Superando el miedo a conducir...


Seguro que habéis oído la frase "conducir no se olvida".  Puedo aseguraros que, al menos en mi caso, eso no es verdad. Hacía once años que no me ponía al volante y lo cierto es que no recordaba absolutamente nada cuando subí a mi coche del siglo pasado y arranqué el motor (de hecho, la vez que mejor he conducido fue el primer día de autoescuela, en el que mi profe no se creía que no lo hubiera hecho antes, y el día que aprobé el examen que me dio por pensar que con lluvia seguro que podía aprobar).

Luego usé el coche de mis padres dos veces más y nunca jamás lo volví a usar. Ni tuve interés en comprarme uno, ni nada. Contaminan, el tráfico de la gran ciudad es horrible, etc. etc. 

Pero la huelga de transportes del pasado verano sumada a un cambio en la oficina (una mejora) me decidieron por fin a comprar uno. Todo porque un día tardé dos horas y diez en volver a casa, y por la mañana no pude ir a donde quería ya que la crisis había propiciado huelgas salvajes en el cercanías.

El problema era que el coche me daba pavor. Por supuesto, la gente me pitaba. Normal. Iba tan asustada que a mí no me importaba rebatir el claxón de otro conductor, lo que me importaba era no colisionar con nadie. Y pese a ello, tuve un susto realmente grande en la M-40.





La primera vez que llevé el coche al trabajo, en noviembre (hace tres meses), no fui capaz de aparcarlo porque me bloqueé por completo. Y llamé a mi jefe (ja ja ja) Quien lo aparcó hacia atrás con una sola mano y al finalizar me dijo: "más confianza en ti misma, Nelly"

Pero imposible. Otra vez un vecino de la ciudad en la que trabajo no se creía que no fuera capaz de aparcar en el hueco de un porta-aviones y salió con una sonrisa divertida a su jardín a contemplar como yo me peleaba con aquel bordillo y aquel gran espacio.

Le tomé aversión al vehículo. De verdad. Y sobre todo, un día que me disponía a subir al coche me pasó algo muy raro. Estaba andando por la calle a una velocidad normal pero mi corazón iba tan rápido, latía tan fuerte, que hacía ese "POM POM POM!" que se oye cuando corres una carrera a toda velocidad y casi no puedes respirar, ni nada, y solo oyes tu corazón. Aquello, de verdad me enfadó. Me paré en la acera y pensé: ¿cómo puedo estar parada y tener así el corazón? Me enfadó tanto, estaba tan enfadada, tan furiosa... que pensé, "¡¡Abandono!!" Lo dejó. Desisto, vuelvo al tren. Jo. No sabéis que cabreo tenía. Y además estaba asustada. Todo era "pom-pom-pom" jajajaj. 
Se lo conté a una persona que sabe mucho de esto y rápidamente me contestó: "¿Qué estabas pensando en ese momento?"

Pues... pensaba en los accidentes, en cien mil sucesos horribles... en cómo estaría la carretera, en los coches en dobles filas (y triples). 

Esa persona me miró con esa cara de... "no te voy a contestar porque te acabas de dar cuenta tú sola". Ja ja ja. Igual debería controlar un poco mis pensamientos antes de subir al coche.

Como hago yo siempre que algo me resulta extraño/difícil: pregunté a mis conocidos. Interrogué a mis compañeros de trabajo sobre conducir. Me dijeron de todo: desde "yo por eso no conduzco" a "yo tuve un accidente grave y a las dos semanas estaba conduciendo otra vez".

Pero ¿sabéis qué ocurre con estas cosas de la vida? Por más que me empeñe yo en establecer teorías y en que los demás van a arreglar las cosas con su experiencia: nada sustituye a la experiencia propia

Una noche, regresando a casa, ocurrió un accidente delante de mí y se formó un atasco monumental. Mi pie temblaba sobre el embrague. Pero no me refiero a "temblaba un poco". No. Me refiero a que yo estaba aterrada. Y de nuevo me pasó lo que en la acera. Me enfadé. No es normal que tu pie baile la lambada solo porque hay que pisar el freno. De verdad, no sabéis lo mal que lo pasé ese día. Lo pasé fatal allí sentada viendo las ambulancias y todo eso. No fue grave (los coches se apartaron a un lado), pero... jo, sólo de pensarlo. 

Pero a pesar de todo, hubo otra cosa que me llamó la atención. Al llegar a casa mi estado de ánimo tras conducir era totalmente diferente al estado mental que tenía al volver en transporte público. Tras conducir, llegaba a casa despierta. Asustada, sí, pero despierta. Atenta. Podía charlar por teléfono, preparar la cena tranquilamente... podía hacer cosas. Mientras que al llegar del tren... me sentía totalmente frustrada, derrotada, y exhausta. No sé porqué (quizá porque esperaba 20 minutos en un andén, 15 en otro andén y 10 en otro....) Así que en medio de ese pavor al coche y esa aversión... tuve que reconocer que la actividad de conducir relegaba todas las preocupaciones del día a un segundo o tercer plano. Y llegaba a casa más contenta.

Entonces ocurrió una cosa (hace una semana y media). Algo raro. Noté que mi corazón, cuando voy a subir al coche, ya no me late a doscientos por minuto. Ya no siento pánico, ni terror. Hago el mismo trayecto todos los días.... y hace dos días empecé a poner la radio. Todavía soy torpe al volante, pero ayer me ocurrió algo sorprendente. Regresaba a casa con cosas e ideas en la cabeza (cosas que no debí decir, cosas que debía mejorar...) cosas y más cosas. Y de pronto puse la radio, conduciendo sola por la carretera... y fui feliz. 

Y me dije a mi misma: "¿a ver si vas a pasar del "odio conducir" y  "me da pánico conducir" a "qué maravilloso momento de paz conduciendo yo sola"?

¿¿?? ¡Será posible!

Ja ja ja.

Ya no me da miedo el coche. Os pido que vayáis con cuidado porque seguro que hay fuera existe un montón de gente que no se siente segura al volante, como yo, así que paciencia. Paciencia y cortesía. Y si os da miedo como a mí y decidís no abandonar puedo contaros mi experiencia: si vosotros no abandonáis, el que os abandona es el miedo, con la práctica. 

^_^ Saludos!
Nelly.

2 comentarios:

Lau Rhead dijo...

Hola! Me alegra que hayas superado el miedo! Yo me saqué el carné con 18 años y desde el primer día no he dejado de conducir, hasta meterme en autovías y autopistas cuando no hacía ni medio año que conducía. Pero te aseguro que a la larga es lo mejor que puedes hacer ya que así, aunque al principio lo pasaba muy mal y me perdí unas cuantas veces, eso te ayuda a superar el miedo y a conducir con más soltura. También he tenido algunos sustos como los tuyos y me costaba horrores aparcar pero por situaciones de necesidad he ido desarrollando la técnica y a día de hoy puedo decir que me defiendo bastante bien aunque de vez en cuando la líe intentando aparcar xD En fin, que todo lo que superamos nos hace más fuertes y sentirnos orgullosos de nosotros mismos, que no es poco ;) Un beso!

Nelly dijo...

^_^ ¡¡Tienes toda la razón!! Y es maravilloso cuando nos sentimos orgullosos de nosotros mismos!
Gracias por compartirlo Lau Rhead!!!!

Publicar un comentario

 

 

 

Creative Commons License
contador de visitas para blogger por paises