabéis qué susto.

Que nos caemos. Es que me caí yo dentro del tren y quedé así contra la pared, que ni era pared, era un tren muy raro. Casi nos caemos todos. Yo miré al maquinista y el maquinista dijo algo sobre... "atentos ahora que no hay que distraerse" o algo así. Y yo pensaba: ¿el peso de una hoja, o si yo inclino la cabeza hace que el tren pierda la vía? ¿está de broma? ¡Pero qué clase de tren y de vía es esta!

Bueno, conseguimos llegar a la escuela.

Cerrada.

Vuelta para atrás. No puedo creerlo. Si el viaje de ida era una aventura, el de vuelta era otra aventura diferente. Pese a ser el mismo camino era distinto. La vía ni se veía, era prácticamente inexistente. Llegamos a la estación. Me bajé. Jo, qué hartura de viaje.

Y allí estaba el Muso.

En teoría yo estoy enfadada con él. Mucho, hay días que me enfado más, otros que me enfado menos, unos que me digo que miente, otros que me digo que para maestra yo... en fin.

¿Y por qué todo eso se me pasó? Dijo algo, hizo un chiste y luego hizo lo que no se debe hacer. Dijo algo que yo pensaba. Dio respuesta a un pensamiento. No soporto eso. Lo demás me da igual, pero es que hay cosas que YO no le he dicho y... luego me las dice y eso hace que mi concepto del Universo y de lo que es posible y de lo que no se tambaleé. Es lo que peor llevo.

Sin embargo, dormida era divertido. Aunque me enfadé.

- ¡Eh, no hagas eso! -cientos de veces le he dicho que estaba prohibido.

Alguien, el maquinista o alguien, nos dijeron que el tren salía de otra estación. Puede que fuera el Muso, quien por cierto me dio un abrazo. Y es que... esto es ridículo. Se siente algo rarísimo en el corazón. No algo malo, no, es como si te quitaran un montón de barreras. Total, se me pasó el enfado. Y me reía.

Entramos en una tienda... cerca de la nueva estación. ¡No, espera! La estación estaba dentro de la tienda. O sea, era una de esas estaciones grandes con tiendas. Y entonces ocurrió:

- ¡¡Ay va, mi agenda!! ¡¡Me la he dejado en el tren!!

Mis dos amigos iba a tomar el nuevo tren, pero yo me di la vuelta. "Tengo que volver, es mi agenda". Me dispuse a  salir de la tienda.

- ¡Nelly! -gritó el Muso-, ¿dónde vas? 

- ¡Me he dejado la agenda!

- Cinco minutos -dijo el Muso.

Miro el enorme reloj del techo.

- Tienes cinco minutos.

Salí corriendo. Ni siquiera me detuvo, qué bien. 

Empezó a llover.

Empecé a discutir conmigo misma. "Sí que me da tiempo.... no, no voy a casa. ¿Dejarla en el tren? Hombre, bueno, no sé.... ¿y si la dejo? Espera, creo que no está en el tren. ¡Claro que mi educación es más importante!...."

Llevaba unas monedas en la mano. Una de cincuenta céntimos, otra de diez. 

Se me cayeron y rodaron por el suelo.

¿Soy yo o el Muso había entrado en la tienda a comprar un paraguas? Bueno, esto no lo recuerdo bien. Total, se cayeron las monedas. Salí corriendo detrás de las monedas. Pensé "no voy a la estación, voy a casa y miro si la agenda está ahí". Un señor con gabardina se agachó a por una moneda. Llovía mucho.

- Gracias!! -dije.

- No hay de qué, ahí, ahí está la otra...

Se agachó. Era una hoja.

Una hoja en un charco.

El señor se levantó:

- Ay, perdona, es que no veo... -me dijo.

- Ni yo -contesté.

Y me desperté.

Menos mal que me desperté porque quedaban 10 minutos para que sonara el despertador y tengo que ir a un sitio.
Total: ¿enfadada de día y de noche es un ser maravilloso? ¡oh, venga, ya cerebro! jajajaja! 
¡No hagas esas cosas! 

4 comentarios:

Davidel dijo...

🚂🚃🚃🚃 🛤️🛤️? 📓🏃🏼‍♀️ 💰💰 ☂️🧔 Fin
🍿🍿🤣🤣

Nelly dijo...

jajajajaj jajaja!!

Nelly dijo...

Cielos acabo de ver tu respuesta en el móvil, Davidel... Y es como una pelí en emoticons jajajja

Davidel dijo...

Ha quedado chulo eh? 🤣🤣🤣

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